Carlos R. Aguilar Jiménez.
Actualmente, excepto algunos devotos desinformados de la historia de la civilización y la historia de las ciencias médicas; así como los fanáticos religiosos para quienes la fe y algún libro que dicen sagrado es su fuente de información, los que sabemos que la pandemia que vivimos no es ningún castigo divino, ira de dioses o demonios o enojo de Dios por ‘pecadillos’ o lo que sea se les ocurra para culparnos por perversos, siendo que la pandemia se debe a la explosión demográfica, pronta diseminación de contagios y enfermedades por medios de transporte y principalmente por la mutación de virus. Seguir creyendo como en la Antigüedad o Edad Media que Dios nos castiga, hoy sería una sandez social e insulto a los médicos, porque es la medicina científica la que ha mejorado nuestra calidad y tiempo de vida y la que sana a enfermos.
Inicia Semana Santa, una semana fallida para la religión que la origina y sus fieles, porque en pleno tiempo de fervor religioso, cuando se supone desde el cielo Dios nos observa ––si en verdad existiese y fuese como dicen: omnímodo, omnisciente y omnipotente, capaz con su voluntad de crear el Universo, la Tierra, los animales, el agua, la vida y humanidad––, absolutamente nada le costaría acabar con los virus, milagrosa, divina o prodigiosamente, pero no, no lo hace porque no existe o no le importamos, permitiendo mueran horriblemente decenas de miles de contagiados, niños, jóvenes y adultos sin que con su poder infinito haga algo para impedirlo, debiendo ser los nobles médicos, enfermeras, investigadores y personal dedicado a la salud, quienes hagan lo que puedan para aliviar el sufrimiento de pacientes, mientras algún científico encuentra una vacuna o remedio, al mismo tiempo que el Papa desde su ostentoso bunker del Vaticano y los sacerdotes se dedican a orar e invocar sabiendo que no sirve de nada, de la misma forma que los enfermos de Covid-19 y familiares, quienes de inmediato acuden a un hospital en busca de un médico y si acaso agrava de un respirador artificial, no de un sacerdote o crucifijo. Estamos en Semana Santa, período sagrado para religiosos cristianos, una semana en que el Papa, cardenales y sacerdotes, si bien algunos de buena fe creen que los rezos ayudan, lo cierto es que únicamente científicos y médicos, son quienes nos protegerán, esos científicos que desde W. Harvey quien fue quemado por la iglesia hasta Galileo y miles más que fueron excomulgados o condenados, son los que han aportado datos de conocimiento científico que ahora acumulados, en breve nos darán la vacuna o antídoto para el Covid-19. Llega con la Luna Llena, rosa, en perigeo, la Pascua Florida y conmemoración de la crucifixión de Jesús, una fecha que debería ser ocasión prodigiosa para que los virus, milagrosa, divinamente, desapareciera debido a la omnipotencia de esa deidad que nos abandona a pesar de que dicen somos sus hijos, o dicen se esconde en los insondables misterios de sus planes, planes malignos.