CONTRAFUEGO || Resurrección de Salinas

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Aurelio Ramos Méndez

Piojos que en España mueren, en México resucitan, dice el refrán, y eso está a punto de sucederle –políticamente—a Carlos Salinas de Gortari. Sus ángeles guardianes ya utilizan el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá como ariete contra el nonato gobierno de Claudia Sheinbaum.

Sólo días después de que el expresidente reapareció en una fiesta –hasta ahora, como ciertos bichos, había recurrido a la tanatosis, se había hecho el muertito—, en Madrid, al lado del embajador Quirino Ordaz, una columna de prensa titulada A revisión el ángel guardián de la economía recordó que en 2026 tocará revisar el T-MEC.

El texto periodístico anticipó, o, mejor dicho expresó en anhelo, de que la reforma judicial será determinante en este proceso de revisión. 

Ya sea con Trump o Biden, advirtió Salinas por boca de ganso, Estados Unidos presionará para abrir el sector energético, atender la seguridad pública y lograr ventajas en el rubro agrícola; pero, sobre todo, exigirá garantías de seguridad jurídica, vigencia del estado de derecho. Más claro: dirá no a la reforma judicial. 

El TLC, tal como lo previeron sus detractores, aniquiló sectores completos de la economía. Las industrias zapatera y juguetera; la agricultura de temporal, las pequeñas y medianas empresas –generadoras de 70 por ciento del empleo—de diversos ramos…

Si bien el Tratado detonó las exportaciones de las grandes empresas y del sector agrícola orientado al mercado externo, también es cierto que creó o acentuó la configuración de dos Méxicos: el norte rico y globalizado y el sur-sureste pobre, atrasado y abandonado a su suerte.

Este balance ha sido expuesto en forma reiterada no por algún izquierdista revoltoso sino por quien fue secretario de Economía de Enrique Peña Nieto, Ildefonso Guajardo.

“México aún no logra la tasa de crecimiento ni la actividad necesaria a 20 años de la apertura comercial”, dijo este funcionario ante parlamentarios de la OCDE, en 2014.

Afirmó que la respuesta a la situación entonces prevaleciente estaba en los retos que la apertura comercial obligaba hacer desde dos décadas antes; es decir, desde cuando Salinas firmó el acuerdo trilateral. Lo expresó así: “Si voy a pedirle al sector productivo nacional que compita globalmente, debo garantizar en territorio nacional condiciones de competencia justas”.

Deploró que la Ley de Competencia Económica de 1992 –pleno salinato—“se hizo sin dientes, no tuvo capacidad de controlar la concentración de mercados, y por más de 20 años los medianos y pequeños empresarios han tenido que pagar elevados costos de insumos estratégicos. Como en las telecomunicaciones, entre 25 y 40 por ciento más costosos de lo que sus competidores iguales pagan en otros países.

O, en el sector financiero –añadió Guajardo—, en el cual grandes empresas tienen acceso a mercados internacionales con tasas de interés que compiten globalmente, mientras que las micro, pequeñas y medianas han estado excluidas de ese sector.

¡Vaya uno a saber si se durmió el ángel guardián de la economía del país a principios de los 90, o si sacaron provecho personal en millones de dólares los negociadores del desventajoso TLC, y bien merecen por ello el calificativo de vendepatrias!

En todo caso, los claroscuros del acuerdo ya eran patentes en 2014: sectores completos de la economía devastados, crecientes desigualdades regionales y escandalosa concentración de la riqueza en pocas manos.

Frente a las duras y constantes críticas el salinato ha intentado defenderse con un argumento que repite como mantra: los gobiernos que lo sucedieron no hicieron su tarea. Puede ser. Fueron gobiernos del PRIAN, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto.

Al Presidente López Obrador personeros del cataléptico Salinas le reprochan que se beneficia de un acuerdo comercial que en su momento combatió. Como si el tiempo se hubiera detenido un cuarto de siglo atrás y la economía en 2018 fuese la misma de 1994, sin los efectos positivos ni las consecuencias desastrosas del TLC real, treintañero e irreversible.

