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Suave patria, dura realidad

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Antonio Gutiérrez Victoria

Tú, como todos, eres lo que ocultas

José Emilio Pacheco

Ese mundial lo íbamos a ganar, pero… de forma inconsciente tenemos arraigado un complejo muy grande de inferioridad y nuestra personalidad está dividida entre lo que queremos ser y lo que podemos de verdad. Por eso nos gusta gritar y cantar: <<Sí se puede, sí se puede, sí se puede>>, aplaudiendo rabiosamente con las manos como focas con un trastorno de compulsión hasta sangrar, porque sabemos perfectamente que no se va a poder en la realidad.

Juan Pablo Villalobos

Llegan las fechas patrias y descubro que ya no me entusiasman como antes. Tal vez porque hace tiempo dejé de adornar salones con papel tricolor o de participar en la kermés escolar. Hay rituales que, al abandonar ciertos contextos, también se dejan atrás. En su lugar me envuelve ahora un fulgor confuso: ¿qué sentimientos debo tener hacia mi patria? ¿Cuántas formas distintas existen de sentir el fervor patrio?

Uno de los grandes temas de la literatura mexicana es, sin duda, la mexicanidad. Nuestros autores más destacados han dedicado libros enteros a tratar de descifrarla. Si pudiera preguntarles algo, sería: ¿cómo sienten o piensan la patria? Como no puedo hacerlo, me acerco a sus textos.

Antes, aclaro a qué me refiero con esa idea de “sentir/pensar la patria”. No existe una única manera: las formas son múltiples y están atravesadas por contextos, gustos y experiencias distintas. Cada quien se relaciona con los símbolos patrios a su modo. Están quienes acuden al Grito en el zócalo de la ciudad, quienes lo ven en casa mientras comparten un pozole, quienes lo celebran en una cantina o en una kermés. Otros, en cambio, llevan la patria en un gol de la selección nacional. Todas son expresiones válidas de una identidad que se vive de maneras dispares. Pero me interesa, sobre todo, ese otro grupo que no se conforma con los rituales vistosos y corpóreos: los que intentan sentir la patria, pensarla y cuestionarla.

Quiero partir de cierto sector que asocia la patria con la derrota o, cuando menos, con el sentimiento de la derrota; la derrota como metáfora que explica cierta parte de nuestra vida. No en vano la editorial Sexto Piso editó Breve historia del ya merito (de ahí proviene el epígrafe de Juan Pablo Villalobos), una compilación de ensayos de varios autores y autoras mexicanas sobre la historia de nuestra patria en los mundiales. Desde luego, no hace falta decir que se trata de la perpetua derrota futbolística de nuestra selección.

Al respecto, Juan Villoro ha escrito quizá las mejores páginas. Señala que atesoramos escenas de precipitación que conmueven a un país donde los héroes, “hechos de abismo”, “se despeñan en su última oportunidad”. Una de esas célebres escenas, recuerda Villoro, es la del cadete Juan Escutia. En este grupo, vale la pena mencionar —sin ahondar— el poemario Llegamos tarde a todo de Fernando Rivera Calderón.

Al grupo de los derrotistas que ocupan metáforas futboleras para explicar la realidad mexicana se suman quienes hacen reflexiones en clave antimexicana para hablar de la patria. El que más me ha impactado es Enrique Serna. En su novela El miedo a los animales, su personaje principal, Evaristo, un “pinche intelectual huevón” que terminó siendo judicial y aspira todavía a ser escritor, se encuentra en un largo trayecto hacia Ciudad Universitaria, lugar donde seguirá su tragedia enredosa, pero en ese trance se cruza con un hombre de traje gris que leía el periódico Últimas Noticias, donde se apreciaba (de hecho, no importa cuándo ni dónde, así sea en la ficción) el titular: “LO DE SIEMPRE: DERROTA”, refiriéndose a un fracaso del Tri.

Ese titular derrotista y la atmósfera sepulcral del metro que Serna construye le permiten colar una amarga reflexión antimexicana que es de mis favoritas:

“Para esa gente y para él mismo, el amor a la patria no era un sentimiento enaltecedor, sino un fardo inconsciente, un manantial perenne de autodesprecio. ‘Más nos valdría no ser de ninguna parte. Estamos jodidos, pero ¿quién nos jodió? ¿El PRI, los españoles, Dios, la Historia?’”.

Más tarde, en Giros negros, Serna toca el tema en múltiples ocasiones. Sobre los Honores a la Bandera se pregunta si el país necesita convencerse cada año de su grandeza para salir de las crisis:

“Ajenas al paisaje de su entorno, las banderas kilométricas no pueden fortalecer el orgullo nacional, que brilla por su ausencia en los lugares donde más se le invoca… Mientras el gobierno promueve la veneración del lábaro patrio, la cultura del autodesprecio aflora por todas partes en los hábitos de consumo…”.

