+ Concepto extraviado; sigue siendo el “invisible”
Ahora que los trabajadores de la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión lograron captar la atención del Gobierno del Estado, deberían plantear que junto con la revisión a sus demandas también se hiciera realidad el tantas veces prometido rescate de los medios electrónicos oficiales. Es lamentable que a pesar de que han cambiado las administraciones y los partidos en el poder, ésa siga siendo una pequeña isla gubernamental en la que ni el tiempo pasa ni la visión cambia.
Aunque hoy parezca algo imposible de concebir, en algún tiempo —y hasta eso, hace no tantos años— la televisión gubernamental de Oaxaca era considerada una de las más importantes del país.
En aquellos momentos —tomando en cuenta su cobertura en las más importantes regiones del Estado, y el hecho de que en cientos de comunidades rurales las señales de Cortv son las únicas que captan los aparatos de radio y televisión— el Canal 9 de televisión oficial tomó la responsabilidad de contribuir a la educación básica, a través de proyectos como el de la Teleprimaria, que tuvieron amplio reconocimiento a nivel nacional, y que incluso sirvieron de base para la creación de esquemas similares en otras entidades de la república mexicana. Esto, además de que también gozaba del reconocimiento por el contenido cultural y de divulgación de la diversidad de costumbres y tradiciones existentes en nuestro estado.
Sin embargo, desde entonces y hasta ahora el problema central de la Cortv, respecto a los contenidos que ofrece al público oaxaqueño, ha sido exactamente el mismo: que éstos se encuentran sujetos siempre al arbitrio, la imaginación y las ocurrencias del director en turno.
Incluso, además de que hace mucho tiempo que no llega a dirigir la Cortv una persona verdaderamente especializada en esos temas, también queda claro que la programación, los contenidos y el enfoque de esas señales no ha tenido ni un rumbo definido, ni recursos económicos, ni ha habido sensibilidad para hacer a un lado la improvisación, y poder hacer verdadera televisión pública de calidad para los oaxaqueños.
El problema no es de ahora. Hace más o menos una década, comenzaron a eliminar de sus contenidos mucho de lo que caracteriza a la radio y televisión pública y, por meras conveniencias políticas, se enfocaron a hacer de los noticieros el eje fundamental de sus transmisiones.
A partir de entonces, se marcó una inercia que no ha podido ser interrumpida: siempre, la producción de verdaderos programas relacionados con la televisión pública han sido menospreciados; se ha dado preeminencia a los noticiarios para tratar de “posicionar” al gobernante y los funcionarios en turno que interesan al régimen; se ha menospreciado la posibilidad de tomar decisiones, o establecer criterios, para garantizar un manejo informativo verdaderamente imparcial y no sujeto al interés o la censura del grupo gobernante.
E incluso, la otrora premiada televisión oficial de Oaxaca ha servido como escaparate para el ensayo o la imitación de programas (infantiles, de “revista” para la mujer, e incluso musicales) propios de la televisión comercial, pero inadmisibles —y muy mal logrados— para el tipo de programación que debían tener señales como las de la Cortv.
RESCATAR LOS
MEDIOS OFICIALES
Particularmente, el conflicto magisterial y popular ocurrido en 2006 en la capital oaxaqueña, demostró el potencial y la incidencia que tienen la radio y la televisión en el ánimo social: si bien se recuerda, el incremento en el nivel de crispación de los oaxaqueños en aquel momento, fue directamente proporcional a la cantidad de medios electrónicos que los profesores integrantes de la Sección 22 del SNTE, y de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, tenían en su poder.
De hecho, el 1 de agosto de aquel año un grupo de mujeres integrantes de los grupos inconformes, llegó hasta las instalaciones de la Cortv para exigir a su entonces directora, Mercedes Rojas Saldaña, que les diera espacios en radio y televisión para la difusión de su propia versión de lo que entonces ocurría. Ante la negativa natural de la funcionaria, éstas decidieron tomar indefinidamente las oficinas, y hacer uso de las señales para dar a conocer lo que ellas defendían.
El resultado fue que un importante número de habitantes de la capital oaxaqueña y municipios conurbados, pudo conocer por primera vez, de viva voz, lo que pretendían tanto la Sección 22 como la APPO. Y luego, con la ocupación y utilización clandestina de otras radiodifusoras comerciales, el problema social alcanzó dimensiones de enojo social que, aún con el repudio popular por la represión, no había alcanzado hasta entonces.
El resultado fue el nuevo arrinconamiento de la Cortv. Una vez terminado el conflicto, el gobierno estatal ya había decidido dar por concluidas las transmisiones de la Corporación (utilizando una lógica que, en sentido coloquial podría resumirse en el dicho popular de que “muerto el perro se acabó la rabia”) y liquidar uno de los involuntarios iconos del conflicto popular ocurrido aquel año.
Sólo que la insistencia tanto de los trabajadores, como la necesidad de explotar los permisos federales para la utilización del espectro radioeléctrico, fue lo que impidió que eliminaran al Canal 9 y las estaciones de radio, de la oferta de medios de los oaxaqueños.
Sin embargo, de nuevo nadie se preocupó por hacer de esas señales algo mejor. El actual gobierno nuevamente prometió hacer un rescate de las señales y reenfocar sus contenidos, pero tal parece que todas fueron promesas lejanas. Hoy se siguen reproduciendo las mismas prácticas, vicios e insuficiencias en el Canal 9. Y tal parece que lo único que cambió fueron los conceptos y los colores de su imagen institucional. Pero todo, incluyendo la parcialidad informativa, la improvisación, y la visión equivocada de siempre, sigue igual que cuando no había promesas de cambio.
UN TIP
Según su ley de creación, la Cortv tiene como función: “La planeación, elaboración producción y transmisión de programas de radio y televisión que promuevan el desarrollo del Estado, difundan y preserven la cultura de sus pueblos, los programas educativos de las autoridades competentes y las actividades gubernamentales que en cumplimiento a disposiciones legales y al contenido del Plan Estatal de Desarrollo, realicen por conducto de órganos y dependencias del Estado”. Dejar de improvisar, y cumplir con ese mandato podría ser un buen comienzo.