+ Conflicto en la FDyCS, síntoma de que su poder comienza a mermar
El propio contexto en el que ocurre el conflicto por la Dirección de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UABJO, explica por qué la propia administración universitaria abogó por la liberación de todos los detenidos por la quema de la puerta lateral del Edificio Central, el jueves pasado. Es claro que el grupo que controla la Universidad está tratando de encubrirse y protegerse. Fueron los mismos enviados de la Rectoría, y de los Martínez Helmes, los que provocaron los daños. Por eso tanta laxitud en la justicia que demandan, pero no procuran.
En efecto, el mismo viernes se dio a conocer que los dos porros que habían sido detenidos en las primeras horas del enfrentamiento por el control del Edificio Central Universitario —icónico monumento de la Verde Antequera— habían sido liberados, tras corroborarse que ellos no tenían ninguna responsabilidad en el hecho mayor, que fue la quema de la puerta lateral del edificio. Esos dos porros, sin embargo, eran parte del grupo que fue enviado a desalojar a los estudiantes y catedráticos inconformes con la forma en que se procesó la elección del Director de la Facultad de Derecho, aunque fueron detenidos varias horas antes del incendio. Por eso, nadie protestó por esas dos primeras liberaciones.
Lo que habría que preguntarse es qué pasó después, porque parece que aún nada de eso está muy claro. La secuencia de hechos, indica que partidarios del candidato descalificado, Miguel Ángel Ramírez, se quedaron en poder del Edificio Central con la premisa de impulsar desde ahí la creación de una nueva Facultad de Derecho, alterna a la que tiene su sede en Ciudad Universitaria. Ahí estuvieron casi una semana —del viernes 11, al jueves 17 de noviembre—, hasta que ese día fueron desalojados violentamente por porros enviados por el Director de la Facultad, que quería no sólo recuperar el Edificio Central, sino dejar a los inconformes sin un espacio físico de resistencia.
Cuando los profesores y alumnos partidarios de Ramírez Hernández fueron desalojados, hubo incertidumbre sobre lo que podría ocurrir en las horas siguientes. Los porros que ingresaron al Edificio tenían la orden de mantenerse dentro del inmueble y resguardarlo de cualquier posible intento de recuperación.
Y, de hecho, un grupo afín a Ramírez Hernández sí habría intentado reingresar al inmueble en las primeras horas de la tarde. Habría utilizado una valla metálica para tratar de abrir la puerta, cosa que no lograron porque quienes estaban dentro del edificio instalaron una barricada en el quicio de la puerta lateral del Edificio Central, con mobiliario sustraído de aulas y oficinas, para impedir que pudieran abrir el portón de madera.
Evidentemente, no lograron acceder al inmueble, aunque para esa hora ya había amplia presencia policiaca en la zona para impedir que hubiera algún enfrentamiento. Hay incluso, videos y fotografías publicadas por diversos medios de comunicación que muestran cómo a los elementos de la Policía Estatal que intentaban resguardar la puerta del inmueble para evitar la gresca, fueron sorprendidos por el fuego que se generó desde el interior del Edificio. Por esa razón, la puerta se quemó desde dentro junto con todos los objetos —mesabancos, butacas, escritorios, sillones y todo lo que hallaron dentro de las oficinas y salones del Edificio— que habían puesto como barrera física para impedir el acceso.
“MÍO O DE NADIE…”
Esa es la lógica de quienes ordenaron incendiar la puerta lateral del Edificio Central de la UABJO: preferir que ardiera el pórtico, y el prestigio universitario, con tal de mantener el control político y aislar a los adversarios. Lo lograron, aunque parcial y momentáneamente. Fue así porque, en efecto, lograron despojar a los universitarios inconformes con las maniobras para mantener el control de la Dirección de la Facultad de Derecho, del espacio físico que ocupaban, y para dejarlos sin la posibilidad de contar con una sede para su pretendida Facultad alterna de Derecho.
También maniobraron para darse una imagen de democráticos defendiendo a quienes fueron detenidos, bajo el argumento de que ellos fueron víctimas y no provocadores de este desastre. La maniobra ha tratado de encubrir no sólo la responsabilidad directa en el incendio, sino la procedencia de la orden para generarlo. Por eso, al día siguiente corrieron versiones de que desde la calle de Macedonio Alcalá se había lanzado una bomba molotov para provocar el fuego, cuando en tiempo real se pudo constatar que la quemazón inició al interior del edificio. Al gestionar el Abogado General la liberación de los detenidos, intentan asumir la postura de la defensa contra la criminalización de personas inocentes. Aunque en realidad están tratando también de rescatar a sus porros.
¿QUÉ SIGUE?
Dentro de la Universidad, tratarán —y, de hecho, ya comenzaron— de amedrentar a sus opositores. Buscarán también generar más divisiones. El problema es que sectores sindicales tradicionalmente confrontados, están hallando coincidencias en contra de la administración universitaria —y la llamada “familia real”—, que cada vez tiene más problemas para mantener el control universitario. Por eso, cada vez actúa con mayor irracionalidad y violencia. De no haber una intervención política al más alto nivel, dentro de poco tiempo tratarán de hacer con toda la Universidad, lo mismo que con el Edificio Central: quemarlo, antes que permitirle un solo espacio a quienes no comulgan con ellos.