La censura en tiempos de la “Cuarta Transformación”: El caso de Ciro Gómez Leyva y la libertad de prensa en México

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Ismael Ortiz Romero Cuevas

En México, el ejercicio periodístico nunca ha estado exento de riesgos. Desde la represión abierta hasta la violencia ejercida por el crimen organizado, pasando por presiones económicas, políticas e institucionales, el periodismo en el país ha sobrevivido a amenazas de todo tipo. Sin embargo, en los últimos años, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y su proyecto de la “Cuarta Transformación”, los periodistas hemos denunciado un creciente clima de censura y ataques contra la prensa crítica, marcando una etapa preocupante para la libertad de expresión.

Uno de los casos que más ha captado la atención es el de Ciro Gómez Leyva, uno de los periodistas más reconocidos y respetados de México, quien recientemente anunció su salida del país debido a las crecientes presiones y el hostigamiento que ha sufrido. Este hecho ha desatado una ola de preocupación sobre el deterioro del espacio para el ejercicio libre del periodismo en México, aunque los oficialistas y simpatizantes del actual régimen celebren la decisión del periodista al considerar que se han librado de una voz que incomodaba al poder, incluso calificando como que ahora, tendrán un ‘hater’ menos, asumiéndose como parte de ese poder e integrantes de ese movimiento que se autoproclamó “la esperanza de México”. 

EL CONTEXTO POLÍTICO DE LA “CUARTA TRANSFORMACIÓN”

La llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en diciembre de 2018, bajo la bandera de la “Cuarta Transformación” (4T), prometía una serie de cambios estructurales en el país. Se hablaba de combatir la corrupción, reducir la desigualdad, y transformar las instituciones que, según el discurso oficial, habían sido secuestradas por una élite económica y política. La narrativa del presidente se centraba en la construcción de un “nuevo régimen”, donde se privilegiaría la austeridad y la transparencia.

No obstante, esta transformación también trajo consigo un discurso que desde el inicio marcó una línea divisoria clara entre los aliados del presidente y aquellos que lo criticaban. Desde sus conferencias matutinas, conocidas como “Las mañaneras”, López Obrador utilizó el púlpito presidencial para fustigar a periodistas, medios de comunicación y críticos que, según él, están alineados con los intereses del viejo régimen neoliberal.

En particular, ha arremetido contra aquellos que cuestionaban las decisiones de su gobierno o denunciaban irregularidades en su administración, tildándolos de ser “fifís”, “conservadores” o incluso de formar parte de un supuesto “bloque opositor” que buscaba desestabilizar su mandato.

EL CASO DE CIRO GÓMEZ LEYVA

Ciro Gómez Leyva ha sido uno de los periodistas más influyentes en México durante las últimas dos décadas. Conocido por su estilo mesurado pero incisivo, ha dirigido varios noticiarios de televisión y radio, siendo uno de los principales críticos de diversas administraciones, incluyendo la de López Obrador. Su enfoque periodístico, basado en el análisis de los hechos y en la confrontación directa con las incongruencias de las autoridades, lo convirtió en una voz respetada y escuchada por amplios sectores de la población.

No obstante, su postura crítica hacia el gobierno de la 4T lo colocó en la mira del presidente y de sus seguidores. Desde el inicio del sexenio de AMLO, Gómez Leyva fue blanco de ataques verbales desde “Las mañaneras”, donde se le acusó de estar vinculado a intereses empresariales y de ser parte de una campaña mediática contra el proyecto de López Obrador. En varias ocasiones, el propio expresidente lo mencionó por nombre, cuestionando su integridad profesional y sugiriendo que su línea editorial está influenciada por grupos de poder que se oponen a la transformación del país.

Estas declaraciones, aunque no constituyen censura directa en el sentido legal, sí crearon un ambiente de hostilidad hacia el periodista, lo que derivó en un incremento de las agresiones en su contra, tanto en redes sociales como en otros espacios públicos. Al mismo tiempo, este tipo de señalamientos desde la máxima tribuna del país reforzó una narrativa que colocó a los periodistas críticos como enemigos del pueblo y de la “cuarta transformación”, legitimando de forma indirecta la violencia simbólica y física contra ellos, pues el 15 de diciembre de 2022, Gómez Leyva sufrió un atentado a balazos al salir de su noticiario de Grupo Imagen. Y aunque el responsable directo de la agresión se encuentra recluido, el periodista siempre ha supuesto que, el régimen de AMLO, es el probable autor intelectual de esos hechos, “un amigo no le dispara en la cabeza al otro”, mencionó en una de sus emisiones matutinas en Grupo Fórmula y de la que luego, se disculpó. 

