+ Todas las formas de lucha, potencialmente enlazadas

 

La situación crítica que vive el país, por los diversos y varios brotes de violencia, no debe tomarse como un asunto a la ligera; del mismo modo, en este contexto es hasta insuficiente, y hasta riesgoso, tomar todos estos asuntos como temas aislados que no tienen conexiones entre sí. Si en Oaxaca el propio régimen reconoce que al interior del magisterio de la Sección 22 pudieran existir grupos ligados a organizaciones insurgentes, y si éstas son quienes de diversas formas están llamando a la organización popular para responder a las acciones del Estado, entonces el panorama es mucho más complejo de lo que parece. Es necesario analizar el contexto para ver la dimensión de esta crisis.

En efecto, en Oaxaca no es nueva ni desconocida la relación entre el magisterio democrático y organizaciones como el Ejército Popular Revolucionario. Históricamente, esa cercanía se ha explicado a partir del estrecho contacto social que tiene un gremio como el magisterial con las más precarias condiciones sociales de pobreza, marginación e injusticias que existen en las zonas rurales alejadas de los centros urbanos, y de la conciencia social de los profesores para buscar las formas (incluso las violentas) de combatir esas injusticias sociales. Así puede explicarse, en términos simples, el surgimiento de líderes guerrilleros como Lucio Cabañas o Genaro Vásquez. Y quizá también esa explicación pudiera ser parcialmente útil en la relación existente entre sectores magisteriales y grupos guerrilleros en la entidad.

Ya en el pasado reciente, los movimientos armados en México dieron señales de que sus movimientos habían dejado de ser los propios de organizaciones con presencia rural, para demostrar que podían tomar acciones en centros urbanos. La cúspide de esas demostraciones la dieron en 2006 cuando el EPR envió a un número indeterminado de sus militantes para participar en la revuelta magisterial y popular de aquel año en Oaxaca –como ellos públicamente lo han aceptado- en su calidad de “luchadores sociales”.

­Por eso, y por muchas otras razones, antecedentes, señales y demostraciones, hoy en día en Oaxaca es imposible tanto para el régimen gobernante, como para las instituciones federales de seguridad, negar que organizaciones armadas como el EPR, tienen presencia e influencia en algunos de los sectores magisteriales más radicales de la Sección 22 del SNTE, que en los meses recientes hicieron presencia en la Ciudad de México en el plantón masivo que instalaron contra la reforma educativa, y que eran quienes incitaban a la toma de acciones radicales para la toma de centros estratégicos para la capital, como para los enfrentamientos con las fuerzas policiacas federales y del Distrito Federal que intentaban contenerlos.

Por eso, aún cuando el magisterio democrático de Oaxaca (que representa el 80 por ciento de la membresía total de la CNTE) distendió sus acciones en la capital del país, no pudo evitar que sobre ellos se centrara la atención respecto a sus ligas con organizaciones armadas, y que temas como esos que ya eran conocidos en Oaxaca, fueran difuminados por la prensa de la capital del país, generando nuevas preguntas sobre la forma en cómo actúa el magisterio, y sobre lo que pudo llegar a pasar si en la Ciudad de México no se hubieran impuesto los sectores moderados de la CNTE sobre los radicales, y si la policía y los gobiernos capitalino y federal no hubieran actuado con la prudencia y tolerancia que demostraron ante las acciones magisteriales.

 

LOS LLAMADOS

Desde agosto el magisterio hizo presencia en la Ciudad de México, y uno de los temas que fue colateral al proceso de desgaste que les indujo el gobierno federal, fue el de sacar a relucir sus presuntas conexiones con grupos armados. Fuera ese o no un tema importante, lo cierto es que la CNTE demostró disciplina, capacidad de movilización y eficacia en el cumplimiento de sus objetivos a ras de tierra.

