CONTRAFUEGO || El ineludible deber de Sheinbaum

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Aurelio Ramos Méndez

La confesa lenidad del juez gringo Brian Cogan, sustentada en su convicción de que Genaro García Luna merecía prisión perpetua pero para darle “una señal al final del túnel” redujo el encierro a 38 años, habla de la dimensión gigantesca y la escandalosa gravedad de los delitos cometidos por este exfuncionario, lo cual le impone a la presidenta Claudia Sheinbaum la obligación insoslayable de abrir una investigación en contra de Felipe Calderón Hinojosa.

El carácter de delincuente de grandes ligas de García Luna dejó de ser mera especulación para convertirse en verdad probada y comprobada por la ley y la justicia. 

La condena, aun en su expresión más favorable –¡38 años de cárcel!–, denota delitos del tamaño de una montaña, que por lo mismo no pudieron ser desconocidos para el expresidente 2006-2012, de quien Sheinbaum dijo que ella no tiene intención de investigar y lo que él debería “es pedir perdón, al menos”.

De acuerdo, Fecal debería “al menos” pedir perdón. Pero, de la Jefa del Estado no se espera la gestión de indulgencias sino que haga respetar la ley, combata la corrupción, procure castigo para quienes defraudan la confianza ciudadana y remueva el cochambre y pase el trapo húmedo por todos los rincones de la administración pública.

Todo ello se traduce, en la actual coyuntura, en el deber institucional –de ningún modo optativo—de la Presidenta, de investigar cual es la responsabilidad que a Calderón le corresponde en las andanzas delictivas de su amigazo del alma y colaborador consentido.

Sheinbaum criticó, con toda razón, que “ahora resulta que durante seis años (Calderón) no se dio cuenta de que (García Luna) estaba coludido con el Cártel de Sinaloa…

“Tiene el cinismo y la hipocresía de defender su guerra contra el crimen organizado y dice que tal vez se cometieron errores… Pues, ¡por un pequeño error puso al frente de esa política de seguridad a un narcotraficante!”.

Al dictarle sentencia al exsecretario de Seguridad Pública, el juez lo vapuleó sin piedad y le espetó:

“Usted tiene una doble vida. Usted vestirá muy elegante, pero su conducta es la misma que la del Chapo Guzmán. Usted dice que respeta la ley y estoy seguro de que, si le pongo el polígrafo enfrente, lo va a pasar porque usted se ha creído su historia; pero, esa es una de sus dos caras. La otra, la responsable de los delitos, existe”. 

Y, en alusión a la maniobra abogadil consistente en recordar que GGL recibió condecoraciones de diversos gobiernos, incluido el de Estados Unidos, el juez, demoledor, lo reprendió: “Señor García Luna, esa fue su pantalla, su cortina de humo”. 

Cabe, en el caso de Calderón, parafrasear a Cogan punto por punto, de la doble vida y el atuendo elegante al polígrafo y las dos caras. En cuanto a la conducta idéntica a la del famoso mafioso, el juez pecó de benevolente o de plano buscó ofender al Chapo…

Hay un mundo de diferencia entre dedicarse abiertamente a la delincuencia, a riesgo de la propia vida, y delinquir parapetado en un puesto público, disponiendo a voluntad de todo el poder y los recursos del Estado.

Al darse a conocer la sanción –mala pasada del destino, ¡en el Día Internacional del Jefe!–el expresidente, acobardado y desagradecido, publicó en las redes un deslinde en el tono de quien grita “¡mi jabón!”, ansioso de lavarse las manos a lo Pilatos.

Se dijo “un hombre de leyes” y por ello –faltaba más– respetuoso de la sentencia del gobierno de Estados Unidos, y luego afirmó:

“Nunca tuve evidencia verificable que lo involucrara con actividades ilícitas, ni tampoco recibí información en ese sentido de agencias de inteligencia, mexicanas o extranjeras, que entonces confiaban en él e interactuaban con él”.

Exhibió así el michoacano una de sus dos caras. Y hasta tuvo la audacia de sugerir complicidad o al menos incompetencia del gobierno gringo, aunque sin mencionarlo.

Dijo que la estrategia antinarco de su gobierno fue atendida no por un individuo sino por un equipo, con lo cual tendió un manto de sospecha, o peor, les adjudicó complicidades a quienes integraron su gabinete de seguridad, e incluso a colaboradores mimados como Javier Lozano Alarcón, Ernesto Cordero, Roberto Gil Zuarth, Francisco Ramírez Acuña, Fernando Gómez Mont y algunos más.