Entre estas dos visiones existe, a mi parecer, el puente de la intimidad. El mismo Serna refiere a quien se le considera “El Poeta Nacional” posrevolucionario de México, Ramón López Velarde, como quien “propuso la idea de una patria íntima, en que la nacionalidad fuera una experiencia interior y no una escenografía”. Una idea digna de quien quiere robarle tan solo un gajo a la epopeya.

La otra parte de la historia la tiene José Emilio Pacheco, quien dedicó grandes páginas a López Velarde, compiladas ahora en La lumbre inmóvil. Para Pacheco, la Revolución murió sin que nadie la llorara en una elegía. Aunque el poema más famoso de López Velarde, Suave Patria, fue declamado por el mismo Obregón y se sigue declamando en algunas escuelas, no es nada de eso. Se trata de una anécdota singular que también vale la pena recordar por estas fechas.

El asesinato de Carranza por órdenes de Obregón, la desarticulación de los ejércitos campesinos y las consecuencias de ese contexto dejaron desprotegido a López Velarde, quien no quiso incorporarse al régimen obregonista. Hasta que se le presentó la oportunidad de ser afín al nuevo orden posrevolucionario, que justamente necesitaba un poema épico para afianzar su hazaña en los libros. José Emilio Pacheco se pone en el lugar de Velarde para preguntarse:

“¿Cómo hacerlo si su honradez le impedía elogiar al general que jamás perdió una batalla y congraciarse con los asesinos de su Primer Jefe, que además tenían preso a su amigo y protector Aguirre Berlanga?”

Según Pacheco, “Optó por un poema íntimo que, en vez de cantar al nuevo México obregonista, se despidió del país destruido por la Revolución”. También el mismo José Emilio Pacheco evoca esa intimidad en su célebre poema Alta traición

Suave Patria sintetiza quizá la dualidad o diversidad de las formas de sentir/pensar la patria. Cada uno lo hace desde cierta intimidad, acotado y constreñido por su circunstancia. Valdría la pena seguir el hilo de lo que otros autores y autoras han pensado desde el dolor, la violencia, la desaparición forzada, el viaje, entre otras experiencias. Pero sería demasiado, y seguramente ya existe bibliografía al respecto. Aquí me basta con compartir algunas cuestiones a propósito de las fechas y nada más.

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CONFESIÓN

Confieso que últimamente me han resultado interesantes y muy divertidos los videos con el mote: “México supera a la IA”, que incluyen escenas variopintas de la vida mexicana que sería complicado que una inteligencia artificial alcanzará a concebir por sí misma. Quizá ahí se encuentra otra forma: la del surrealismo cotidiano que ya señaló André Breton.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

Noche de estrellas y gatos

Carlos R. Aguilar Jiménez

Como toda tradición que se ha ganado un lugar importante en la vida cultural y astronómica y se ha convertido en magnífica oportunidad para la divulgación de las ciencias del cosmos, desde hace dieciséis años el Observatorio Astronómico Municipal, institución emblemática de astronomía en Oaxaca que ha inspirado a miles de interesados en el universo y redimido el interés de quienes hoy asumen ser divulgadores, con apoyo de la Sociedad Astronómica de Oaxaca A.C. ambas instituciones con más de medio siglo de actividades, trabajando por el noble placer de enseñar los misterios del universo, con el soporte de decenas de instituciones oficiales y colectivos de arte y cultura, este año, el 29 de noviembre, celebraremos la Noche de Estrellas 2025, en las instalaciones astronómicas del Cerro del Fortín, esta vez con el tema del Gato de Schrodinger.

2025 fue declarado Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica y, al respecto se decidió utilizar como emblema al Gato de Schrodinger, un experimento mental o paradoja que presenta un gato hipotético que puede estar simultáneamente muerto o vivo, un estado conocido como Superposición Cuántica vinculado a un evento subatómico que puede suceder o no. El gato dentro de una caja expuesto a un veneno que se puede activar si una partícula radioactiva se manifiesta o no, es algo que únicamente sabremos si abrimos la caja y vemos, porque en Mecánica Cuántica no hay certezas, únicamente incertidumbre.

Si bien en la Noche de las Estrellas 2025 se utiliza este gato como símbolo, el Observatorio Astronómico Municipal tiene su propio emblema: El gato Saturnino, mascota de la sede fundacional de divulgación y observación astronómica desde 1973, donde casi dos millones de asistentes han observado telescópicamente las estrellas y han participado también de eventos culturales-artísticos, como la sorprendente exposición de que hace gala hace cuatro meses, del Colectivo Arte Guenda con obras donde la naturaleza, la energía femenina y los ciclos de transformación dialogan con el universo, como intervención estética de un dispositivo utilizado en un telescopio del Instituto de Astronomía de la UNAM. La exposición abierta al público registra ya casi siete mil visitantes

Será el 29 de noviembre cuando se realice la XVI Noche de Estrellas en el Cerro del Fortín y donde los asistentes a este evento, legendario ya, conocerán las implicaciones de la mecánica cuántica en ciencia y tecnología, y también al gato Saturnino que, ya tuvo el 27 de mayo, su protagonismo en este portal de información y análisis como columna de: Al Margen, donde al gato de Chesire, de las botas, Garfield, Félix, Tom o Silvestre, se une ahora al de Schrodinger.

