Carlos R. Aguilar Jiménez.
A todos nos gustaría ser protagonistas célebres de nuestro tiempo y así pasar a la posteridad e historia recordados siempre por nuestros descendientes, como sucede miles de años después con Tutankamon, Nefertiti, Alejandro Magno, Aristóteles o Julio César, incluyendo no tan lejos en el tiempo y ya en México a Cuauhtémoc, Moctezuma, Hernán Cortés, o Sor Juana Inés de la Cruz, celebridades quienes en su respectivo tiempo se destacaron por algo especial y la historia se encargó de reivindicar por lo que valen para la humanidad y nuestro país, sin embargo, pretender que lo que alguien apenas va a realizar y todavía nadie sabe qué impacto tendrá, como en el caso de AMLO, que vaticina sus acciones sean realmente una “Cuarta Transformación” es poner el carro delante de los bueyes, porque aun no sabemos (y nadie sabe), si de verdad esa dizque transformación ocurrirá o no.
Soberbia y populismo
Creerse que está a la altura de las transformaciones que realizaron en su momento Benito Juárez, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas como los primeros tres transformadores y que AMLO sea el cuarto, es una actitud de soberbia o populismo, porque si de eso se tratará, entonces no sería la Cuarta Transformación, sino la quinta, porque las Reformas Estructurales que realizó EPN también son muy importantes, en especial para los asuntos de energía y educación, esta última para beneficio de Oaxaca, al haberle quitado a los profes de la Gestapo SS 22 del magisterio, el control del dinero y plazas que manejaron durante treinta años. Así que si durante su campaña electoral AMLO prometió llevar a México a una Cuarta Transformación, lo cierto es que las transformaciones se dan siempre, porque el cambio es una constante de la historia. Las transformaciones son inherentes a las sociedades, cambiando siempre los planes en función de las posibilidades, tendencias y recursos, de tal forma que si AMLO cuando sea presidente, con el poder absoluto que tendrá por mayoría en las cámaras de diputados y senadores y pretende realizar –según él– una Cuarta Transformación, en principio debe ser una metamorfosis política y social total; como sucedió al cambiar del estado prehispánico al Colonial, después al Virreinal y por último al de la partidocracia que a partir del primer segundo de diciembre de 2018 dominará, como MORENA absolutamente a México, sin posibilidad alguna de oposición. Lo cierto es que la Cuarta transformación comenzó desde principios de siglo cuando ganó la presidencia el PAN y perdió su hegemonía el PRI, la Cuarta transformación comenzó también con las políticas de inclusión, el TLC, la creación del INE, la influencia sociopolítica de las redes sociales, el reconocimiento de la pluralidad política, las Reformas Estructurales, incluyendo la pérdida del principio de autoridad, que así seguirá, porque AMLO ha prometido que nunca utilizará la fuerza del estado para aplicar la ley, dejando entonces igual la posibilidad de realizar bloqueos, barricadas, secuestros y todo delito con barniz de lucha social, porque en esa dinámica se apoyan los que creen tener la verdad para las transformaciones, aunque en algunos casos sean únicamente demagogia y populismo.