Aurelio Ramos Méndez
Ni con la intercesión de todo el martirologio del catolicismo ni el favor, la buena vibra o el poderoso efecto apotropaico de todos los detentes que su padre portaba en la cartera, Andrés Manuel López Beltrán podrá coronar su anhelo de legitimar el nepotismo y reinstalar su apellido en la presidencia en 2030.
Pecan de ingenuos –o se pasan de bobos— frente a esta realidad inexorable, quienes en afán de atravesarse de patas y manos en el camino del segundo hijo del Peje erogan costaladas de dinero y son capaces de viajar 11 mil kilómetros, hasta Japón, para perseguirlo, acosarlo y espiarlo.
Andy tiene tapiada la ruta hacia la silla del águila. A lo más que puede aspirar es formar un bloque fuerte que incline la balanza a favor de su gallo, si desea preservar el legado de su padre.
La explicación es simple: Al furibundo e inescrupuloso accionar de los adversarios históricos, ideológicos y partidistas de su progenitor, se debe agregar el rudo zancadilleo por resentimiento de quienes fueron vetados por éste en la sucesión 2024, más los codazos y empellones en la fila india de aspirantes a la postulación morenista en 2030.
Hasta el más desprevenido de los observadores ha podido percatarse de esta circunstancia, con la cual –por lo demás— de nada se pierde la Patria. Si el junior de que quiere, quiere, la verdad es que en su tesitura querer es no poder. Y en buena hora que así sea.
Este brote de Amlo llegó a la Secretaría de Organización de Morena, que algunos consideran antesala de la nominación, no a base de esfuerzo propio, haciendo política desde la calle, a ras de suelo, sino en el paracaídas que representó el honroso puesto de su padre, cuyo robusto capital político sueña con rentabilizar.
¿Podría alguien en Morena hacerle ver al vástago del tabasqueño que por ahora sus posibilidades de ascender en la escalera de la política son nulas, por falta de méritos en campaña y para evitar el juego ventajoso e inmoral que entraña el nepotismo?
Dicho esto, vale alertar que los adversarios del obradorismo ya han abandonado su carácter de opositores pacíficos, pasivos, de pugnacidad sólo verbal para adoptar el carácter de opugnadores; es decir, la condición que el diccionario reserva a quienes hacen oposición y resistencia activa, incluso mediante la fuerza y la violencia.
Eso y no otra cosa significa el que quienes combaten al nuevo régimen ahora no sólo husmean en suelo patrio, sino que han decidido incluso desplazar fisgones bien equipados a Europa y Asia Oriental, lo cual devela la intención de emplear todas las armas a su alcance, lícitas o prohibidas, con tal de intentar de nuevo regresar al poder.
De media docena de morenistas no pillados por casualidad sino espiados veraneando en el extranjero, la peor parte de las críticas por la supuesta incongruencia de preconizar austeridad y darse vida de jeque ha recaído sobre el retoño del expresidente. Extraño.
En los medios, de nuevo en tándem y con Aguilar Camín como director de equipo y famosos periodistas como asistentes, se esparce la especie de que, en efecto, hay espionaje pero corre por cuenta del gobierno, por órdenes de la Presidenta Sheinbaum.
Sería así –según opinadores líderes y del montón— debido a que los vacacionistas no le guardan lealtad a ella, sino que acatan la línea política y son operarios de su antecesor, y porque la mandataria ha sido beneficiaria del descrédito de paseantes y ostentosos.
La Jefa del Estado, a quien la oposición considera punto menos que frágil marioneta, ¿de pronto tiene arrestos para rebelarse? ¿En qué quedamos: es blandengue o una fiera?
Mueve a risa que tan sesudos analistas meten en el mismo costal de la lealtad al expresidente a Mario Delgado, los inefables Yunes –padre e hijo– Ricardo Monreal y su dinastía bíblica, Layda Sansores y Sergio Gutiérrez Luna y su esposa Diana Karina Barreras…
Cierto que los políticos suelen pasar de la ofensa al abrazo en un chasquido, pero se antoja una mentira que ni ellos se tragan eso de que Monreal puede ser operador político de quien lo bloqueó en la carrera presidencial del 2024, y que, por añadidura, forma parte del mismo combo que Layda, la hija de El Negro Sansores.
Lo que de plano resulta desopilante es criticar al hijuelo del de La Chingada en razón del nepotismo, en un ámbito donde prácticamente la totalidad de sus integrantes son coyotes de la misma loma.
Cachorros de la Revolución denominó la vox populi la camada que empezó a copar el poder en tiempos de Miguel Alemán, de la cual ya vamos en sus choznos.