 

Saturnino, el gato cuántico anfitrión de visitantes aficionados a la astronomía y amigos leales del Observatorio Astronómico, indica que, si quieres vivir una experiencia llena de estrellas, te espera desde el inicio de la noche en el único lugar en Oaxaca donde todo coincide para observar el cielo, el universo y el paisaje esplendido de Oaxaca: el Observatorio en el Cerro del Fortín.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

DICEN QUE…|| Es importante lo que opinan de ti

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Juan Carlos Salamanca 

Dicen que es importante lo que opinan de ti. Que si te critican, es porque algo estás haciendo mal, que si no encajas, entonces no sirves.

¡Pero no es cierto! 

“Lo que realmente damos al mundo nace de lo que sentimos por nosotros mismos”

De cómo nos miramos al espejo, de la forma en que nos tratamos cuando fallamos.

La opinión de afuera es solo ruido; lo que llevas dentro es tu verdad y cuando esa verdad está basada en respeto y amor propio, nada ni nadie puede apagarte.

Puedes escuchar consejos, claro, pero nunca dejes que una voz ajena pese más que la tuya.

“Porque tu vida no se vive en la boca de otros, sino en tu propio corazón”

Dicen que es importante lo que opinan de ti, pero en realidad, tu verdadero valor empieza cuando aprendes a creer en ti.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

La idolatría en Oaxaca

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Renato Galicia Miguel

“¿No eres toledito?”, le preguntaba en primer lugar Estela Shapiro a cualquier pintor oaxaqueño que la visitaba en su espacio de la colonia Anzures, Ciudad de México,  con la intención de exhibir sus cuadros, me confío en alguna plática la excepcional galerista.

Ese es uno de los problemas de la idolatría o totemismo o culto a los grandes creadores: la imitación artística que lleva a la uniformidad y mediocridad.

Pero no es el principal. Hay peores, más si se da una sincronía entre idólatras e ídolo.

Muchos años antes de ir a Oaxaca a trabajar como reportero cultural en el periódico ‘Tiempo’, allá por 2004, ya tenía una noción del culto que se le rendía ahí al pintor Francisco Toledo.

También sabía que, a principio de los años noventa, el crítico de arte Carlos Blas Galindo, había escrito un artículo publicado en la sección cultural de ‘El Financiero’,  dirigida por Víctor Roura, en el que se refería al maestro juchiteco y al artista ocoteco Rodolfo Morales como los “caciques culturales” de Oaxaca.

Ya residiendo en la ciudad de Oaxaca, supe del chisme de que ese artículo le costó a Blas Galindo la posibilidad  de ser el director del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca —fundado por Toledo—, el hoy tan desprestigiado MACO, porque el textito de marras no le gustó para nada al maestro.  

Este es un problema mayor relacionado no sólo con la idolatría, sino con una posición de poder cultural: las decisiones y acciones a discreción.

No son raras en México. Ni siquiera dentro del llamado sector progresista. Ahí está la vez cuando Carlos Monsiváis pidió la cabeza de Luis González de Alba como colaborador del suplemento de ciencia de ‘La Jornada’ por criticar  corrosivamente a Elena Poniatowska en relación con su icónico libro ‘La noche de Tlatelolco’.

(Luis participó directamente en el movimiento del 68 y estuvo preso en Lecumberri. Escribió al respecto ‘Los días y los años’, la Poni retomó, con autorización de aquél, algunas páginas, pero traduciéndolas al ‘poniatowsko’ y con inexactitudes).

Como se sabe, el resultado no sólo fue la salida de González de Alba, sino la desaparición del suplemento científico que llevaba editando diez años Javier Flores en el otrora emblemático periódico.

La cercanía de los grandes artistas a los poderes político y/o económico es un problema mucho más complicado.

Sobre todo cuando, una vez posicionados y encumbrados, por la idolatría, dejan de ser objeto de la crítica y sólo se les rinde culto.

Cualquier especialista serio lo dice: hay que ver a un personaje histórico  no como héroe, sino como el gran humano que haya sido en su rubro, sí, pero a la par, como un ser de carme y hueso, con sus virtudes y defectos.

Durante una conferencia  que dio en el Palacio de Bellas Artes, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez —entre sus obras están el estadio Azteca, la nueva Basílica de Guadalupe  y el Museo Nacional de Antropología—, deslizó  el comentario de que sería mejor que los arquitectos no se involucraran en la política.