Éstos regresaron a Oaxaca. Pero por cuerda separada comenzaron a ocurrir otros hechos aparentemente inconexos. Los más relevantes son los ocurridos este fin de semana en Michoacán. Pero podrían ser también otros “accidentes” que últimamente han ocurrido en instalaciones de Petróleos Mexicanos en varias entidades de la República. E inusualmente, el EPR ha emitido dos comunicados, en un lapso sorprendentemente corto de tiempo, en el que hace llamados concretos que pudieran explicar algunas de las relaciones existentes entre hechos aparentemente desligados.

¿Cuál pudiera ser la conexión? En un primer comunicado fechado el 21 de octubre y firmado por la Comandancia General del EPR, consignan: “Ante la escalada de la violencia contra el pueblo el principio de la justicia popular es legítimo, necesario e imprescindible; a organizar y generalizar la autodefensa popular, hagamos efectivo el principio de la justicia popular, ningún crimen de Estado debe quedar impune; que la acción política de masas atruene en todo el país y confluya en una acción política conjunta multisectorial a nivel nacional contra el régimen. Cada quien en su sector y trinchera de lucha, a ubicar a los enemigos del pueblo y a actuar en consecuencia. A nuestros militantes y combatientes, ¡Atención! Activen todos los mecanismos de autodefensa.”

Y luego, en otro comunicado fechado el 28 de octubre, y emitido por el Comité de Prensa, el EPR dice: “Esta es una lucha de todos donde se debe defender escuela por escuela, padres, alumnos y maestros resistiendo y rechazando todas las imposiciones que implica la privatización de la educación (…) ante la represión que cada quien proceda atendiendo al principio de la defensa de los derechos del pueblo. Para lo cual es inaplazable: la unidad popular nacional entorno al movimiento magisterial-popular en lucha; los trabajadores de la educación en resistencia a constituirse en una sola representación nacional; llevar la lucha jurídica al plano internacional; y a retomar el corazón político-económico de la República.”

 

SEGURIDAD, EN VILO

Nada es casualidad en un asunto como éste. Queda claro que, o los grupos armados tienen una presencia relativamente importante en cada uno de los movimientos que están intentando enfrentar al Estado en diversas partes del país, o está buscando acuerpar y unificar, así como dar contenido político y sustento ideológico a lo que otros están haciendo, quizá con diversos métodos, pero estableciendo que en la búsqueda de los mismos fines que ellos.

Conflicto magisterial: Oaxaca está llena de escenarios irreconciliables

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Conflicto

+ Todas, medidas excluyentes frente a urgencia de una solución de fondo


Oaxaca se encuentra en el umbral de escenarios nuevos y trascendentes para la gobernabilidad del país, pero en cualquiera de ellos, la ciudadanía y la educación oaxaqueños parecen —parecemos— ser los inminentes derrotados. Basta con revisar el cúmulo de decisiones trascendentes pero contradictorias que se están tomando ahora mismo, para comprobarlo.

En efecto, del recuento de escenarios posibles el único común denominador es la imposibilidad de un arreglo de fondo, y la previsión —casi inamovible— que de los elementos a enumerar, saldrá cualquier cosa menos una solución benéfica para la gobernabilidad y la educación en Oaxaca. veamos.

