+ En la agenda, ningún tema relacionado con la educación; ¿qué se negocia?
En los últimos dos meses el gobierno estatal y la Sección 22 del SNTE han llevado a cabo diversas rondas de negociación de cuyo contenido y alcances prácticamente no existe información disponible. Los únicos indicios de los temas que se están tratando en las mesas de trabajo, han salido a través de las comunicaciones que el sindicato magisterial emite para conocimiento de sus agremiados. Si en el corto plazo no se establece una ruta, de cara a la sociedad, sobre lo que se negocia y los alcances posibles de dichos acuerdos, entonces el propio gobierno estará abriendo la posibilidad de negociaciones y chantajes infinitos, y daños profundos a la gobernabilidad, por parte de la Sección 22.
En efecto, desde el 1 de diciembre ha habido dos reuniones publicitadas entre el Ejecutivo del Estado y la dirigencia de la Sección 22. La primera ocurrió el 2 de diciembre, cuando se estableció el acuerdo por el que se regularizaban tres mil 600 plazas de trabajadores de la educación; y la otra ocurrió a finales de enero, en la que el gobierno entabló diálogo con la nueva dirigencia magisterial, y en la que se delineó el establecimiento de mesas de trabajo para resolver asuntos laborales y políticos. Derivado de esas mesas, cuyo contenido ya ha sido cautelosamente reservado a la opinión pública, la noche del lunes ocurrió un bloqueo por parte de normalistas e integrantes de la Sección 22, del que nuevamente se informó prácticamente nada. ¿Es correcto dejar tanto espacio al silencio, en un tema de vital importancia para los oaxaqueños?
Evidentemente, la respuesta tendría que ser negativa, aunque en realidad parece que el gobierno estatal pretende establecer nuevos parámetros, sobre bases lamentablemente ya por todos conocidas. En esa lógica, es claro que la administración estatal busca generar una relación más civilizada con la Sección 22, pero lo que habría que ver es si el propio sindicato tiene ánimos de atender a esa nueva relación, o si su pretensión es continuar con la lógica del chantaje que los ha caracterizado avasalladoramente al menos en la última década. Para atajar esta última posibilidad, cualquier negociación tendría que pasar por el tamiz mínimo de la transparencia.
¿Por qué? Porque lamentablemente en Oaxaca, el gobierno estatal está negociando quién sabe qué temas con la dirigencia de la Sección 22, pero lo único seguro es que no está discutiendo nada relacionado estrictamente con la educación. Y si se supone que, por un lado, la administración de la educación pasó a ser un tema federal a partir de la Ley General del Servicio Profesional Docente; y que, en el otro extremo, el gobierno concretó la regularización de las plazas docentes a partir del acuerdo del 2 de diciembre con la anterior dirigencia de la Sección 22, entonces no quedaría del todo claro qué se seguiría discutiendo, a menos que fueran temas estrictamente educativos.
El problema es que hoy en día ni el IEEPO, ni la Secretaría General de Gobierno, dejan lo suficientemente claro qué se sigue negociando. Esa opacidad es parte de los viejos usos y costumbres del diálogo entre la Sección 22 y el gobierno, aunque no debería ser algo aceptable a la luz de la nueva relación entre el Estado y el magisterio, y de las particularidades que en ello ha presentado la relación específica del gobierno estatal con la Sección 22.
En esa lógica, llama la atención el silencio que ha mantenido la SEP frente al tema, y los sorpresivos movimientos y anuncios internos de la Sección 22 frente a sus agremiados. Nadie debería apostar al privilegio de los espacios de silencio y las interrogantes, porque ello únicamente alimenta la idea de que, la larga historia de desencuentros entre la educación y la gobernabilidad en Oaxaca, no ha servido para nada porque de nuevo son temas políticos los que se discuten.
PRESIONES Y CHANTAJES
No debería echarse en saco roto las lecciones iniciales que dejó la implementación de la reforma educativa, y la relación —similar en muchos aspectos a la que ahora pretende el gobierno estatal— que intentó el gobierno federal con la Sección 22 y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. ¿Qué ocurrió?
Que inicialmente se intentó que la relación fuera política y no educativa. La conducción le fue encargada al entonces subsecretario de gobierno de Segob, Luis Enrique Miranda Nava, que se dedicó a buscar la forma de transigir con la Coordinadora a partir de la concertación de espacios a cambio de una mejor gobernabilidad. Todos los intentos fracasaron, incluso los que pretendían pasar por la cooptación de la dirigencia y por la entrega de recursos ilimitados a cambio de la civilidad por parte de las secciones sindicales integrantes de la Coordinadora. La CNTE nunca cedió en su exigencia de la abrogación de la reforma educativa.
Esto no ocurriría, como tampoco el cese de las hostilidades de la CNTE. Por eso, a la larga la única solución posible fue la de la intervención de la fuerza pública, y el traspaso de la responsabilidad de la implementación de la reforma educativa a la SEP. Por el lado de la fuerza, Gobernación replegó a la CNTE; y la SEP estableció que cualquier negociación con la Coordinadora tendría que darse a partir de la aceptación de la reforma educativa, mientras le requisaba el IEEPO a la estructura política de la Sección 22.
Lamentablemente, en el camino se atravesó Nochixtlán, en junio del año pasado, y ello cambió las variables de la negociación para devolverlas a Gobernación, que a la larga se dedicó a los temas de la justicia por el enfrentamiento, pero evitó regresar a los temas de la negociación política de espacios y posiciones con la Sección 22.
¿Qué refleja todo eso? Que en su momento el gobierno de Gabino Cué, como el federal, buscaron por todas las vías evitar que el conflicto magisterial volviera a aterrizar en las negociaciones relacionadas con la reforma educativa. Y hoy, a pesar de todas esas duras lecciones —y lo mucho que todo ese proceso le ha costado a Oaxaca, en todos los sentidos— ya no queda claro si lo que se negocia son espacios para los normalistas, o la inaplicación de lo que establece la Ley General del Servicio Profesional Docente en Oaxaca, o simplemente en los temas de justicia relacionados con Nochixtlán; o con la ubicación de los trabajadores regularizados a partir del acuerdo del dos de diciembre.
Lo único cierto es que a nadie le benefician esos espacios de silencio y de opacidad que hoy se privilegian en la nueva relación del gobierno con la Sección 22. Es muy lamentable que las instancias encargadas de la gobernabilidad prefieran mantener en la discreción el contenido de las negociaciones, y que la ciudadanía sólo sepa que existe diálogo cuando las protestas salen del recinto donde se negocia y se instalan en las calles, como ocurrió la noche del lunes y la tarde de ayer con los normalistas.
El gobierno debía informarle a la ciudadanía qué pretende la Sección; qué exigen los normalistas; qué ofrece el gobierno y, sobre todo, cuáles son las condiciones y los límites de ese diálogo. Ello implicaría el establecimiento de condiciones mínimas para un diálogo verdaderamente civilizado. No hacerlo abre la puerta a los chantajes y a los amagues magisteriales que tanto daño le han hecho a Oaxaca.
DE LUTO
Armando Navarrete Cornejo falleció anoche, luego de una larguísima lucha contra el cáncer. Fue un hombre cabal, idealista y congruente, que supo siempre brindar amistad y consideración a sus seres queridos. Su familia tendrá la fortaleza para superar esta pérdida, siguiendo su ejemplo de entereza, tenacidad y valor para enfrentar las adversidades. Un abrazo solidario para sus deudos en estos momentos de profunda pena. Descanse en paz.