Pobreza en América Latina fuera del radar, pero nuestra realidad

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Carlos Villalobos

Entrando ya en el tercer año de la pandemia, y teniendo una nueva variante silenciosa respirándonos en la nuca, parecía que 2022 sería el año de la recuperación, de la relajación de las medidas de protección frente a la COVID-19 y la puesta en marcha del mundo como lo conocíamos, sin embargo, los análisis económicos y sociales de 2021 en temas de pobreza y de desarrollo social, al menos para América Latina y el Caribe, no son nada halagadores.

El presente al que nos estamos enfrentando pasó de una crisis sanitaria a una muy pronunciada crisis social y económica, que no hizo más que recrudecer. Aunque organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) veían un crecimiento del producto interno bruto de al menos un 6.2%, esto no será lo suficiente para promover en la mejora de las condiciones de vida de las personas. 

La pandemia por COVID-19, no hizo más que develar la importancia que tienen las políticas públicas de protección social, como lo es la educación, la alimentación, el trabajo formal y específicamente la protección de la salud. Para mejorar las condiciones de todas y todos es fundamental que en la región se impulse una agenda para poder satisfacer las necesidades básicas de todas y todos; aunque algunos países realizaron esfuerzos notables, brindando apoyos en especie y en transferencias económicas, desde el comienzo de la pandemia, el que los contagios y la muertes por el virus Sars-Cov2 hayan puesto en peligro miles de vidas, con la disminución lo de contagios se debe evitar que disminuyan dichos apoyos, ya que esto condenaría a miles de familias a la pobreza ya que al retirar de golpe la ayuda humanitaria millones de personas quedarían a la deriva frente a la pobreza.

Hoy nos enfrentamos a una realidad que se ve afectada por el alza indiscriminada de los precios, en donde cada vez hay menos empleos, las brechas de desigualdad se han incrementado y parecería que nuestras autoridades no reaccionan a lo que sucede en la realidad y solamente se quedan en discursos y buenos deseos.

El panorama pinta cada vez peor, recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha anunciado que para 2022 y 2023 el crecimiento de América Latina y el Caribe no sobrepasará el 2.6% de crecimiento, lo que representaría el que la recuperación de una de las regiones más desiguales del mundo no se sobrepondrá, al menos en el corto plazo.

Aquí es donde viene la pregunta ¿qué hacer?, a lo que de una forma muy honesta les respondo, no lo sé. Sin embargo, las Naciones Unidas, la OMS, la CEPAL o el FMI han puesto especial énfasis en la cooperación, el trabajo en equipo y la corresponsabilidad, que por el bien de nuestras comunidades deben permear y “contagiar” a nuestros pueblos, antes que alguna otra variante de la COVID-19 que tanto daño nos ha hecho o que el fantasma de la guerra (y sus efectos) nos terminen de patear.

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