La cosa, sin embargo, ha empeorado. Ahora, la mayor parte de la clase política y gobernante ocupa escaños y curules o puestos burocráticos, partidistas y sindicales y empresariales por obra de la consanguinidad y la afinidad.
Son padres, hijos, esposos, novios, primos, tíos, sobrinos, amantes y parientes en general de otros políticos que les abrieron brecha. Amén de los hijos políticos y putativos de otros muchos.
Por sólo citar un caso llamativo, ¿no Felipe Calderón Hinojosa es hijo del exdiputado Luis Calderón Vega y esposo de la diputada Margarita Zavala, cuyo hijo Luis Felipe se enfrascó en dimes y diretes por X con José Ramón López Beltrán, quien defendió a su hermano Andrés Manuel de las insolencias y el maniqueísmo del cachorro panista?
¿Y, no en las cámaras legislativas, en los gobiernos estatales y municipales y en otros entornos han resonado por años los apellidos Moreira, Viggiano, Madrazo, Beltrones, Murat, Monreal, Acosta Naranjo, Ibarra, entre muchísimos más?
Para no hablar de clanes familiares enchufados al poder político y desde luego al erario, algunos –los Riva Palacio—desde hace ¡200 años!, y cuyos actuales portaestandartes viajan por el mundo y hablan de nepotismo sin sonrojarse.
Esta juniorada variopinta se ha lanzado con todo en contra de los morenistas acumuladores compulsivos de lujos y millas en líneas aéreas.
Como si, más allá de ideologías y militancias partidistas, no fuese denominador común de nuestra clase política y la elite gobernante veranear en los mejores sitios de recreo de México y el mundo.
Lugares que la abrumadora mayoría de los mexicanos –de quienes aun al político más modesto lo separa un abismo económico insalvable– no conocen ni en sueños.
BRASAS
Hizo bien la presidenta Sheinbaum en minimizar la amenaza gringa de invasión territorial a México e infundir tranquilidad a los mexicanos, salvo el puñado de polkos desnacionalizados y cada vez más cínicos.
Lo hizo luego de que el despreciable Trump firmó –según The New York Times— una orden ejecutiva que autoriza el uso de la fuerza militar contra terroristas y carteles de la droga –que para él son lo mismo– dondequiera que estén.
Dondequiera es un decir. En América Latina la medida tiene dedicatoria a México; seis de ocho organizaciones señaladas por la Casa Blanca operan en nuestro país.
La mandataria dijo que “vamos a ver cómo está la orden ejecutiva, pero no hay riesgo de que vayan a intervenir en nuestro territorio”, porque esto es algo que se ha conversado a alto nivel bilateral y México colabora en el combate al tráfico de drogas.
Nuestra Jefa del Estado, eso sí, debería haber agregado que con orden ejecutiva o sin ella y por designio geográfico México está a merced de la potencia militar más grande del orbe, cuyo gobierno podría hacer, militarmente y en cualquier momento, lo que le dé la gana.
Ni dopado alguien puede creer que México tiene capacidad para defenderse mediante la fuerza. Ya suman cuatro las invasiones gringas a lo largo de nuestra historia…
La versión del diario neoyorkino puso a unos cuantos progringos a echar cohetes al cielo. Uno de éstos, el usufructuario de una concesión televisiva del Estado mexicano, Ricardo Salinas Pliego.
Este mega evasor de impuestos, deudor de 74 mil millones de pesos al SAT, escribió en X. “¿Que apuestan a que de inmediato el @PartidoMorenaMx saldrá a encubrir a sus socios criminales y tirarse al piso con el tema de la soberanía?”.
Persistente en la atribución a morenistas de nexos con cárteles y grupos delictivos, aunque sin prueba alguna ni valor para hacer denuncias ante el ministerio público, este beneficiario de un préstamo por 29.7 millones de dólares del narco Raúl Salinas de Gortari, también escribió: “Los cuatroteros deben estar muuuy preocupados!”.
Con los gringos, ni modo, sólo caben a nuestro gobierno diplomacia y mano izquierda. Y aplicarles la ley a los pocos pero ruidosos colaboracionistas.
Sobre todo, si éstos son beneficiarios de concesiones de estratégicos, poderosos medios de comunicación…
RESCOLDOS
Otra de cínicos y concesionarios impunes. Joaquín López Dóriga se hizo lenguas con la tragedia de Israel Vallarta, quien pasó veinte años de su vida en la cárcel y al final fue declarado inocente de secuestro. Omitió que el montaje televisivo maquinado por su compañero de establo, Carlos Loret de Mola, fue elemento determinante para semejante injusticia. Y que él, en ese tiempo empleado de Televisa, le hizo el caldo gordo y secundó la cobertura de la infame representación loretista.
aurelio.contrafuego@gmail.com
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