Enrique Domville
Estamos constituidos por dos partes: la biológica y la racional. En el caso de la biológica, como es el aspecto de la reproducción, la innovación en la tecnología ha permitido superar las dificultades de origen natural y en algunos casos utilizar a otros seres humanos para cumplir un deseo o superar una patología en esta área (maternidad subrogada).
Cada ser tiene aparatos y sistemas que funcionan de manera similar y cumplen con su parte para alimentar al otro componente, la habilidad de pensar, único y especial que se puede modificar con el deseo; ya lo decía Platón, quien divide el alma humana en tres partes: razón, espíritu y deseo.
Desde que Darwin publicara en 1859, “El origen de las especies”, la teoría de la evolución plantea que la adaptación es uno de los pilares, pues su desarrollo en las diferentes regiones, con características especiales, permite al humano con su ingenio, superar las dificultades para sobrevivir y facilitar su desarrollo. Como ejemplo hablemos de los cazadores en las estepas africanas o de los vikingos constructores de barcos, o aquellos que viven en zonas de hielo y construyeron sus viviendas con este material, cada uno de los habitantes del planeta, dependiendo del sitio, se adaptó y tuvo el ingenio para sobrevivir en la región. Con este desarrollo nace la necesidad social de adaptación, inicia la era de la transformación, adaptación y formación de la sociedad; una vez cubiertas las necesidades, el ingenio y la habilidad dan avance a la tecnología, con la posibilidad de acumulación de lo valioso, ejemplo: comida, bienes y nace dentro del ser la ambición, el deseo de dominio, la acumulación de poder social, económico, político y también se incrementan las desigualdades, la inconformidad, la pobreza, existiendo una brecha entre unos y otros. Desde siempre, se ha considerado que existe un ser supremo autor de lo conocido y por lo tanto la veneración existe, siendo uno de los pilares de la vida espiritual de agradecimiento, a quien juzga y castiga.
Tenemos que el conocimiento forma parte de esta evolución social y tecnológica con la que se incrementan los beneficios pero también las desigualdades, algunos pensadores a través del tiempo se han preocupado por disminuir la desigualdad: dentro de éstos está Stuart Mills y la práctica de ayudar a todos. Con su teoría nace el principialismo en que la repartición es dar lo que se puede al mayor número de personas (recordar que los recursos son siempre menores a las necesidades). Los componentes del ser para ser feliz o tener una sensación de bienestar están ligados a satisfacer lo básico y tener seguridad, de ahí emanan los derechos y obligaciones, de cada uno con la justicia y el derecho a tener. Cuando interpretamos el derecho a poseer, cada ser sobre la tierra tiene una interpretación propia de acuerdo a sus conocimientos y el espacio a donde viva, la ambición se abre paso y cada uno se olvida del bien común y con ello el respeto y desechamos las virtudes que son la esencia del ser como la honestidad y el comportamiento ético.
Esta parte del ser que son sus ideas y razonamientos se desarrollan con la ambición de conocimiento y de acuerdo a cada uno tienden siempre a lo material y el poder de ordenar y hacerse servir, usando a otros seres, olvidando a Kant quien dijo que el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio. La igualdad se basa en tener las mismas oportunidades, pero para cumplir cualquier tarea se debe estar preparado para ello. Con los requisitos indispensables de conocimiento, actitud, deseo de servicio y la ambición positiva de poder ayudar, todo esto está en la parte del cuerpo en la función del cerebro. Confucio dijo: “El hombre superior piensa en la virtud; el hombre pequeño piensa en la comodidad. El hombre superior piensa en el cumplimiento de la ley; él hombre pequeño piensa en los favores que puede obtener”.
enriquedomville@gmail.com
Visite:
columnaalmargen.mx