Cuando acabó su charla y salía entre el tumulto, mientras la reportera de ‘Reforma’ le preguntaba una y otra vez cuál había sido el día más feliz de su vida, yo le insistía sobre qué había querido decir con eso de que sería mejor que los arquitectos no se involucraran en la política.

En un momento dado, me encaró y me contestó encabronado:

—Usted debería ser una persona más positiva, no ser tan negativo.

Salvo ciertos casos, como el de Ricardo Garibay y Octavio Paz, digamos,  públicamente, no se sabe a ciencia cierta  qué tan cerca han estado de los poderes político y económico los grandes artistas y escritores.

Lo que sí se sabe es que el presidente Luis Echeverría cooptaba a la clase cultural llevándosela a pasear en sus viajes por el mundo. Ahí está al respecto  algún relato jocoso de Jorge Ibargüengoita donde da cuenta de ello.

Y que, más maquiavélico , el presidente Carlos Salinas de Gortari creó el Conaculta y el Fonca —con sus clones Seculta y Foesca en los estados—para mantener sosiegos a los creadores, incluyendo a los del bando progresista, que se supone son los críticos.

En Oaxaca, en la actualidad, una buena cantidad de creadores progresistas —pintores, intelectuales, escritores, músicos, etcétera— se han aglutinado en torno a la fundación del exbanquero Alfredo Harp Helú, quien carece de autoridad moral y cultural por haber sido beneficiario del Fobaproa —el robo oficial del siglo XX— y adjudicarse, agandallarse caprichosamente cuanto inmueble le guste en el centro de la capital y alrededores, como la Casa de la Ciudad, el Museo del Ferrocarril y el estadio de beisbol Eduardo Vasconcelos, mediante figuras engañosas como el comodato y otras artimañas. Eso, entre varios bisnes más.

Fallecido el maestro Toledo, no pocos artistas, escritores y pensadores mostraron su incongruencia y se afiliaron al harpismo.

La idolatría hacia el maestro Francisco Toledo, quien sin duda era —es— digno de admiración, que no de culto, pasó a ser una práctica  convenenciera hacia el exbanquero: si es el que puede pagar, hay que cuadrarse con él.

(El cinismo es cabrón y no dudo que ya haya creadores y periodistas que idolatren a Harp Helú).

La idolatría deviene en fanatismo y éste mata la crítica, y la falta de ésta mata la cultura.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

CONTRAFUEGO || Entre Utah y Lomas Taurinas

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Aurelio Ramos Méndez

La polarización y su corolario de violencia política, que en México tuvieron expresión inaugural en los tiempos modernos durante el gobierno de Carlos Salinas y su cenit en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, cunden por el mundo de modo alarmante. De Nepal a Estados Unidos y de Argentina a Francia, y amenazan degradar y aniquilar aun a las democracias más robustas.

El más reciente indicio de esta propagación afloró la semana pasada en la Universidad del Valle de Orem, en Utah, EU, donde fue asesinado de un balazo en la garganta ante tres mil personas el activista de ultraderecha Charlie Kirk, adherente del brutalmente agresivo Donald Trump, victima él mismo de un atentado a balazos en 2024.

Y en Katmandú, la capital nepalí, donde una revuelta de adolescentes y jóvenes Z derrocó al gobierno nacional, al costo de 30 muertos y edificios públicos incendiados, una de cuyas víctimas –esposa del primer ministro—pereció quemada viva cuando manifestantes la encerraron en una casa a la cual le prendieron fuego.

O en Francia, donde disturbios populares –incendios, bloqueos carreteros, enfrentamientos con la policía—mantienen el país en grave crisis política y económica, y el pasado martes forzaron la renuncia del primer ministro en rechazo a un plan de ajuste económico de Emmanuel Macron.

La polarización y la violencia como última consecuencia, que a decir de la oposición en nuestro país se inició con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, en realidad es de vieja data.

Durante el salinato fueron asesinados unos 500 militantes del PRD, en una espiral de violencia iniciada semanas antes de los comicios de 1988 con los homicidios de Francisco Xavier Ovando y Román Gil Hernández, colaboradores clave en lo electoral de Cuauhtémoc Cárdenas.

En el ocaso de aquel gobierno la polarización y la violencia política mezcladas con la actividad estrictamente delictiva, cobraron la vida de Luis Donando Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y el arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo, entre muchos.

Vendrían luego el cínico esparcimiento del odio por el establecimiento y Fox desde la Presidencia, durante el proceso electoral de 2006, y la aguda polarización derivada del fraude comicial de Felipe Calderón y sus secuelas persistentes hasta 2018.

Comenzó entonces, es cierto, un periodo de balconeo y señalamientos verbales, muchos en defensa propia, del Jefe del Estado a sus adversarios; ataques que la comentocracia –falaz o despistada– se encargó de certificar como el arranque de la polarización en nuestro país, siendo que ésta se gestó bajo sus narices tres décadas atrás.

