Enrique Domville
Está demostrado que una vez nacidos, nuestra biología cambia por enfermedades, accidentes o el deterioro propio de la edad, por el adecuado o no adecuado uso del cuerpo, pero lo cierto es que nuestros genes no cambian, seguirán siendo los mismos, desde el nacimiento hasta la muerte. Lo que si cambia es nuestra persona, con las múltiples posibilidades de aprender y la interpretación a esto. Baggini afirma que el mundo nos da nuestro lugar y este define quienes somos y nuestras relaciones con los demás son nuestra identidad externa, la social. Pero poseemos un yo interno, que según Noam Chomsky está regido no por la política, sino por la economía (deseo de tener lo material) que es lo que define nuestra sociedad y se basa en que hayan más ricos y tener contentos a más personas; pero si recordamos a Cicerón (106 a. C. – 43 a. C.), nos habla de la filosofía del deber y menciona: “Contribuir al bien general con el intercambio de actos de bondad, dando y recibiendo, y con nuestra capacidad, nuestra industria y nuestros talentos a cimentar con mayor fuerza la sociedad humana, hombre con hombre”. Este autor, propone explorar la idea de que renunciemos a hacer lo correcto para hacer lo conveniente. Por su parte, Confucio (551 a. C. – 479 a. C.), dijo: “El hombre superior piensa en la virtud; el hombre pequeño piensa en la comodidad” y dijo también: “La mente del hombre superior se ocupa de lo justo; la mente del hombre pequeño se ocupa del beneficio”. Recordemos que somos libres, que nosotros elegimos los caminos, cómo somos y qué queremos hacer, nuestro albedrio, nuestra libertad nos conduce a lo que queremos hacer y esto nos define de qué somos en realidad. En el mundo actual, en donde el pobre muere de hambre en las sociedades marginadas y en las sociedades pudientes el pobre puede ver televisión, realmente es un mundo de contraste regidos por el poder económico, quien decide a conveniencia el hacer. Regresando en el tiempo recordemos a Platón (427 a. C. – 347 a. C.), quien nos habla de un estado ideal con un “Gobierno agradable, con la repartición entre iguales y desiguales de una manera sin distinciones.” En la actualidad, Popper, menciona que hemos caminado a la comprensión de los hechos, pero poco se hace para modificarlos. Otro filósofo de la edad moderna, Peter Singer, nos dice en sus clases de ética práctica, que en los países pobres, uno de cada cinco niños muere antes cumplir los cinco años de edad. Lo que tenemos que cambiar es nuestra forma de actuar. No dar dinero a quien lo necesite en la calle o las organizaciones humanitarias, lo que está bien, pero podemos dar más cambiando nuestra actitud ante aquellos que sus condiciones, no son iguales a las nuestras; este autor utiliza una frase de la Madre Teresa: “Si me fijo en la masa nunca voy actuar. Si miro a la persona actuaré”. La conciencia social, la económica y la política basados en la distribución de los recursos que pueden o quieren destinar a obras de ayuda, no se puede comparar al bien que cada uno de nosotros como individuos podemos aportar, no de manera económica, pero utilizando nuestra capacidad de ponernos en el sitio de otros que se encuentran vulnerables por edad, por no tener las mismas capacidades físicas o mentales que los demás. Diversos autores han mencionado que la empatía, la comprensión y los valores se aprenden y se deben ejercitar y no dar la espalda a ellos, considerando que en cualquier lugar se puede practicar la consideración a los vulnerables; pensando en el dicho popular “Como te veo a lo mejor me veré”. El mundo actual podría ser otro si todos pensamos en lo que personalmente podemos hacer y no dejando la responsabilidad a otros por ser parte de organizaciones sociales, políticas, o económicas, pues éstas verán primero sus intereses y de acuerdo a su posibilidad y visión harán lo que les convenga. Sin embargo, de manera personal, ser amable con los que interactuamos, en cualquier episodio social ya sea personal o prestando tus servicios para alguien, es un forma de pensar en calidad de la persona.
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