Carlos R. Aguilar Jiménez
La mayoría de municipios de Oaxaca, sustentando sus gobiernos pueblerinos o de aldeas y caseríos en el sistema de “abusos y malas costumbres”, pretextando acuerdos de asamblea ejidal o comunal, segregan, discriminan y excluyen a quienes, no obstante paguen impuestos y extorsiones como cooperaciones “voluntarias” para la fiesta religiosa del santo del que lleva el nombre el pueblo, celebración del barrio, tequio o lo que se les ocurra, en contra de todas las tendencias mundiales de inclusión, integración y no al racismo o segregación, consideran avecindados o intrusos a quienes les vendieron un terreno en esos pueblos, permitieron construcción de casas y ya habitadas las convierten en fuente de extorsión y despojo, violando leyes estatales, federales y acuerdos mundiales, sin rendir cuentas, entregar recibos y violando derechos humanos o de libre circulación.
El primer ejemplo de extorsión y abuso sustentando en abusos y malas costumbres, es San Felipe del Agua, donde por acuerdos de comuneros, únicamente los racistas indígenas que se dicen dueños del Parque Estatal de San Felipe, impiden el paso de personas a los cerros, de la misma forma que Calpulalpan e Ixtepeji, donde hasta por llevar mascotas cobran y, ahora Tlalixtac, quienes cobran por intentar caminar en el Sendero de Juárez pagado y construido por el gobierno federal, incluidos los pasos peatonales violando el artículo 11 de la Constitución, que permite a cualquier mexicano entrar, salir, viajar y cambiar de residencia dentro del país sin necesidad de permisos especiales, salvoconductos o pasaportes..
Abusos y malas costumbres es la forma correcta como se debe clasificar su forma de mandar, que incluye obligar a sus propios habitantes a desempeñar trabajos sin recibir estipendio alguno por su desempeño, igual que esclavos y, como además las aldeas no producen nada, ni generan riqueza o abundancias por no existir propiedad privada de terrenos, se aprovechan de cualquier atractivo interesante, ya sea natural o artificial para extorsionar a quien se pueda o sumisamente pague.
Así como los pueblerinos y aldeanos cobran hasta por entrar a sus feos pueblos, como el de Tierra Colorada, recíprocamente debiera cobrarse a los pueblerinos de San Felipe del Agua y otras aldeas por entrar a la ciudad de Oaxaca, por venir a disfrutar de los atractivos de la ciudad. Eso sería justo; si los aldeanos cobran por circular, entrar o salir de senderos, montañas o ríos nacionales, cobrarles por entrar a la ciudad sería correcto, porque no son de aquí, son intrusos, avecindados que se indignan porque a sus paisanos los discriminan en Estados Unidos y lo mismo hacen a los mexicanos que quieren entrar a sus pueblos y aldeas a disfrutar de la naturaleza que es de todos, excepto si eres racista pueblerino educado para ser abusivo, arbitrario, excluyente y racista indígena.
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