Con el paulatino e intermitente ascenso global de la derecha, el apelar a la violencia tomó carta de naturalización en diversos puntos del orbe.

En 2018 el brasileño de retórica incendiaria Jair Bolsonaro –sentenciado el pasado jueves a 27 años de cárcel acusado de planear un golpe de Estado– fue apuñalado en el estómago en una concentración de adeptos.

El 11 de agosto pasado falleció en Bogotá el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, víctima de disparos que recibió dos meses antes, mientras pronunciaba un discurso en un mitin de campaña.

Y en el Parlamento Europeo, diputados de izquierda se negaron a guardar un minuto de silencio por el asesinato del trumpista Charlie Kirk a manos de un ultraconservador más ultra que él, lo que causó que eurodiputados de ultraderecha los moliesen a trompadas.

Se requiere por ello en nuestros lares supremo rigor para forzar conductas civilizadas en quienes, en la derecha y la izquierda, imitan sin pudor corrientes propensas a la incivilidad. 

Con nombres y apellidos y a guisa de ejemplo, es menester monitorizar a Eduardo Verástegui y Ricardo Salinas Pliego, adoradores de Vox, de los supremacistas golpistas de Trump, de Bukele, Bolsonaro, Javier Milei y otros francos promotores de la violencia.

Mención aparte merece en este recuento lo que sucede en Argentina, donde formalmente rige un gobierno democrático, pero en los hechos gobierna –en sentido literal, no figurado—un perro.

Se trata de un Mastín inglés que murió en 2018 y que, según Milei, está en el cielo sentado a la derecha del Uno –así nombra a Dios el sedicente gobernante–, de quien recibe instrucciones sobre cómo conducir aquella nación. 

Las indicaciones divinas –en realidad las que al perro se le ocurren– son comunicadas a Milei mediante una cadena de intermediarios que en la Tierra se inicia con Conan II, clonado de Conan I al precio de 50 mil dólares.

Para el delirante Presidente son dos canes distintos y un solo espíritu verdadero, pues tiene al II por resucitado, no clonado.

El dogo terrenal vive en la residencia presidencial junto con otros cuatro clones de Conan I, y le transmite órdenes de su cosecha –o aquellas de que es portador– a Karina Milei, secretaria general de la presidencia, hermana y soporte psicológico del chalado mandamás, que además tiene el don de hablar con animales.

A una semana de una brutal paliza electoral al oficialista partido La Libertad Avanza, en la provincia de Buenos Aires, nadie les ha explicado a los argentinos del común qué falló en la conducción del terruño de Gardel por esa entelequia que Milei llama Fuerzas del Cielo.

¿Cambió por completo el mensaje del Altísimo en la ringlera de intermediarios del teléfono descompuesto? ¿Le entendió mal al Uno Conan I? ¿No supo Karina decodificar las indicaciones de Conan II?

O, ¿hizo de las suyas el chocarrero y santo espíritu del can resucitado y encaminó a Milei hacia la derrota? ¿Experimentan los milagros un inexorable proceso de devaluación?

Cualquiera que sea la respuesta, es evidente que Dios nada tiene que ver con las patrañas del parlanchín ultraderechista –procaz, mendaz, energúmeno, violento, primitivo, inaguantable—que parece llevar a la Argentina directo y sin escalas a la violencia social.

Durante la campaña a Milei lo echaron a pedradas de un barrio popular y sus seguidores protagonizaron batallas campales con sus rivales. 

A este personaje patentemente desquiciado admira en su ideario e imita hasta en su lenguaje prostibulario uno de los aspirantes a portar el estandarte de la derecha en nuestros pagos, Salinas Pliego.

Lo emula de modo tan acrítico que ni siquiera ha reparado de que Milei llegó al poder desde la nada y chapalea en densa corrupción, pero ya va en caída libre.

Cada quien es libre de elegir su arquetipo, mas no de endosárselo a los mexicanos…

BRASAS

Samarcanda es un libro maravilloso del escritor franco-libanés Amin Maalouf, quien el 29 de noviembre próximo recibirá en la FIL de Guadalajara el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2025. 

Un pasaje de esa obra, que aborda la historia de Persia, puede servir para describir lo que quizá ocurrió en la junta del magnate Ricardo Salinas Pliego con un grupo de sus empleados, en la cual se destapó como aspirante a la Presidencia.

En la novela se narra una audiencia del todopoderoso, caprichoso y aterrador señor de Transoxiana, Nars Kan, que disfrutaba de premiar y a la vez humillar a sus visitantes, haciéndoles recoger con la boca dinares de oro de una bandeja.

“Has hablado bien. Que tu boca se llene de oro”, era la fórmula que usaba para impeler a la abyección, a lo que casi nadie se resistía bien por temor a la cólera del soberano o por codicia.