Expuso que el juez le dijo a GGL “usted tiene una doble vida”, y, haciéndose el lelo, añadió: “Bueno, yo conocí una de las vidas entonces; me hubiera gustado conocer la otra y a tiempo”.

Miente con descaro el expresidente. Se necesitaba ser no sólo mentecato sino cómplice para haber nombrado titular de la SSP a quien antes de asumir ese cargo ya había sido protagonistas de numerosos, escandalosos y documentados episodios de corrupción y abuso de poder.

¿Sabían de tal talante delictivo hasta las piedras, menos Calderón? ¿Persistirá el ex presidente negando que fue advertido de las trapacerías y que los informantes acabaron en la cárcel?

Corresponde en todo caso a la presidenta Sheinbaum develar, mediante una investigación a fondo, susceptible de ser emprendida de oficio dada la naturaleza de los delitos de que se trata, la identidad bifronte del expresidente.

Le atañe develar el lado B del rostro del exfuncionario, su papel de sirviente de El Chapo, o, mejor, de capo di tutti capi, pues en la presente tesitura la pretendida inocencia de quien usurpó la Presidencia resulta sencillamente inverosímil.

Frente al tamaño del castigo y la envergadura de los delitos, ya no vale la suposición de que Calderón fue apenas un bobalicón que andaba en las nebulosas o dopado, mientras su brazo derecho recogía portafolios repletos de millones de dólares de sobornos, y utilizaba la infraestructura del sistema de seguridad e inteligencia para ayudar a cárteles traficar drogas y convertir el país en un camposanto. 

Pendiente de aclaración está también el rol que jugaron en este episodio diversos medios y acaudalados periodistas, entre quienes destacan Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio, Carlos Marín…

Y, además, Sergio Sarmiento, Jorge Fernández Menéndez, Joaquín López Dóriga, y algunos más, quienes respaldaron de manera absolutamente acrítica, pero al parecer muy rentable, la cruenta guerra contra las drogas.

Valga una digresión para señalar que la semana pasada Gómez Leyva dio indicios de los probables motivos de su animadversión a la 4T. 

En entrevista suavecita, muy a modo con Adela Micha, confirmó que en 2021, junto con López Dóriga, fue sujeto de una auditoría por efecto de la cual él tuvo que pagar “una barbaridad” –que no precisó–, debido a que el SAT afirmó haberle hallado una cuenta en Banorte con 98 millones de pesos, situación que –dijo Ciro– le causó mayor desasosiego aun que el atentado que sufrió a balazos.

Cualquiera que sea la realidad, aquellos periodistas todavía hoy dan la impresión de estar dispuestos a emprender una expedición punitiva y de rescate del delincuentazo ex titular de la SSP, de quien sostienen que fue sentenciado por el Tío Sam sin prueba alguna, sólo por dichos de otros delincuentes de similar calaña.

Descreen del sistema de justicia estadunidense, que han admirado siempre hasta la fascinación, el cual ahora tiene en su poder, para usarlo como le dé gana, un piquete de los más poderosos narcos de nuestro país.

RESCOLDOS

Ruda confrontación de boquiflojos escenifican Calderón y Marko Cortés. El dirigente panista dijo que el expresidente les debe explicaciones a los mexicanos por haber nombrado a GGL al frente de la SSP. Y lo acusó de haber causado el derrumbe del PAN, porque al final de su gobierno este partido cayó al sótano, al tercer lugar electoral. Fue como azuzar a un perro rabioso. El michoacano se ahorró las explicaciones y embistió a su ex correligionario. Lo llamó el 3M “por Marko, mediocre y miserable”. Ni a cuál irle…

Ante la hediondez que despide el calderonato y el poder que García Luna acumuló en los años de las dos administraciones federales panistas, no es descabellado sino enteramente pertinente revisar los ingratos percances en que murieron varios funcionarios. El avionetazo en que perecieron Juan Camilo Mouriño y el ex zar antidrogas José Luis Santiago Vasconcelos, la caída del helicóptero en que viajaban Francisco Blake y siete personas más, y el desplome en septiembre de 2005, del helicóptero en que perdió la vida Ramón Martin Huerta. Hechos estos en los cuales tal vez el azar tuvo menos que ver que la intención…

aurelio.contrafuego@gmail.com

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.  

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