  1. El gobierno federal ha abierto completamente, y cerrado de la misma forma, el diálogo con la Sección 22 de Oaxaca, y con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Ese titubeo en su toma de decisiones, provoca hoy una fuerte crisis de credibilidad al gobierno federal, que no ha sido consistente en sus políticas, en sus acuerdos y en sus decisiones; y, además, esa inestabilidad ha sido el espacio perfecto para que grupos bien organizados, como la Coordinadora, le tomen la medida.
  2. La CNTE ha sido vencida, en dos ocasiones, por su propio éxito. Previo a los comicios federales intermedios de 2015, y ahora, la Coordinadora había conseguido negociaciones muy exitosas y redituables en mesas de negociación con Gobernación. Pero en aquel momento, y ahora, perdió todos los avances conseguidos por la voluntad de sus grupos radicales por no permitir batallas parciales. Por eso, a pesar de que en dos ocasiones la CNTE ha doblado al gobierno exitosamente, en esas mismas dos ocasiones ha sido derrotada por la codicia, la voracidad y la rapacidad de sus grupos radicales.
  3. Oaxaca lleva dos grandes movilizaciones policiacas que han servido para nada. En 2015, para garantizar la realización de la jornada electoral, el gobierno federal movilizó a unos 15 mil elementos a la entidad, que sólo vinieron a hacer una demostración de fuerza pero —afortunadamente— nunca actuaron. Lo pernicioso fue que un año después, esa gran movilización estaba prácticamente desmantelada (aún cuando la Policía Federal había anunciado el establecimiento de un cuartel en Oaxaca) y por eso cuando ocurrió el bloqueo de Nochixtlán, Oaxaca quedó aislada y las fuerzas federales tuvieron que movilizarse descoordinadamente para generar el desastre del 19 de junio. El resultado de esa operación demostró no sólo su falta de conocimiento e información sobre los movimientos sociales que venían a contener, sino también su desgaste e improvisación operativos. Hoy, por eso, lejos de generar certidumbre, la movilización policiaca genera recelo y desconfianza hasta en quienes inicialmente creyeron en la presencia federal para desmovilizar a los grupos sociales.

NO HAY DIÁLOGO

  1. Los canales de diálogo siguen cerrados. Esa situación, evidentemente, ya no sorprende de la relación gobierno federal-Coordinadora, sino más bien que todos los actores y fuerzas políticas que están alrededor siguen actuando con mezquindad sorprendente. Por ejemplo, por un lado, Andrés Manuel López Obrador suavizó, hace algunas semanas, su discurso relacionado con el movimiento magisterial, para señalar que debe haber adecuaciones y no la abrogación de la reforma, y para refrendar su idea de que asimismo debe prevalecer el principio de autoridad. El problema es que, ni él ni su partido (Morena), han tenido mayor disposición para fungir como un puente de entendimiento entre los dos polos naturales que —hoy sabemos— no tienen ni la más mínima posibilidad de entenderse y construir acuerdos solos. AMLO es, acaso, el más visible, pero no el único actor político que podría abonar a la solución de este conflicto. Pero ni él, ni nadie en México, quiere tomar esa responsabilidad, porque siguen basando sus movimientos en función de sus intereses, y porque no quieren contaminarse de este conflicto capaz de necrosar cualquier tejido que toque.
  2. El gobierno se respalda en un bloque titubeante. Es sorprendente la forma en cómo —en medio de esta crisis y de cara a los movimientos que se avecinan en esta crisis magisterial— el presidente se refrenda ante fuerzas políticas que no tienen la más mínima posibilidad de incidir en el conflicto magisterial. El Presidente incrementa sus reuniones con el PRI, con el Partido Verde y con algunas otras fuerzas políticas, como si eso le diera certidumbre de que no habrá una contrarreforma. El problema es que ese respaldo es estéril porque ni la incondicionalidad de esos partidos sirve de algo —al contrario— para atenuar o resolver la crisis magisterial y, silenciosamente, minimiza cualquier posibilidad de tender puentes de entendimiento con las fuerzas de oposición a su gobierno, que todos los días crecen por la inminente cercanía de la sucesión presidencial.

OAXACA PIERDE

Tristemente, es la única certeza en todo esto. El gobierno federal está movilizando a cientos —quizá miles— de elementos federales no porque quiera mandarlos de vacaciones, sino porque prevé un escenario en el que tenga que hacer valer el uso de la fuerza. La Coordinadora está más empecinada que nunca en no iniciar el ciclo escolar. Esos dos ingredientes son suficientes para más meses de incertidumbre, como si no contaran los más de diez años que Oaxaca lleva en crisis. ¿Quién pierde? De nuevo, no los protagonistas del conflicto, sino las víctimas colaterales del conflicto. Es decir, los oaxaqueños.

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