+ Predominan los pactos oscuros y revueltas
El Partido Revolucionario Institucional en Oaxaca, es hoy como un rompecabezas de mil piezas, parecidas y esparcidas, que nadie sabe bien a bien por dónde comenzar a armar. Lejos de querer practicar cualquier tipo real de operación cicatriz, e incluso de cierta convivencia equilibrada y armónica, los distintos grupos de poder que confluyen a su interior se encuentran en una guerra declarada tanto por la dirigencia estatal, como por las postulaciones rumbo a la elección federal del próximo año que, valga decirlo, ya se encuentra a la vuelta de la esquina. En la medida que se alimentan los extremos, al priismo se le desdibujan las posibilidades de la competitividad y el retorno a la senda del triunfo.
Queda claro que hoy ninguno de los grupos que disputa un espacio al interior del tricolor, está dispuesto a buscar equilibrios. Por un lado, se encuentran los grupos encabezados por militantes de ese partido que, en conjunto, se denominan “corriente renovadora”, los cuales en última instancia pretenden desplazar a la dirigencia del diputado Federal, Eviel Pérez Magaña, para tomar el control del partido y allanar ciertos intereses, muy precisos, que buscan ellos.
En la contraparte, se encuentra la dirigencia de Pérez Magaña, quien insiste en pretender que por su sola ascendencia como ex candidato a Gobernador, y por haber sido el designado por el Jefe Político del otrora grupo gobernante para encabezar los trabajos del priismo, todos los tricolores respeten su investidura y la dirigencia que encabeza.
Queda claro que, frente a estas ideas, se encuentra el cuestionamiento casi unánime de todos los priistas (institucionales, moderados y “reformadores”), que no alcanzan a ver un liderazgo verdaderamente construido y consolidado, ni a un dirigente fuerte que tiene la capacidad de tomar decisiones eficaces para el priismo, y hacerlas valer independientemente de las órdenes o recomendaciones que le dicte el ex gobernador Ulises Ruiz desde la Ciudad de México.
En un tercer punto, se encuentran aquellos priistas ciertamente institucionales que, sin embargo, no por ello respetan la ascendencia y la “mano” que tiene el dirigente Pérez Magaña en el camino al Senado de la República. Éste grupo, encabezado por los coordinadores parlamentarios tanto de la Cámara baja federal, como de la fracción priista en el Congreso del Estado, Héctor Pablo Ramírez Leyva y Martín Vásquez Villanueva, pretenden construir liderazgos independientes de la decisión del priismo y, en algunos casos, han caído en el extremo del intento de madruguete que, si bien no está prohibido, sí rompe con las reglas no escritas sobre las postulaciones dentro del tricolor.
En el fondo, queda claro que nadie pretende llegar a acuerdos institucionales internos. Y ese es el origen del problema. Es decir, los “reformadores” no encuentran otro camino para una posible reconfiguración de los factores de poder al interior del tricolor, que no pase por la salida del dirigente Pérez Magaña; éste, continúa aferrado a que le respeten, sólo “porque sí”, su posición y ascendencia; y los otros aspirantes principales al Senado (la gran mayoría de los demás sólo pretenden hacer públicas sus aspiraciones, para luego declinarlas a cambio de una negociación política) parecen incluso tener una especie de “acuerdo común” para que las postulaciones a la Cámara alta queden sólo entre ellos, pero sin permitir la participación o la apertura a más posibilidades.
¿Qué queda de todo esto? Que en su situación actual, la confrontación, en efecto, tenga nulas posibilidades de ser resuelta a través de un acuerdo que satisfaga a todos. Esto porque, simplemente, todos quieren todo. Y el problema, en realidad, es que como todo partido político, el tricolor necesita recuperar su competividad rumbo al proceso electoral del año venidero. Y simplemente no podrán hacerlo en las condiciones de confrontación y encono que prevalecen actualmente.
LUCHA, CON REGLAS
El pasado martes hubo un encuentro en la ciudad de México, entre el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Humberto Moreira Valdés, y la llamada “corriente reformadora” del priismo en Oaxaca.
Sobre los resultados de la reunión, se tienen al menos dos hipótesis distintas: la primera, que el Líder Nacional del PRI les reiteró que la única legítima es la dirigencia estatal de Eviel Pérez Magaña; y la segunda, difundida por los mismos tricolores oaxaqueños, que Moreira prometió enviar, en dos semanas, a un delegado con funciones de Presidente del Comité Directivo Estatal, para que inicie un proceso de renovación de las estructuras partidarias del tricolor.
Ninguna de las dos versiones, asumida a pie juntillas, parece posible. Sería inaudito, en las condiciones actuales, que la Dirigencia Nacional recibiera, en sus oficinas centrales, a un grupo de priistas, sólo para decirles que ni habrá cambio ni habrá intervención del CEN para remediar el conflicto interno que ocurre en Oaxaca. Tal versión no es creíble, porque aún cuando el Comité Nacional pudiera respaldar de lleno a Pérez Magaña, ello no tendría por qué equivaler a que cerrara los ojos a un problema real, que puede ser potencialmente riesgoso para el priismo, y que necesita ser atendido con rigor y urgencia.
Empero, la segunda versión tampoco es del todo creíble. Aún con su fuerza, el CEN no puede pasar legalmente por encima de la dirigencia estatal. Les guste o no, a todos, el CDE es encabezado legalmente (quién sabe si en el terreno de lo legítimo se pueda decir lo mismo) por Pérez Magaña.
Y estatutariamente, sólo se podría enviar a un delegado con funciones de Presidente del Comité Estatal, si hubiera ausencia formal absoluta del Líder estatal. Esto, como queda claro, no ocurre, ni ocurrirá. En las condiciones actuales, no parece haber poder humano que haga renunciar a Pérez Magaña a la posición partidaria que hoy ostenta.
¿Y EL ARREGLO?
Lo único que sí sería creíble, y posible, es que dentro de poco el CEN respaldara públicamente a la dirigencia estatal, por ejemplo a través de una visita de Moreira al priismo oaxaqueño. Pero antes, necesariamente, debe enviar a un delegado po-lí-ti-co, para que medie y atempere la disputa interna que hoy ocurre. Finalmente, el PRI deberá abrirse para todos. Lo interesante será ver cómo, bajo qué esquema de negociación, y a pesar de quién —y de qué posiciones— comienza a ocurrir este doloroso proceso de apertura. Será como hallar la aguja de oro, dentro de este gran pajar.
Adrian, tu análisis es interesante y, en buena medida, cierto. Sin embargo, es evidente que el priísmo oaxaqueño no ha sabido ser oposición. No estaba preparado para ello. La horfandad en la que ha caído el priísmo ha desorientado a la mayoría y, en consecuencia, algunos se han doblegado ante el poder público, otros se han aterrorizado frente a la persecución y muchos se han desmoralizado al observar que quienes pelean o de pronto se ostentan como “reformadores” son quienes sólo quieren al partido como COTO de poder o para repetir en una candidatura o ascender a otra. El PRI cavan su propia tumba si da paso a candidaturas de esa especie. Hay (y porqué no decirlo: HABEMOS) infinidad de oaxaqueñas, oaxaqueños o mexicanos preparados, con experiencia y sobre todo con autoridad mora,l para ir al Congreso (la Cámara o el Senado). Quienes ya andan en campaña han dado muestras de ser unos inútiles y dan pena ajena. La gente se pregunta: los dejará pasar Peña Nieto o Moreira?