Así pudo verse, en un encuentro con una veintena de poetas, a una poetisa que recitó inspirados versos de su autoría y tuvo luego que sufrir la deshonra de tomar con la boca 46 dinares, entre aplausos y burlas de los cortesanos.

No se requiere imaginación para ver a Salinas Pliego ordenándoles a sus convocados más obsecuentes “¡que tu boca se llene de oro!”.

Al destape el jueves 11 concurrieron a hacerle el caldo gordo al potentado, entre otros súbditos, Sergio Sarmiento, Javier Alatorre, Leonardo Curzio, Alejandro Villalvazo, Ezra Shabot y Lourdes Mendoza.

Se desconoce quiénes de entre este grupo padecieron la vejación de hincarse a recoger con la boca monedas de oro, ni cuántas de éstas consiguió el más codicioso; pero de que eso pasó, pasó. 

O, como suele decirse de las brujas: aunque no las veas, de que existen, existen.

En la fascinante novela de Amín Malouf el poeta de las famosas cuartetas Rubayat, Omar Jayam, tuvo que ingeniárselas para sortear la coyuntura sin arrastrar su dignidad.

Llegado su turno, adujo que se hallaba en ayuno por el Ramadán y así pudo justificar su negativa de arrodillarse por unas monedas. 

Hasta donde se sabe, ninguno de los empleados del concesionario de TV Azteca y contumaz evasor fiscal tuvo el valor ni la gallardía de decir nones.

RESCOLDOS

Ha vuelto a las andadas el partido verde, que nunca ha tenido vocación de poder sino de comparsa. Durante cuatro décadas desde su fundación se ha coligado con las fuerzas de todo el espectro político. El senador Luis Armando Melgar adelantó que el PVEM podría romper su alianza con Morena, porque este partido está infestado de ratas. Un hilillo de sangre bajó por la comisura de sus labios. Precisó que algunas de tales ratas son el exgobernador de Chiapas, Rutilio Escandón y los integrantes del grupo político de Adán Augusto López.

aurelio.contrafuego@gmail.com

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

Reconquistar la necesidad de las palabras

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Antonio Gutiérrez Victoria

Durante algunos meses he coqueteado con la tentación de empezar a escribir una columna. Me han retenido ciertas inquietudes: la inexperiencia, la repetición y la falta de motivación. ¿Cómo salir de ese fango?

La inexperiencia, porque ¿de qué cosa podría escribir un joven? En el amanecer de la vida está todo por conocerse y ser explorado. Y quizá sea esa su función primigenia: antes que una muestra de lo que se conoce, sería una exploración constante de lo que uno va descubriendo. Y en esta podría observarse, entonces, como proceso, las ideas que van dando forma a una mente. La columna como proceso de aprendizaje, de conocimiento y de exploración.

La repetición, pues, de nuevo: ¿qué cosa nueva podría decir un joven sobre el mundo? Aquello de que la historia se repite resulta ya un lugar común. Tal como lo señala Emiliano Álvarez en su Ensayo biográfico sobre Mariano Azuela, es la historia —“ese autómata invencible que esconde un enano maestro”— la que nos “impone la triste necesidad de repetirnos”. Pienso, por ejemplo, en las columnas de opinión política que tratan el acontecer de la vida pública como una novedad, aunque ciertas situaciones se repitan una y otra vez.

Aun así, me parece que este no deja de ser un espacio valioso para compartir las ideas que uno va encontrando mientras lee. Sobre todo, porque creo en aquello de que la lectura no se impone, se contagia. El acto por el que se aprende algo de una buena frase, incluso de un buen libro, me parece que consiste en compartirlo con cierta alegría.

La motivación, por otra parte, me lleva a las siguientes preguntas: ¿Vale la pena hacer algo así? ¿Son suficientes las razones anteriores para asumir una responsabilidad como la de escribir? ¿Cómo escribir algo original en el mundo de la inteligencia artificial? ¿Es necesario, o siquiera posible, ser original? ¿Alguna vez lo ha sido? ¿Vale la pena escribir, aunque nadie te lea?

Cada uno escoge su respuesta a la primera y a la última pregunta. Uno se construye su propio sentido para hacer lo que le gusta. Si se escribe, quiere decir que algo vale la pena para ser escrito, incluso cuando escasean los lectores.

Quizá sea eso lo que me motiva a presentar aquí una cita que me ronda la cabeza desde hace un año. No encuentro mejor ocasión para compartirla. El escritor chileno Alejandro Zambra, en su singular colección de reflexiones sobre su propia obra, observa que entre los personajes de su novela Bonsái existe una tensión entre dos generaciones: la de los escritores consagrados y la de los jóvenes, estos últimos tienen el desafío tan grande – dice Zambra – de “encontrarse con el peso de las palabras, reconquistar su necesidad, incluso cuando sabemos que se han vuelto todavía más transitorias, más perecederas, más borrables que nunca”.

