CONTRAFUEGO || TV Azteca, al Estado

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Aurelio Ramos Méndez

Si el presidente López Obrador aspira a mantener su credibilidad y sostener, sin mentir ni inspirar risa, que en su administración ha habido un cambio real en la manera de gobernar y existe correspondencia entre las palabras y los hechos, debe iniciar, ¡ya!, el proceso para retirarle la concesión de TV Azteca al desfachatado Ricardo Salinas Pliego.

El pasado siete de julio, AMLO aseguró que su gobierno no tocará ni con el pétalo de una rosa a los concesionarios de radio y televisión, “aunque le suban el volumen” a las críticas contra la 4T. “Libertades plenas”, dijo.

Recalcó que las concesiones “están garantizadas” y que si algunas vencen en lo que resta del sexenio “las vamos a renovar”, pues “no vamos nosotros a cometer ningún acto que atente contra la libertad de expresión y manifestación, aunque se exceda”.

Loable, pero insostenible compromiso el del tabasqueño, a la luz de las violaciones legales, sinvergüenzadas, intemperancias y conducta incivil en que ha incurrido el posesionario de la televisora del Ajusco.

Desde la pantalla chica que él usufructúa económica y políticamente, con un pelotón de periodistas de dudosa ética –el estentóreo Javier Alatorre a la cabeza—este empresario comete a diario un cúmulo de ilicitudes:

Sabotea los libros de texto gratuitos; desalienta la solidaridad nacional en casos de desastre como el de Acapulco, boicotea campañas de vacunación y estrategias contra epidemias, propicia irrespetos a las autoridades, agravia a mujeres, políticos, consejeros electorales, legisladores y periodistas; abofetea el idioma… 

Sedicente defensor de la libertad de expresión, confunde este derecho constitucional con una patente de corso para acosar, insultar y amedrentar a quien se le pegue la gana.

Sus periodistas, parapetados igualmente en la libertad de expresión, reproducen los criterios del concesionario a sabiendas de que no ejercen libertad alguna, sino que defienden los intereses del amo. 

De acuerdo con la ley la radio y tv constituyen actividades de interés público, lo que impone al Estado el deber de “protegerlas vigilarlas para el debido cumplimiento de su función social”.

¿Cuál es esa función social? Contribuir al fortalecimiento de la integración nacional y el mejoramiento de las formas de convivencia humana”, razón por la cual se establece que estos medios procurarán, entre otras muchas cosas, las siguientes:

Afirmar el respeto a los principios de la moral social, la dignidad humana y los vínculos familiares, evitar influencias nocivas o perturbadoras al desarrollo armónico de la niñez y la juventud, y contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo.

Además, conservar las costumbres del país y sus tradiciones, la propiedad del idioma y exaltar los valores de la nacionalidad mexicana, así como “fortalecer las convicciones democráticas, la unidad nacional y la amistad y cooperación internacionales”.

De más está decir que desde cuando Carlos Salinas le entregó a precio de regalo un bien que es de todos los mexicanos, hace más de tres décadas, Salinas Pliego se ha dedicado a zapatear sobre la ley, con el vigor de quien baila El Querreque.

Tantas violaciones legales ha cometido este contumaz evasor de impuestos –le adeuda al SAT la friolera de ¡40 mil millones de pesos!–, que el Presidente se halla ante la responsabilidad institucional insoslayable de retractarse.

Debe decir, sin demoras: “Si se rajó San Sebastián, que era de guayacán…”, y proceder a revocar la concesión televisiva.

Y debe, también, echar a empellones a Salinas Pliego del Consejo Asesor Empresarial, porque no se explica cómo Amlo critica acremente a los gobernantes que malbarataron las empresas públicas y desmantelaron el Estado, pero tiene entre sus asesores de cabecera a uno de los principales beneficiarios del despojo.

El primer mandatario está ante una prueba ineludible de honradez intelectual y eficiencia:

Se deshace de este empresario insolente, acostumbrado –gracias a su concesión televisiva– a embolsarse dinero a dos manos, a falta de una tercera, y le hace pagar de algún modo su adeudo fiscal, o en su lucha contra la corrupción semejará un fox terrier ratonero persiguiendo a una sabandija.

Los ciudadanos, en tal caso, tendremos razones para creer que algo le debe el Jefe del Estado al concesionario, al grado de que no puede tirar el pesado lastre que éste representa para el gobierno.

López Obrador se halla también ante el imperativo moral de exigirle a su asesor ofrecerles disculpas públicas a los numerosos personajes que ha ofendido con lenguaje rufianesco.

Tiene que disculparse, en particular, con la secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, a quien durante 30 meses ha injuriado sin tregua, debido a su físico.

Tan dado a la sobrevaloración de la apariencia de las personas, ¿se habrá percatado del peso y las tallas de las mujeres de su entorno más íntimo? Enigma.

Por ignorancia algunos tienen a Salinas Pliego por dueño de TV Azteca. No es así. Se trata de un concesionario de un bien público.

Es muy su decisión del presidente si consiente que Salinas Pliego utilice la televisora concesionada para recordarle a diario a toda su genealogía. No puede, sin embargo, seguir haciendo la vista gorda respecto a los graves delitos de su consejero de bolsillo.

Ya va siendo hora de alzarle la canasta a este caradura.

RESCOLDOS

Es para doblarse de la risa. Durante meses los dirigentes del Frente Amplio, en especial del PAN, soportaron humillaciones de líderes del Movimiento Ciudadano. Tapándose las narices, estos decían que “con el PRIAN, ni a la esquina”. Ayer, sin embargo, Marko Cortés salió con el chorro de babas de que MC “no es bienvenido” en el Frente. ¡Quiere verles cara de estúpidos a los frentistas de base! Sólo le faltó decir, como la zorra de la fábula que no alcanzó las uvas: “¡Al cabo que ni quería!”

Lanzar una bomba nuclear a Palestina “es una posibilidad”. Esto dijo el desquiciado ministro israelí Amichai Eliyahu. Su jefe, Benjamín Netanyahu, lo desautorizó, pero no por genocida sino porque su dicho confirmó que Israel posee la bomba atómica, algo que los sionistas han negado con obstinación. Entretanto, en Cisjordania y Gaza no está quedando piedra sobre piedra, mientras los líderes mundiales ni se inmutan. ¿Hará algo más que lamentar la situación la cancillería mexicana?

aurelio.contrafuego@gmail.com

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