+ Diputados lucran con función, pero no se comprometen
Ayer iniciaron las comparecencias de secretarios de la administración estatal ante el Congreso del Estado, como parte de la glosa del Primer Informe de Gobierno. Ese acto, que para muchos ilusos puede entrañar democracia y rendición de cuentas, en realidad no es sino un circo en el que se ve y se escucha de todo, pero que, objetivamente, no sirve para nada.
Si los legisladores locales se jactan de ser realmente democráticos y comprometidos con las causas ciudadanas, debían de avergonzarse del formato planteado para estas primeras comparecencias, y por ende debían también tomar medidas para evitar este grosero circo en el que únicamente se agrede a la sociedad oaxaqueña. Veamos si no.
Ayer por la mañana, inició el ciclo de comparecencias con el secretario de Desarrollo Agropecuario, Forestal y Pesca, Salomón Jara Cruz. Tanto su participación en ese ejercicio, como la de los diputados, dieron cuenta puntual de lo que será esta supuesta evaluación legislativa del trabajo de las dependencias estatales, y de la enorme oportunidad de hacer algo positivo por Oaxaca que, como en muchas otras ocasiones, están desperdiciando a la vista de todos.
Y no. El problema no sólo radica en el hecho de que las comparecencias sean un auténtico circo, sino sobre todo en el hecho de que éstas no tienen impacto alguno en la evaluación del trabajo realizado, o en el establecimiento de compromisos sobre las deficiencias. No. Las comparecencias sirven sólo para que los diputados se luzcan señalando, cuestionando y descalificando a los servidores públicos, y para que éstos vayan e informen lo que les viene en gana.
En ese sentido, fue demostrativa la comparecencia del secretario Jara Cruz. Desde el inicio se estableció que el formato de la comparecencia incluiría una primera intervención del funcionario, para después escuchar los posicionamientos de diputados representantes de cada una de las fracciones parlamentarias integrantes de la Comisión, quienes podrían hacerle hasta tres preguntas. Finalmente, tendrían derecho a participar los diputados en iguales circunstancias, teniendo el funcionario la obligación —se supone— de responder a los cuestionamientos de los representantes populares.
Esas fueron las condiciones de la primera comparecencia, y seguramente serán las de todas las siguientes. En ese sentido, el secretario Jara Cruz llegó al Congreso a hacer una exposición simple y escueta de su primer año de trabajo y, como luego se lo señalaron los diputados, su comparecencia no sirvió sino para hacer una relectura de lo que ya se había asentado en el documento que contiene el Primer Informe de gestión del gobernador Gabino Cué.
Luego escuchó los reclamos tanto de los diputados opositores del PRI, como de los integrantes de la Coalición Legislativa. De hecho, y para sorpresa de los presentes, fueron mucho más críticos los diputados coalicionistas que los opositores. Representantes de por lo menos tres de las fuerzas coaligadas le pidieron su renuncia al cargo. Todos, sin excepción, le reprocharon su falta de resultados, y le formularon preguntas sobre su desempeño que, al final, éste optó por evadir, por confundir o simplemente por quedarse callado.
Fue, como era previsible, mucho “bla, bla, bla”, y mucho circo político para regodeo de quienes sienten que tienen todo el poder en las manos; pero al final todos —el funcionario compareciente y sus examinadores, los diputados de las comisiones de Pesca, y Agropeacuaria, Forestal y Minería— se fueron a casa quizá satisfechos por haber contribuido a que esos cuestionamientos, exigencias, ataques y recriminaciones hubiesen quedado sólo para la anécdota; pero, por un lado, que el campo, la pesca y la producción agrícola de la entidad, siga tan mal como siempre; y que, por el otro, el funcionario siga tan campante e impune en su cargo, también como siempre.
COMPARECENCIAS “CHIMUELAS”
Las comparecencias, en las condiciones actuales, no tienen ninguna utilidad real. De nada sirve que cuestionen, señalen y hasta intenten defenestrar a un funcionario, si al final de todos modos la comparecencia no sirve para establecer compromisos a cumplir en un tiempo determinado (so pena de ser separado del cargo ante un incumplimiento), ni es un método para coaccionar al funcionario a un mejor desempeño; y mucho menos es resultado de un trabajo conjunto, verdaderamente en comisiones legislativas, entre los representantes de la administración pública y los diputados locales.
Las comparecencias, en esa circunstancia, no son sino un circo. El bajo perfil de los diputados, y la deficiente forma en la que comparecen los servidores públicos, inhibe en sí mismo la posibilidad de que la presencia del funcionario en el Salón de Plenos sea para una verdadera evaluación ciudadana, y para un auténtico cuestionamiento de los representantes populares. Es decir, que como una suerte de mecanismo de control político entre los diputados y el gobierno, este ejercicio es un poco más que inservible.
Además, las vociferaciones, las burlas y las exigencias de renuncia no sirven de nada, si los diputados no pueden exigir hechos o resultados concretos a los funcionarios, y si tampoco tienen herramienta alguna para ejercer cierta presión o coacción tanto para que informe del estado real en que se encuentra la dependencia a su cargo, como para que se obligue a cumplir con ciertos deberes en los que ha incumplido, en no lo ha hecho satisfactoriamente, o en los que debe mejorar para seguir mereciendo continuar en la responsabilidad.
Sin embargo, como nada de eso existe, todos en la comparecencia reían. Reía el secretario Jara Cruz como gesto de impunidad frente a los legisladores que lo cuestionaban, pero que no podían hacer absolutamente para obligarlo a modificar una sola de las conductas o deficiencias reprochadas. Y también reían los legisladores, cuando lo señalaban, cuando se burlaban, o cuando le reprochaban libremente por su ineptitud, por su falta de resultados, e incluso por sus antecedentes como protagonista de la pintoresca grilla local.
¿MUCHA DEMOCRACIA?
Evidentemente, el resultado es pésimo. Así irá al Congreso, cada uno de los funcionarios llamados a la glosa. Y así, al final, todos dirán que cumplieron con la ley. Pero, ¿habrán cumplido con Oaxaca, y con una ciudadanía que espera más hechos concretos, y menos circo, de quienes tienen en sus manos las tareas del Estado? Seguramente no.