He decidido, al menos por el momento, tomar esos tres puntos de partida para comenzar, si no una columna por lo menos una colaboración que espero sea semanal y que me sirva, de cierto modo, para reconquistar la necesidad de las palabras en una era que se empeña en hacerlas efímeras.

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Venerar a Quetzalcoatl

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Carlos R. Aguilar Jiménez

Después del tiempo de creencias y supersticiones, de la época del pensamiento mágico y animismo donde proliferaron chamanes, brujos y hechiceros, surgió el pensamiento religioso y, de venerar a muchos dioses, politeísmo, uno para cada fenómeno natural, inexplicable en ese entonces, nació la religión monoteísta, de un solo Dios verdadero, obviamente, para sus devotos, porque todas las religiones dicen que la suya es la verdadera, y en eso tienen razón, así que como en todas las civilizaciones, la prehispánica no fue excepción y veneraron a múltiples dioses en cada pueblo o región, siendo los más famosos y populares los de los mexicas o aztecas.

Quetzalcóatl, Tláloc o Huitzilopochtli eran los dioses principales venerados por nuestros antepasados durante siglos, hasta que, con la llegada de Colón y Cortés, fueron dados de baja, eliminados del panteón prehispánico al considerarlos ídolos satánicos, deidades paganas del mal y fetiches heréticos, imponiendo a su Dios “verdadero” del cristianismo, que a su vez fue impuesto a todos los europeos por el imperio romano.

Hoy, que vivimos una era de ilustración, científica, de conocimientos basados en experimentos que nos explican matemática y físicamente los fenómenos de la naturaleza, ya no se necesitan dioses de la lluvia, el trueno, la fertilidad o lo que sea, porque todo tiene una explicación como fenómeno natural; ni tenemos que hacer sacrificios ofreciendo corazones humanos a Tonatiuh para que el sol salga todos los días, no obstante, la disociación cognitiva determine que soslayemos la ciencia para aferrarnos a nuestra creencias sagradas, aunque sean cuentos para niños, como serpientes que hablan o arcas donde quepan todos los animales del mundo.

Hoy que todos son cristianos, católicos, apostólicos, romanos y guadalupanos, fervientes veneradores de las distintas advocaciones de la Virgen María, gracias a la llegada de los españoles ya no iremos directo al infierno por idolatras, porque ahora se cree en el único Dios verdadero y, todo aquel que venere a Quetzalcóatl o cualquier dios precolombino comete pecado, apostasía y repudio a Cristo, al Papa, a los católicos y principalmente a los devotos guadalupanos mexicanos que ya comienzan a preparar para su peregrinación anual del 12 de diciembre, no para venerar a Tonatiuh en el Museo de Antropología, sino a la “Madre” de México en la Basílica.

Apolo, Thor, Zeus, Júpiter, Afrodita, Brahma, Visnú o Huehueteotl hoy son dioses dados de baja, descontinuados y llevados a mitologías, como en el futuro le ocurrirá al cristianismo, así que venerar a dioses mitológicos como Quetzalcóatl es una falta de respeto a las creencias mas profundas de los cristianos guadalupanos mexicanos. 

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LA X EN LA FRENTE || ¿Qué va a pasar con la Escuela Judicial Electoral?

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Moisés Molina*

No sé qué idea tenga usted de los posgrados, concretamente de las maestrías y los doctorados, pero para mí resultan aventuras apasionantes y oportunidades para aprender y especializarse.

En mi ámbito de realización profesional, que es el político-jurídico-académico un posgrado tiene enorme valía por donde quiera que se le vea. 

Desde lo más burdo , representado por aquellos que buscan “estatus”, y hasta quienes los cursan por verdadero compromiso con la producción de conocimiento nuevo, los posgrados constituyen el motor que hace que la ciencia avance. 

Tengo el privilegio de formar parte de la quinta generación del doctorado en derecho electoral de la Escuela Judicial Electoral que este viernes ha iniciado.

En medio de la incertidumbre que implica que la EJE deje de ser parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para pasar a integrar el organigrama de la nueva Escuela Nacional de Formación Judicial, el doctorado y toda la oferta acadéica que viene atrás de él permanecen incólumes.

Y es que para nadie es un secreto que antes que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue el Tribunal Electoral quien se puso a la vanguardia en la tarea de educar e investigar el fenómeno jurídico y político de México, sus entidades, América y el mundo por conducto de su Escuela Judicial.

La EJE deberá seguir siendo referente y si lo que se quiere es fortalecer unificando la formación y la investigación jurídica desde la rama judicial, se le debe fortalecer y mejorar cuidando de todos esos extraordinarios perfiles de los que echan mano las mejores universidades. 

La EJE ha sido y debe seguir siendo la aguja en el pajar. Ninguna institución en México te brinda posgrados gratuitos de altísimo nivel en sus contenidos y en todos y cada uno de sus docentes. 

