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La ciudadanía oaxaqueña merece saber, con detalle, cuál fue el contenido del acuerdo mediante el cual los verbeneros que llevan meses en el primer cuadro de la capital oaxaqueña, fueron desalojados de la zona, para reinstalarse impunemente la misma tarde del 16 de septiembre. Los oaxaqueños no merecemos ese nivel de burla tanto de profesores como de autoridades. Y por eso debía quedar claro cuál fue el contenido del acuerdo, y por qué la autoridad permitió que la Sección 22 retomara el zócalo para sus actividades comerciales.
En efecto, la historia de ésta última semana en Oaxaca es de una verdadera burla: al iniciar la semana pasada, el Ayuntamiento de Oaxaca, junto con la Policía Estatal, anunciaron un operativo para el desalojo de la Plaza de la Constitución y la parte de la Alameda de León que permanecía en manos de los comerciantes ambulantes protegidos de la Sección 22.
Según se informó, los verbeneros decidieron desalojar el área antes de ser echados por las fuerzas del orden, pero los integrantes de la Sección 22 que tenían ahí sus campamentos dijeron que no se moverían, y hasta quemaron basura y restos de las techumbres dejadas por los verbeneros, según en protesta por el desalojo. Por eso, las fuerzas municipales y estatales ingresaron al perímetro pero sólo para realizar labores de limpieza y no para recuperar un área que antes de eso ya había sido desocupada por quienes ilegalmente la mantenían en su poder.
Lo que ocurrió después es historia: se anunció que gracias a que la zona había sido despejada, habría ceremonia del Grito en el Palacio de Gobierno encabezada por el Gobernador del Estado, y desfile militar al día siguiente; previo a la ceremonia, la noche del 15, una marcha de la Sección 22 llegó hasta las inmediaciones del zócalo citadino e intentó ingresar a la plaza principal, bajo el argumento de que iban a impedir la realización de la ceremonia del Grito. Fueron replegados por elementos de la Policía Estatal, pero luego de un enfrentamiento que ahuyentó a todo aquel que tuviera ganas de acercarse a presenciar la ceremonia o para divertirse en alguno de los establecimientos de la zona.
Lo que ya no supimos fue qué pasó después: el 15 en la noche la propia Sección 22 lanzó advertencias en contra de la ciudadanía de que instalaría retenes y barricadas en distintos puntos de la entidad. Finalmente no lo hizo, y tampoco intentó boicotear el desfile militar que se realizaría la mañana del 16 de septiembre.
Pero la misma tarde de ese día, luego de que pasó la efervescencia y el temor por el enfrentamiento entre la policía y los profesores, y con toda la libertad del mundo —ya con la permisividad de la Policía Estatal, que ahora recibió la orden de no impedirles el paso cuando la noche previa sí los contuvo— los profesores de la Coordinadora y los verbeneros lisa y llanamente regresaron a ocupar las dos plazas principales del Centro Histórico de la capital, como si nada hubiera ocurrido.
¿Quién negoció? ¿Qué negociaron? Y sobre todo, ¿por qué esa enésima capitulación incondicional de la autoridad, ante las presiones de la Coordinadora?
SIMULACIÓN Y COMPLICIDAD OFICIAL
De entrada sería necesario que quedara claro quién negoció por parte del gobierno para la desocupación del zócalo. Porque esto resulta de la mayor importancia, ya que según los hechos este fue un absoluto acto de simulación que no benefició a nadie: la Sección 22 de todos modos boicoteó la ceremonia cívica de la noche del 15 de septiembre; el gobierno estatal se quedó con las ganas de “despedirse” civilizadamente de la ciudadanía; los comerciantes de la zona de nuevo vieron con tristeza cómo el radicalismo y la estupidez les ganaron la batalla en un día que preveían algún tipo de recuperación en sus actividades; y la ciudadanía, una vez más, vio frustrada la posibilidad de pasar una fiesta cívica en paz y alegría, como se supone que es la noche mexicana del 15 de septiembre.
Por eso, si todo fue una simulación, lo importante sería saber quién, y a cambio de qué, negociaron con la Sección 22 ese desalojo a medias, por tres días, del zócalo y la Alameda de León. Sería importante saber, incluso como un ejercicio de transparencia, qué se negoció y qué ofrecieron a cambio (dinero, impunidad, prebendas, etcétera) de que los profesores decidieran retirar “voluntariamente” a los verbeneros a los que ellos controlan y cobran derecho de piso, para que se realizara la ceremonia.
A estas alturas sería importante saberlo, al menos por dos razones: si hubo una negociación política, la que sea, queda claro que los propios profesores de la Coordinadora no la cumplieron; y segunda, cualquier cosa que se haya ofrecido, la que sea, para que se retiraran temporalmente, es a estas alturas una ofensa directa de la ya de por sí lastimada ciudadanía que ha visto cómo reiteradamente se negocia a sus costillas y todo el costo de esas negociaciones se le carga a la pérdida de derechos de la ciudadanía.
INTOLERANCIA
En ese mismo marco de impunidad se inscribe la artera agresión que recibió nuestra compañera fotorreportera Citlalli Cid, que fue intimidada sólo por hacer su trabajo. ¿Les da vergüenza que les tomen fotos a los monigotes que pierden el tiempo en el plantón? Vergüenza debería darles estar ahí, a la vista de todos, en una lucha que sólo lastima infinitamente a la gente. Nuestra solidaridad con Citlalli, y nuestro repudio más honesto y sincero a la brutalidad e intolerancia de los “democráticos” que con esos actos demuestran ser lo más retardatario y repugnante de la lucha social en Oaxaca.