+ Necesario, que la Segego unificada tenga un solo rumbo a favor de Oaxaca
Hay varias coordenadas que refuerzan el llamado a que Alejandro Avilés Álvarez se ponga verdaderamente a trabajar a favor de la gobernabilidad del Estado, y deje de invertir tanto tiempo en las grillas de los partidos políticos. Tiene varias circunstancias a su favor. Lo único que le falta es reconocer esas oportunidades y ponerse a trabajar a favor de Oaxaca, en una dimensión mayor al tiempo y los recursos que le invierte a los intereses de su grupo político.
En efecto, el miércoles el pleno de la LXIII Legislatura local demandó al secretario Avilés Álvarez que “se ponga a trabajar” y que “desquite su sueldo y atienda los diversos conflictos existentes en varias comunidades de distintos municipios que incluso han dejado muertos y decenas de desplazados”.
Los diputados de las diversas fracciones parlamentarias coincidieron en señalar que es lamentable que el secretario General de Gobierno no haya instalado las mesas de diálogo en los municipios en conflicto, y esperan que la Segego atienda con prontitud los problemas que ya son graves. Uno de esos problemas agrarios, dijeron, es el existente entre San Mateo y Santa María del Mar, en Juchitán, en donde recientemente hubo tres muertos derivados de la persistencia de un bloqueo que obliga a los habitantes de Santa María a desplazarse sólo por vía marítima con las demás comunidades cercanas.
Pues resulta que, en realidad, esas omisiones son reflejo fiel de las debilidades y fortalezas personales y políticas del ahora Titular de la Segego, que en estos poco más de cuarenta días al frente de esa dependencia, le ha dado particular preferencia a la atención de los asuntos políticos y de gobernabilidad que involucran a partidos, pero que al mismo tiempo ha evitado involucrarse en otros temas que también son relevantes en la agenda de la gobernabilidad del estado, y que no necesariamente tienen que ver con las relaciones entre partidos o facciones políticas.
¿De qué hablamos? De que con el paso del tiempo, y de forma casi natural, la Secretaría General de Gobierno ha ido perdiendo relevancia como instancia conductora de las relaciones del gobierno con los partidos. La razón es lógica: la vida democrática ha ido remarcando la autonomía de la oposición, y las relaciones se conducen cada vez más en otros campos que no son los de la discrecionalidad de la Secretaría de Gobierno.
Sin embargo, resulta que así como la Segego ha ido perdiendo relevancia en la conducción de esas tareas, proporcionalmente ha ido ganando importancia en la conducción de los verdaderos temas de fondo de la gobernabilidad estatal, tales como los conflictos agrarios; las discordancias entre comunidades ya sea por cuestiones políticas, sociales o religiosas; los asuntos relacionados con los sindicatos y las relaciones laborales de los trabajadores; la protección civil y, en general, las cuestiones que ponen en riesgo la seguridad, la paz o la concordia entre las comunidades.
A eso es a lo que el secretario Avilés debería dedicarse antes que seguir invirtiendo tiempo y atención en los temas que conoce, pero que hoy pierden relevancia ante lo abultado de la verdadera agenda política de Oaxaca.
HACER FUNCIONAR LA SEGEGO
Quién sabe si Avilés reconozca la ventaja que hoy tiene con una Secretaría General integrada prácticamente según sus necesidades, y no como funcionó durante toda la administración anterior. Pues, de hecho, durante prácticamente todo el gobierno de Gabino Cué, la Segego funcionó fraccionada y con titulares que sólo incidían en una parte de la estructura orgánica de la dependencia pero sin poder realmente articular un trabajo encaminado según su criterio o necesidades. ¿De qué hablamos?
De que hoy, con excepción de la Subsecretaría de Gobierno, Alejandro Avilés prácticamente integró toda la Secretaría según sus intereses, afinidades y personal de confianza. Ello abre un margen importante de certidumbre respecto a que él tiene a la mayor parte de la estructura orgánica de la dependencia trabajando según sus disposiciones y a favor de un proyecto —se supone que— más o menos homogéneo.
Esto, en la administración anterior, ocurrió parcialmente quizá sólo en el último tramo de la gestión de Alfonso Gómez Sandoval, y también de forma parcial en el periodo de Carlos Santiago Carrasco. Siempre fue parcial, porque desde el inicio, Gabino Cué nombró subsecretarios que siempre asumieron que sus cargos no estaban subordinados al Secretario General de Gobierno y entonces actuaban de forma autónoma.
Esto fue por demás visible en las gestiones de Irma Piñeyro y Jesús Martínez Álvarez, que fueron titulares débiles por el hecho mismo de que sólo contaban con la colaboración de su staff, pero no con la ayuda —y mucho menos con el trabajo coordinado— de las subsecretarías que, en los hechos, funcionaban como pequeñas secretarías autónomas de la potestad del Secretario de Gobierno en turno.
PONERSE A TRABAJAR
Por eso, lo menos que puede hacer Alejandro Avilés es dejar las grillitas en las que se siente cómodo involucrándose —colonizar sin derroteros a la oposición, por ejemplo—, y aprovechar las fortalezas que el diseño institucional, y el Gobernador, le permitieron en la dependencia que encabeza. Oaxaca siempre ha tenido la gobernabilidad al filo del conflicto, y lo que hoy necesita Alejandro Murat es un Secretario de gobierno que lo ayude, y no que sea un lastre para su prestigio, y para los buenos resultados que prometió y debe entregarle a los oaxaqueños.