Seguramente , conocedor de todo esto Sergio Molina, nuevo titular de la Escuela Nacional, tendrá en lo que todavía es la Escuela Judicial Electoral un pilar sólido para que su trabajo brille. 

Ahí donde las cosas van bien, no es necesario meter mucha mano y la EJE se ha mantenido siempre exclusiva a su función de educar e investigar. 

Luis Octavio Vado , que viene llegando como director a la EJE, es un brillante académico con mucha energía que seguramente hará una excelente mancuerna con el Magistrado Molina Martínez. 

Nosotros iniciamos este doctorado con tres materias fundamentales: teoría jurídica contemporánea, metodología de la investigación jurídica y axiología jurídica bajo la dirección de otros tres autorizados académicos, los doctores Raúl Ávila Ortiz, Enrique Figueroa Ávila y Athos Cuevas Campillo. 

Y con mis compañero de varios estados del país estaremos juntos cuatro años desarrollando lo que cada uno ya ha elegido como tema de tesis doctoral. 

No pensamos solo en la meta y desde luego que disfrutaremos el viaje para que desde nuestra propia realización personal y profesional, entreguemos a la ciencia del derecho electoral productos dignos de reflexión y además con potencial transformador de la sociedad, sus procesos y sus instituciones.

A fin de cuentas la ciencia, sobre todo las sociales, tienen la misión de transformar las sociedades para que todas y todos vivamos mejor. 

Esa es la verdadera valía del conocimiento experto.

*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca 

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

La cultura en Oaxaca

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Renato Galicia Miguel

Cuando fui a laborar como reportero a Oaxaca por primera vez, allá por 2004, la vida cultural me pareció un remedo de lo que Jairo Calixto Albarrán —el del suplemento  ‘El Búho’ editado en ‘Excélsior’ por René Avilés Fabila, no el de ‘Milenio’— bautizó como el eje Coyoacán-Condechy-Cultisur de la Ciudad de México.

Carecía de  carácter propio, estaba visualizada, proyectada,  planeada  para artistas foráneos que, en parangón con la mofa de José Joaquín Blanco en su libro ‘Función de medianoche’, eran —son— como esos defeños que, fueran de vacaciones a donde fueran, siempre llevaban en su corazoncito su pequeño Defe y lo reproducían indiscriminadamente,  de manera tal que nunca conocían ni madres de la cultura del lugar al que llegaran a visitar.

Reinaba ese ambiente de lo que el investigador de la UNAM, Gilberto Jiménez define como ‘alta cultura’,  el que el poeta istmeño César  Rito Salinas llamó en su momento “el círculo de los cultos”, que consistía en ir del  IAGO al teatro Macedonio Alcalá, pasando por el MACO, y luego vuelta y vuelta y vuelta.

Acaso después ampliarían la vuelta a los espacios agandallados por la fundación del exbanquero beneficiario del Fobaproa —el robo del siglo XX—Alfredo Harp Helú e incluso al Centro de las Artes de san Agustín Etla, conocido como CASA.

Aunque sobreviven algunas mafiecillas de esa época, junto con artistas, escritores, periodistas, investigadores e intelectuales —foráneos y locales—incondicionales o serviles a ellas, sobre todo después de la pandemia, la producción, quehacer y vida cultural en Oaxaca ha cambiado.

Y ha cambiado para bien gracias a la acción de una fauna cultural joven local y foránea, rebelde, rompemadres, contestataria, contraria al establishment, a los negocios depredadores como la editorial Almadía que se presenta como independiente cuando que es puro ‘marketing’, al folclorismo, al mal gobierno —que parece nunca acabar—, a la gentrificación y turistificación, al Oaxaca de moda y al Oaxaca disney.

Es un movimiento disperso y diverso, amplio y denso que desde abajo, desde la autonomía y/o la marginalidad, está redefiniendo la cultura en Oaxaca, dándole otra proyección, otra intención, una personalidad propia.

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DICEN QUE… || Lo que te pasa te marca para siempre

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Juan Carlos Salamanca

Dicen que lo que te pasa, te marca para siempre.

Que si tuviste mala suerte, ahí te quedas.

Que si alguien te hirió, no hay manera de sanar.

¡Pero no es cierto!

No está en ti lo que ocurre a tu alrededor. 

No eliges las tormentas, ni los tropiezos, ni las injusticias, ¡pero sí está en ti cómo reaccionas!

Puedes dejar que las heridas se se queden abiertas y siempre duelan o transformarlas en cicatrices que cuentan tu fuerza.

Puedes quedarte en la queja o decidir dar un paso aunque te tiemblen las piernas.

Puedes ser víctima de la historia o autor de tu propio capítulo.

La vida siempre tendrá momentos que no pediste, pero tu respuesta es lo que realmente te define.

Dicen que lo que te pasa marca para siempre, la verdad es que lo que te hace fuerte es cómo eliges reaccionar.

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