Mariano Estrada Martínez
Tres temas tabúes de los cuales nadie quiere hablar: ¿Cuánto nos atrasamos en lo educativo por la pausa pandémica? El otro tópico que ahuyenta el análisis y el debate en las tribunas legislativas ¿Y la verdadera reforma educativa/académica/pedagógica? Y el tercero y singularmente polémico: ¿Es realmente irrelevante la evaluación docente? En este sentido, la evaluación de la práctica es un factor importante e indispensable para la capacitación del docente lamentablemente, casi siempre evaluamos a la persona y no su práctica: evaluarse para capacitarse si, para castigar, no. La “cuestión docente” debería ser la cuestión por excelencia hoy en día, asunto que no parece encajar en ninguna agenda, ni presupuesto, ni plan gubernamental cercano, parece que van toneladas de dinero a tantos proyectos y se nos está yendo de las manos un recurso fundamental de nuestra sociedad: el maestro.
En relación a los docentes (no a la docencia) van unas realidades crudas y contundentes:
a) Pauperización de los profesores.
b) Nivel educativo precario de amplios sectores del magisterio en servicio. (Plazas heredadas, maestros sin perfiles normalistas, creciente incorporación de maestros empíricos; pérdida de identidad y legitimidad social del oficio docente).
c) Bajas expectativas y motivación de los aspirantes al magisterio (Las Normales requieren una seria reestructuración).
d) Ser profesor o profesora como último recurso. (Ausentismo marcado; abandono de la profesión; falta de vocación).
e) Falta de oportunidades de avance y superación personal de los maestros de escuelas particulares.
f) Y la Universidad con huelgas y paros cada vez más frecuentes y prolongados; los maestros son percibidos como problema antes que como condición y recurso valioso.
g) Distracción de los multimillonarios recursos presupuestales en la abultada estructura burocrática del IEEPO que no permite bajar los recursos a las escuelas y docentes.
h) La ordeña voraz del gobierno a la escuela privada, no les da y encima les quita indiscriminadamente.
Podría llegar de la A a la Z de ida y de regreso, me piden artículos cortos y a fuerza de ser breves quiero enfatizar solamente en la “cuestión docente” ya que el apelativo de profesor/profesora – maestro/maestra – educadora,- tiene valor y dignidad por sí mismo, y no necesita de apodos ni de disfraces modernos como coach, facilitador, monitor, organizador del aprendizaje ni mucho menos la peligrosa y despectiva referencia que se hace a los “maestros de Oaxaca” de manera genérica como parte de un problema. Sin duda hay y habrá intereses mezquinos en sindicatos, secretarías, escuelas y gobiernos esos personajes arropados en esas trincheras les hacen mucho daño a los verdaderos docentes de salón y pizarra quienes, si bien participan en manifestaciones y protestas a través de sus sindicatos, pero a pesar de ello, muchos de ellos siguen entregándose con humildad y amor a sus alumnos.
Paulo Freire en “Cartas a quien pretende enseñar” dice al respecto:
Es preciso que luchemos para que estos derechos sean, más que reconocidos, respetados y encarnados. A veces es preciso que luchemos junto al sindicato y a veces contra él si su dirigencia es sectaria de derecha o de izquierda. Pero a veces también es preciso que luchemos como contra las rabias endemoniadas de los retrógrados, de los tradicionalistas y de los neoliberales, para quienes la historia terminó en ellos.
En resumen: Hay que restituir el intrínseco valor a la docencia desde una adecuada formación normalista y un cuidado académico, económico y meritocrático de los maestros de aula de escuelas oficiales y particulares de cualquier nivel.
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