Aurelio Ramos Méndez
Si alguna duda subsistía respecto a que en nuestro sistema político-partidista la derecha se halla dispersa en distintas formaciones, pero instalada en su totalidad en la ultra más osada, la realidad se encargó de disiparla con los abiertos guiños del relanzado PAN al fascismo.
Se necesita candor para creer que existían además una derecha a secas y una centro-derecha moderada, light, democrática y refractarían a la violencia, si en 2006 el candidato presidencial de la supuestamente más ligera no tuvo empacho en sacar el ejército a las calles para consumar su usurpación del poder.
Más aún si el usurpador –de quien ahora se dice que acaricia la insensatez de regresar a la política activa– dejó el país convertido en un camposanto, con alrededor de 150 mil muertos en una guerra contra el narcotráfico comandada… ¡por un capo del narcotráfico! hoy preso en Estados Unidos.
La vocación filo fascista mostrada con orgullo por el blanquiazul en su relanzamiento le hizo caer por completo la careta de derecha civilizada y hasta progresista con la cual bogaba desde su fundación en 1939.
Tan bien ocultó a lo largo de todo este tiempo su real ideología ultraconservadora que engañó incluso a los suyos.
En los 60 del siglo pasado los más ultras de aquellos tiempos emparentaban al PAN con la democracia cristiana y hasta lo consideraban cercano al comunismo, tal como lo publicó con alarma Federico Müggenburg en su libro del 70 La cruz, ¿un ariete subversivo?
¡Volverían a morirse, si vieran el descaro filo fascista, quienes como Müggenburg advirtieron peligro de comunismo por la breve militancia en el ultraderechista partido de un puñado de periodistas genuinamente progresistas!
Sobresalían entre aquellos comunicadores temporalmente extraviados en los meandros de la derecha extrema Miguel Ángel Granados Chapa y el poeta Alejandro Avilés, a la postre director de la Escuela de Periodismo, Carlos Septién García.
A la luz del relanzamiento panista es fácil atisbar que en 2030 la desperdigada y minúscula pero peligrosa ultraderecha tendrá por lo menos tres prospectos para la grande:
Uno, el patético émulo del estrafalario anarcocapitalista y libertario argentino Javier Milei, Ricardo Salinas Pliego. Otro, el actor Eduardo Verástegui, babeante admirador del abominable Donald Trump. Y el tercero, quien resulte ganador de la rebatiña panista por la estafeta.
En el naipe blanquiazul destacan Ricardo Anaya, Xóchitl Gálvez, Claudio X., Lorenzo Córdova, Lilly Téllez, Kenia López, Maru Campos y otros aspirantes, por más a los ojos de ciudadanos comunes entre todos no hacen un caldo de candidato.
Perfiles de suspirantes aparte, ni dopado alguien puede creer que la ultraderecha tendrá posibilidades reales de alzarse con la victoria. En los nuevos tiempos de alianzas satanizadas los 16.5 millones de votos obtenidos por Gálvez en 2024 serán repartidos entre tres prospectos.
De aquella votación 9.5 millones correspondieron al PAN, 5.7 millones al PRI y 1.1 millones al PRD, lo que significa que cada uno de los factores del binomio PRIAN –el PRD ya es difunto– está cerca de perder su registro como partido, algo que podría concretarse en los comicios intermedios.
Todas estas conjeturas, claro, dependen de cómo quede al final el sistema de partidos y de los números que arrojen las votaciones 2027.
En todo caso, es previsible que en el ínterin el dirigente Jorge Romero estará a dieta de sapos, con objeto de poder decir así sea entre arcadas que “¡alianzas siempre sí!”, y quedar en aptitud de coligarse con las fuerzas que apuntalen a Salinas y Verástegui, más las que se arrimen al fogón.
Si en 2024 la derecha extrema se presentó atomizada a la contienda –por su lado andaba entonces como rueda suelta el hitleriano Gilberto Lozano, y Calderón duro y dale empeñado en aupar a Margarita– no hay razón alguna para suponer que esta vez será distinto.
Amanuenses de la oposición hacen esfuerzos para tratar de establecer diferencias en el menú de supuestas y distintas derechas –sencilla, centrista y ultra–. Pierden el tiempo. En nuestro medio toda derecha es ultra y lo único que hay en el mercado.
De hecho, el PAN ha sido históricamente el núcleo de la derecha extrema, radical, facciosa y violenta. Les ha dado cobijo a los personajes más impresentables de esta corriente.
O, ¿no en el PAN militaban parientes políticos de Héctor Aguilar Camín, integrantes de la dinastía Mastretta, asentados en Puebla, fundadores del temible MURO, el troglodita Movimiento Universitario de Renovadora Orientación?
Y, ¿no el panismo ultramontano liderado por José González Torres, en los 70 y al grito de “¡cristianismo, sí; comunismo, no!” quemó masivamente libros de texto gratuitos “comunistoides” y “pervertidores de menores” por el contenido de estos sobre historia y educación sexual?
Para mayores indicios, ¿no en ese partido, heredero del Partido Católico Mexicano –aquel que apoyó el golpe de Estado de Victoriano Huerta—operan personajes vinculados con organizaciones ultras como la española Vox, y admiradores de Bukele, Bolsonaro, Milei, Trump y otros angelitos?
Admitámoslo. Romero les hizo un favor a los mexicanos al despojar al PAN de su máscara y dejarnos ver que en nuestros pagos derecha hay una sola y toda es ultra.
RESCOLDOS
“Y tú que te creías el rey de todo el mundo”, cantaba Cuco Sánchez la ranchera que le viene como anillo al dedo a Ricardo Salinas Pliego. “Y, cruel y despiadado, de todos te reías”, gorjeaba el de Altamira, como pensando en este magnate dizque lanudo, que en realidad vive de prestado— y de la estafa. Acaba de saltar de la soberbia al ridículo. Atenazado por la justicia de EU y México, que le exigen pagar miles de millones que intenta robarse, Salinas salió mansito a pedir paz y diálogo con sus acreedores. Como diría Cuco: “A dónde está tu orgullo, a dónde está el coraje”. O, mejor: “me alegro que ahora sufras y llores y te humilles…”.
Por la vía de hecho, Estados Unidos ya se apropió del Caribe y el Pacífico oriental. Lo resguarda como si fuera su solar, con nutrida flota de buques de guerra, submarinos, drones y un arsenal de espanto. Lleva diez ataques a lanchas que, según su muy devaluada palabra, transportaban drogas, con saldo de medio centenar de muertos. Y no hay quien lo pare. Ni siquiera se sabe que México o algún otro país hay desplegado, así sea de manera sigilosa, una estrategia diplomática internacional para tratar de frenarlo. Como en los tiempos de Contadora y el Grupo de Río. Lástima…
Será porque es temporada de zombis, pero Roberto Gil Zuarth y Miguel Osorio Chong ya abandonaron sus tumbas políticas. Salieron para negar que en 2024 buscaron ser candidatos plurinominales al Congreso ¡por Morena! Los balconeó el petista Gerardo Fernández Noroña. Admirable consistencia ideológica la de estos consumados trepadores…
aurelio.contrafuego@gmail.com
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