+ PRI Oaxaca: Por qué nadie para sus cuotas
Pareciera que la historia del priismo oaxaqueño, es cíclica. El grupo que aún detenta el control de la dirigencia estatal del PRI, y que en otros tiempos tuvo el control pleno no sólo del gobierno de Oaxaca, sino del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido —e incluso estuvieron en posibilidades de llegar a la Presidencia de la República—, ha tenido como leit motiv de sus derrotas, el agandalle. Y ahora, pareciera, se preparan exactamente para lo mismo. Veamos si no.
Volvamos el tiempo al no tan lejano año de 2004. Cuando el ahora ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz se convirtió en candidato a la gubernatura del Estado, el grupo político al que pertenecía tenía el control pleno del priismo a nivel nacional a través del tabasqueño Roberto Madrazo Pintado, y se encontraba en francas posibilidades de regresar, apenas un sexenio después, a la Presidencia de la República.
La candidatura de Ruiz al gobierno de Oaxaca, fue obtenida directamente gracias a ese control, sin permitir que hubiera algún tipo de concurso o elección abierta a otros militantes que pudieran también aspirar a la postulación. Fue, en palabras sencillas, una demostración clásica del “dedazo”, pero ahora manifestada no desde la Presidencia de la República, sino desde la dirigencia nacional del tricolor.
Ulises Ruiz llegó al gobierno de Oaxaca flanqueado por lo que hasta entonces parecía una dirigencia nacional fuerte del PRI. Roberto Madrazo lucía —y se hacía lucir—, desde el CEN priista, como el único candidato capaz de hacerle frente a las intenciones del gobierno federal panista, de imponer un candidato y, a través de carretadas de dinero, hacerlo ganar de nuevo la Presidencia de la República. Sólo que Madrazo, siendo el padrino y mentor político de Ruiz, realmente creía que los cargos y las postulaciones se ganaban por la vía del “agandalle”, y no a través de métodos medianamente democráticos.
Todo esto lo demostró cuando llegó el momento real de la disputa por la candidatura presidencial, y se dio cuenta que, como es natural, ni tenía de su lado a todos los priistas de las diversas regiones del país; ni toda la militancia, y mucho menos la cúpula tricolor, permitiría, sin chistar, que Madrazo se hiciera de la candidatura presidencial sin antes pasar por el consenso, la competencia o la pluralidad respecto a todos los factores de poder.
El llamado Tucom (Todos Unidos contra Madrazo) se creó justamente para eso: para evitar el “agandalle” madracista. Sólo que éste se encontraba decidido a no poner en juego sus aspiraciones presidenciales, y entonces decidió pasar por encima de todos (la entonces secretaria General, Elba Esther Gordillo, gobernadores, líderes regionales, senadores, diputados federales, priistas de ascendencia, y la militancia en general, a la que tampoco preguntó si él debía ser el candidato presidencial).
El resultado de eso fue que, al final, todos lo traicionaron, o cuando menos le dieron la espalda. Al momento de la votación, en julio de 2006, la gran mayoría de los gobernadores rechazaron la posibilidad de volver a tener un Presidente-Jefe Político del Partido; todos vieron el retorno del verticalismo radical al PRI a través del Presidente de la República; y entonces muchos de ellos decidieron pactar su apoyo al PAN o PRD en los comicios presidenciales. Y por eso Madrazo, en su derrota, llevó no sólo el peso de su imagen, sino también el costo extra de todos los frentes de batalla que abrió, dentro de su partido y antes y durante la campaña, para hacerse de la candidatura presidencial y mantenerla a como diera lugar.
DOS REPETICIONES
El gobierno de Ulises Ruiz no distó de esa “tradición”. Aquí, mientras el Jefe Político de los priistas fue también el Gobernador del Estado, las cosas se mantuvieron por la verticalidad en cuestiones partidistas: aquí, sólo la palabra del Gobernador valía para designar candidatos a todos los cargos de elección popular. Todos aquellos que durante el sexenio 2004-2010 detentaron algún cargo —legislativo, municipal o estatal—, no fue por sus méritos, sino por la decisión del Jefe Político.
Esa era una tradición, además de todo, entendida. Sólo que al llegar el momento de las definiciones sobre la sucesión gubernamental, de nuevo apareció el fantasma del agandalle y ese fue un factor importante para que, otra vez, todo terminara rompiéndose. El gobernador Ruiz no tomó en cuenta ningún otro factor que no fuera su conveniencia particular.
Se decidió, en la persona de Eviel Pérez Magaña, por el menos competitivo y conocido de los posibles candidato. Desplazó, descalificó y ninguneó, hasta llevarlos al punto del enojo, a todos los demás aspirantes a la Gubernatura. Y al final, todos sin excepción, contribuyeron a una derrota electoral de múltiples factores, al negarse a cualquier forma real de involucramiento con ésta, que era la batalla política más importante de todas sus vidas.
Hoy, por ejemplo, nadie quiere hacerse cargo, ni contribuir al priismo, porque señalan que es inadmisible que Eviel Pérez Magaña construya su candidatura al Senado teniendo como trampolín la dirigencia estatal del PRI. Lo señalan, con cierta razón —aunque también con mucha paranoia y ánimo de justificar sus propias aspiraciones—, y señalan que todo aquel que desee ser líder priista y no esté cooptado por el gobierno o los grupos contrarios al del ex gobernador Ruiz, necesariamente debe renunciar a cualquier aspiración respecto a las Cámaras federales.
Dicen, con cierta razón, que si desde la dirigencia tricolor se prepara de nueva cuenta un “agandalle” de la fórmula al Senado y las diputaciones federales, lo que habrá será un cisma de magnitudes importantes. Es decir, se terminará de romper un partido ya de por sí muy quebrado. Y el problema es que hasta hoy, nadie ha sido el “sacrificado” que diga que pretende hacer algo por el priismo, sin tener de por medio sus aspiraciones personales.
SUBEJERCICIO
Ayer, varios diputados federales del PRI, organizaron un foro para denunciar el subejercicio en que, dicen, está incurriendo el gobierno estatal. Esto, que podría parecer un mero acto de revanchismos partidistas, fue más allá, al reunir a más de 100 ediles y unas 20 organizaciones sociales. Ahí, resolvieron presentar un punto de acuerdo en San Lázaro para que el gobierno de Oaxaca explique por qué no aplica el presupuesto a casi ocho meses del presente ejercicio fiscal. Abundaremos.