Carlos R. Aguilar Jiménez.
Sabemos bien que a pesar de las creencias religiosas de cada quien, ninguno de los dioses o seres sobrenaturales que la humanidad se ha inventado nos curaran o salvarán de la muerte por infección de covid, y que únicamente es la ciencia por medio de su método y filosofía y al trabajo de investigación y experimentación de médicos, biólogos, bioquímicos, virólogos, genetistas, físicos, etc., que se ha conseguido en tiempo récord inventar una vacuna que nos inmunice, obvio, no la inventaron latinoamericanos ni mexicanos, donde las instituciones de investigación son paupérrimas aunque existan excelentes investigadores y científicos mexicanos que se ven obligados a trabajar en Europa, EU o China donde si se les reconoce, apoya y ganan sueldos para vivir con calidad de vida, así que una vez entendemos que en nuestro país no pudimos inventar la vacuna, pero la inventaron otros países, lo que deberíamos proponer y hacer es solicitar los permisos correspondientes, derechos de autor, renta de patentes y permisos comerciales de sus dueños, para, con su autorización, fabricar la vacuna en México, estableciendo una especie de Economía de Guerra, donde los insumos, elaboraciones y sustancias necesarias para fabricar la vacuna se le exija a las fábricas que existen, reconviertan sus procesos y sistemas para fabricarlos y, luego concentrarlos en la Fábrica de Vacunas, como sucedió durante la II Guerra Mundial cuando las fábricas de coches se convirtieron en fábricas de tanques o cañones y las fábricas de pinturas hacían pólvora o las de ropa uniformes militares. Fabricar vacunas en México o donde sea ya no es problema, las fórmulas, técnicas y procedimientos bioquímicos existen, ya se inventaron, aunque tienen dueño, la cuestión es conseguir su autorización y permiso pagando todo lo que se deba, considerando ganancias para los dueños de farmacéuticas, para que en México se construya una fábrica y no estemos esperando a ver cuando nos quieren vender, porque cada día que pasa significa miles de muertos y contando, en una dinámica de muerte que podría detenerse si de alguna forma el gobierno plantea la posibilidad que en México se construya la fábrica. Por talento no tenemos problemas ya que existen investigadores mexicanos que podrían hacer la vacuna, por los aparatos, la cuestión es comprarlos o incluso construirlos y, por los permisos y autorizaciones de las farmacéuticas, con toda la discreción o secretos biomédicos, se puede intentar, porque a nadie se va a engañar o hacer trampa, simplemente se fabricaría la vacuna en México utilizando las técnicas y procedimientos que desarrollaron científicos europeos, estadounidenses, rusos y chinos, y como lo hicieron en su tiempo los aliados durante la II Guerra Mundial, transformar algunas fábricas mexicanas de objetos que en este momento no son vitales, en proveedores de la fábrica de vacunas, a no ser que definitivamente en México no tengamos ni esa posibilidad y yo esté alucinando.