+ Improductividad, conspiraciones y traiciones, sello distintivo
La LXII Legislatura terminará en medio del enfrentamiento de la fracción panista, la hegemonía silenciosa de la bancada priista, y la desaparición material de todas las corrientes de izquierda. Al final, esta Legislatura, que tuvo como sello distintivo inicial la pluralidad, termina plegada oficiosamente, y por completo, a los intereses del gobierno electo, pero además olvidando que fue la ciudadanía, y no ellos, quien definió las características políticas de la presente Legislatura, que ellos ya dieron por descontadas.
En efecto, la actual Legislatura es muy singular dentro del proceso de alternancia de partidos en el poder público en Oaxaca, porque en ella hubo la representación de nueve partidos políticos. Otra característica particular fue que a pesar de esa enorme pluralidad de la representación, el modelo de organización interna de la Legislatura llevó a que sólo hubiera tres fracciones parlamentarias, y que los representantes de seis partidos políticos se quedaran sin voz y voto dentro de los órganos de gobierno del Congreso local. No obstante las anteriores, es claro que la característica más particular de esta Legislatura fue la combinación de inmovilidad, conspiraciones y traiciones, que es justamente como está cerrando sus trabajos la LXII Legislatura.
¿De qué hablamos? De que finalmente ni la pluralidad, ni el aparente control que por modelo se supone que ejercerían las bancadas grandes sobre las pequeñas —y sobre los diputados sin fracción parlamentaria—, fueron condiciones relevantes. Más bien, desde el inicio de la LXII Legislatura hubo una disputa permanente por los controles políticos, ya fuera al interior de las facciones políticas —en cada fracción parlamentaria había cuando menos dos grupos enfrentados—, y después trasladado a las disputas por los intereses políticos y económicos de todo el Congreso.
Primero fue la fracción del PRD, que a lo largo de la presente Legislatura ha tenido cuando menos tres coordinadores parlamentarios. Hubo una agria disputa entre los diputados del Sol Azteca que en gran medida tuvo que ver con la forma en cómo se repartían los recursos —opacos, discrecionales— que le eran entregados a la coordinación de la fracción parlamentaria.
Esa falta de consensos, y esos cuestionamientos internos, generaron al menos tres cismas distintos en la fracción, que inició con el fallecido Anselmo Ortiz como coordinador, luego pasó por Félix Serrano y, maltrechamente, está terminando con Jesús López Rodríguez, que carga con el peso de haber apoyado a Benjamín Robles Montoya en su malograda carrera por la gubernatura como candidato del Partido del Trabajo.
TRISTEZA PANISTA
Al interior del PAN las cosas no han sido muy distintas. Desde el primer día de la Legislatura, un grupo importante de diputados cuestionó la designación que hiciera el dirigente estatal, Juan Mendoza, en su marco de facultades, de la diputada Natividad Díaz como coordinadora de la fracción parlamentaria del PAN. Básicamente, los diputados alegaron desde entonces que eso contravenía a la democracia interna. Y aunque en varios momentos intentaron nombrar a Gerardo García Henestroza como su coordinador parlamentario, hasta hace pocas semanas pudo más la presión que ejercían en su contra desde la gubernatura, que sus intentos por llevar la democracia a la conformación de su bancada.
¿Qué pasó ahora, que sin más tumbaron a Natividad Díaz no sólo de la coordinación de su bancada, sino de la Junta de Coordinación Política que le corresponde al PAN presidir en este tercer año de trabajos legislativos? Que, como era de esperarse, desde la bancada priista decidieron mandarle un obús no a la diputada Díaz Jiménez, sino a la poca legitimidad que aún le queda al panismo como representación parlamentaria en la Legislatura siguiente.
Evidentemente, era de poca trascendencia pelear la coordinación de la bancada panista y la presidencia de la Jucopo, a escasos dos meses de que termine la Legislatura. Sin embargo, la intención de fondo fue generarle, desde el PRI, elementos de debilidad al PAN, que es el único grupo de varios diputados que no tendrá bancada en la LXIII Legislatura. Esa conjura en contra del panismo, fue orquestada desde el priismo con la complicidad de la bancada del PRD para mantener el oligopolio de las fracciones parlamentarias entre ellos, y para atajar lo que le queda de liderazgo a Mendoza Reyes, que siempre se lo debió al grupo gobernante que hoy está también en la agonía.
Acaso, es la fracción priista la que, a través de su coordinador, Alejandro Avilés Álvarez, ha logrado dividir a las fuerzas opositoras para que éstas no sean un obstáculo para los próximos dos años. Lo sorprendente en todo esto es que, a pesar de los enfrentamientos y las divisiones, en los diputados de todas las fracciones parlamentarias, y los que no tienen partido, hay un solo consenso: colaborar con el nuevo gobierno para demostrar disposición, y luego esperar que, después del 1 de diciembre, alguien se acuerde de ellos —oficialistas y opositores— y les permita no caer en el peor error de todo político, que es vivir fuera del presupuesto.
IMPUNIDAD
El subauditor de Fiscalización de la ASE, Ramón Icazbalceta, dijo ayer a un medio de la capital del país que hay desvíos detectados por casi cuatro mil millones de pesos. Eso no les preocupa a los diputados, que no avanzarán en las reformas anticorrupción porque tendrían que comenzar por transparentar el presupuesto del Congreso. ¿Así quieren no tener la peor reputación de entre los políticos en la entidad?