“Lo que ha mantenido en pie la economía mexicana en medio de los vendavales externos y los de fabricación propia, es lo que combatieron los que hoy nos gobiernan”, se jactó, no obstante, Salinas en la columna referida.

Señaló que el tema de la revisión del T-MEC ya empezó a hacer sombra en la relación bilateral con la potencia vecina, pues tendrá que definirse si continúa o queda cesante. Lo que desde ahora genera incertidumbre entre industriales.

Con el tono de quien celebra las insolencias y anhela que las exigencias gringas se den en toda su magnitud, hizo de caja de resonancia de dichos de congresistas y funcionarios estadunidenses famosos por su hostilidad hacia nuestro país.

De Gregg Stanton, de Arizona, que demandó de México “abrir su política energética y acotar a los cárteles”. Y de Brian Nichols, subsecretario de Estado, quien pidió que la reforma judicial preserve la transparencia y respete y mantenga las protecciones legales a las inversiones de los socios dentro del tratado.

Como rogándoles a todos los santos que obren el milagro de que la Casa Blanca ejerza su máxima presión contra el gobierno de Sheinbaum, Salinas apuntó por interpósito columnista que las negociaciones serán más complejas si la reforma judicial se aprueba en los términos de la iniciativa de López Obrador.

“Aquí pueden ganar 500 votos contra cero esas reformas en la Cámara de Diputados, y desde luego será una decisión soberana.

“Pero nuestro socio comercial, también en ejercicio de su soberanía, puede decir que no le convence la justicia popular que se va a instaurar en México e impondrá cláusulas inaceptables”.

Son los pataleos de Salinas, que cree llegado el momento de intentar resucitar y rescatar lo que considera su mayor legado y una bendición para los mexicanos. 

BRASAS

¡Qué manera la de Claudio X González Laporte de celebrar el primer centenario de los kleenex!

A estas horas ya debe tener al lado una torre de estos pañuelos absorbentes usados.

Porque de seguro ha llorado a moco tendido la merecida denegación de audiencia en lo oscurito que sufrió por Claudia Sheinbaum.

Los referidos trocitos de papel crepé –dice Internet—fueron desarrollados por Kimberly Clark, con objeto de ser utilizados como filtros en las máscaras de gas de soldados estadunidenses en la Primer Guerra Mundial.

De ahí redivaron hacia las toallas femeninas Kotex y en 1924 salieron al mercado como Kleenex.

El dueño de Kimberly Clark México pinta para principal consumidor mundial del producto que vende.

Viola de modo fragrante la Constitución el dirigente panista Marko Cortés, al amenazar a senadores no sólo de su partido sino de toda la oposición.

Propuso “elevar el costo” para quienes voten a favor de la reforma judicial.

Finge desconocer que los legisladores tienen el derecho constitucional de ejercer con total libertad sus tareas y no pueden ni siquiera ser reconvenidos por las opiniones que expresen, menos aún por su voto.

¿Despertarán de su letargo los consejeros electorales y los líderes camerales para hacerle al menos una amonestación o propinarle un leve tirón de orejas a este atrevido panista?

RESCOLDOS

Peca de ingenuo el cantante Pepe Aguilar, al suponer que a Felipe Calderón la guerra contra el narcotráfico se le salió de las manos. Basa su suposición en que el mandatario 2006-2012 alguna vez le dijo que la violencia derivada de esta guerra duraría unos 35 años. ¡Patrañudo el muchoacano! Le ocultó a su amigo que sacó a los militares de sus cuarteles no para combatir el narco, sino para amedrentar a los ciudadanos y apuntalar su usurpación del poder. Pero calculó bien la secuela de violencia, de la cual vamos apenas a la mitad…

aurelio.contrafuego@gmail.com

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