Altruismo y egoismo

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Carlos R. Aguilar Jiménez.

Evolucionamos biológicamente desde que por selección natural y supervivencia diferencial de los más aptos, tratamos siempre de sobrevivir como individuos y reproducirnos, utilizando siempre y cada momento el egoísmo y altruismo, la generosidad o avaricia, la esplendidez o individualismo, siendo así que optamos con los nuestros, de nuestro clan, tribu o nación, por ayudarnos entre todos y ser solidarios con los que consideramos nuestros, en esa dinámica social que menciona una canción interpretada por Alberto Cortez que dice: “Amigos y nada más… el resto, la selva”.

Somo generosos y altruistas porque entendemos que sobrevivir, resistir o perdurar requiere de ayuda, colaboración y apoyo en la mayoría de acciones que deseamos emprender, desde la ayuda de familiares o hijos hasta la de toda una comunidad dependiendo de la magnitud de la empresa que planeamos, siendo a la vez indispensable un guía, responsable o jefe que coordine lo que intentamos para dar continuidad, programación y ritmo a lo que se construye y, es justo ahí donde comienzan los problemas, porque en las distintas jerarquías siempre alguien abusara del cargo o encomienda tratando de aprovecharse de lo que otros hacen. Así es como surgieron los reyes, soberanos, majestades, presidentes y toda clase de individuos ajenos al altruismo dominados por el egoísmo y mezquindad que se dedican a vivir del trabajo de los demás. Todos en cada sociedad conocemos quienes son esta clase de seres egoístas que viven del altruismo y generosidad de los demás, en esa dinámica biológica y social en la que existen parásitos y huéspedes, seres que trabajan y otros que no. Tradiciones legendarias nos hicieron creer que existen castas, clases sociales y seres privilegiados, hasta que la democracia moderna estableció que todos somos iguales y tenemos las mismas oportunidades, sin embargo, en la practica no es así, porque individualmente somos egoístas y procuramos tener todo lo que se pueda para nosotros y nuestros familiares y, si algo sobra, se almacena o guarda, nunca se da. A nivel social o de gobierno, el altruismo es indispensable, porque de su aplicación depende que a todo el grupo le vaya bien y tenga mejores perspectivas de sobrevivir.

Los estudios relacionados con el egoísmo y otras conductas similares, como el optimismo ilusorio, la autojustificación y el sesgo Endo grupal, nos recuerdan que la literatura y la religión nos han enseñado que: es frecuente que el orgullo preceda a la caída. El hecho de que nos percibamos favorable y egoístamente a nosotros mismos y a nuestro grupo, nos protege de la depresión, amortigua el estrés y mantiene nuestras esperanzas. Sin embargo, todos estos beneficios se producen a costa de la discordia, del bloqueo de las negociaciones, de la condescendencia fundada en prejuicios, del endiosamiento nacional y de la guerra.

El hecho de cobrar conciencia del egoísmo, señala David G. Miers, psicólogo del Hope College de Michigan, no nos aboca a adoptar posturas próximas a la falsa modestia, sino a un tipo de humildad y altruismo.  

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