En este contexto, la salida de Ciro Gómez Leyva de México se ha interpretado como un síntoma alarmante del deterioro de las condiciones para el ejercicio periodístico en el país. Aunque no se han revelado todos los detalles de las amenazas que ha recibido, la decisión de abandonar el país no es un hecho menor. Representa un golpe simbólico a la libertad de prensa en un país donde, según organizaciones como Artículo 19, la violencia contra periodistas ha alcanzado niveles alarmantes.

CENSURA Y AUTOCENSURA EN EL PERIODISMO MEXICANO

La salida de Gómez Leyva debe analizarse en un contexto más amplio. La censura hacia los periodistas en México no siempre se presenta de manera explícita o directa, como podría suceder en regímenes autoritarios más tradicionales. En su lugar, se manifiesta de formas más sutiles, a través de presiones económicas, legales y políticas que buscan acallar las voces críticas. Los mismos Gómez Leyva y Joaquín López-Dóriga, señalaron que fueron objetos de auditorías prácticamente salvajes por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT) e investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF).

Por un lado, los medios de comunicación en México dependen en gran medida de la publicidad oficial, que sigue siendo una herramienta de control por parte del gobierno. Aunque López Obrador prometió reducir el gasto en publicidad oficial durante su recién culminado sexenio, esta práctica sigue siendo un mecanismo mediante el cual se premia a los medios afines y se castiga a aquellos que critican al gobierno. De esta forma, los medios se ven obligados a adoptar una postura más complaciente con el gobierno para no perder ingresos vitales para su supervivencia.

Por otro lado, el acoso judicial es otra forma de censura que ha ganado terreno. En lugar de reprimir directamente a los periodistas, se les enfrenta con demandas por difamación o por supuestos delitos de opinión. Estos procesos, aunque rara vez culminan en condenas, generan un clima de intimidación y desgaste que busca silenciar la crítica. En este sentido, el caso de Ciro Gómez Leyva es emblemático, pues se le ha atacado tanto desde el poder como desde sectores afines al gobierno, que han emprendido campañas de desprestigio en su contra.

Además, la autocensura se ha convertido en una estrategia de supervivencia para muchos periodistas. La violencia ejercida contra la prensa en México ha sido documentada por múltiples organizaciones, y el país se ha ganado el desafortunado título de ser uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo. Según datos de la organización “Reporteros sin fronteras”, en 2023 México seguía siendo uno de los países con más asesinatos de periodistas en el mundo, superado solo por zonas de guerra como Afganistán o Siria. En este contexto, muchos periodistas han optado por moderar sus críticas o evitar ciertos temas, especialmente aquellos relacionados con el narcotráfico o la corrupción gubernamental.

EL IMPACTO DE “LAS MAÑANERAS” EN LA LIBERTAD DE PRENSA

La principal herramienta de gobierno de la 4T para influir en la opinión pública y deslegitimar a la prensa crítica ha sido la conferencia matutina diaria del entonces presidente AMLO, conocida como “La Mañanera”. Este espacio, que mantiene la actual presidenta Claudia Sheinbaum, se transmite en vivo todas las mañanas, utilizado por López Obrador no solo para comunicar las acciones de su gobierno, sino también para atacar a sus críticos y construir una narrativa en la que los periodistas que cuestionan su administración son presentados como parte de una élite corrupta que busca frenar el progreso del país.

El uso sistemático de “Las mañaneras” para desacreditar a los medios de comunicación y a periodistas específicos, como es el caso de Ciro Gómez Leyva, ha creado un ambiente de polarización y hostilidad que ha minado la confianza en la prensa. Según organizaciones de defensa de la libertad de expresión, este tipo de señalamientos desde la máxima tribuna del país no solo debilitan el ejercicio periodístico, sino que también fomentan un clima de violencia contra los periodistas, quienes son percibidos como enemigos públicos por ciertos sectores de la sociedad.

LA LIBERTAD DE PRENSA EN TIEMPOS DE LA 4T

La salida de Ciro Gómez Leyva de México representa un momento crítico para el periodismo en el país. Aunque México ha enfrentado históricamente problemas en materia de libertad de prensa, el clima actual bajo el gobierno de la “Cuarta Transformación” parece haber exacerbado las tensiones entre el poder político y los medios de comunicación. El uso del púlpito presidencial para atacar a los periodistas críticos, sumado a las presiones económicas y las amenazas de violencia, han contribuido a un ambiente de censura y autocensura que limita el ejercicio de la libertad de expresión.

Es crucial que tanto la sociedad civil como las organizaciones internacionales de derechos humanos mantengan la presión sobre cualquier ejercicio de poder para garantizar que el periodismo pueda ejercerse libremente en México, sin miedo a represalias o censura. La salida de figuras como Ciro Gómez Leyva es un recordatorio de que la libertad de prensa no puede darse por sentada, y que su defensa requiere un compromiso constante por parte de todos los actores sociales.

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