Reelección de legisladores: ¿por qué no?

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+ Situación actual, para concentrar el poder

Hace una semana, el presidente Felipe Calderón Hinojosa conmemoró los tres años de su gestión al frente del gobierno federal. Luego de hacer un recuento de las metas y de los fracasos de su gobierno, anunció que enviaría al Congreso de la Unión una propuesta de reforma en materia electoral, a través de la cual los legisladores federales y los ediles tuvieran la posibilidad de reelegirse sin las limitaciones constitucionales actuales. ¿Sería favorable una reforma en ese sentido? Y sobre todo: ¿Por qué provoca tanta inquietud e incomodidad social, política y hasta emocional en los mexicanos, una propuesta como esa? Vayamos por partes.

Por principio de cuentas es necesario acudir al Texto Constitucional para comprender la situación actual. En este sentido, la Constitución General de la República establece en su artículo 59 que “Los Senadores y Diputados al Congreso de la Unión no podrán ser reelectos para el período inmediato. Los Senadores y Diputados Suplentes podrán ser electos para el período inmediato con el carácter de propietarios, siempre que no hubieren estado en ejercicio…”

Esto es, que existe un principio denominado “de irregibilidad relativa” para los legisladores federales, debido a que ninguno puede acceder a la misma posición en el periodo inmediato al en que desempeñó el cargo. Un diputado federal que culmina su gestión sí puede ser senador inmediatamente, y viceversa. Pero para acceder al mismo encargo (es decir, repetir como diputado federal o senador) debe dejar pasar por lo menos una Legislatura, y así poder ser constitucionalmente elegible. Esta prohibición, sin embargo, no aplica cuando se tuvo el carácter de suplente y nunca se estuvo en funciones.

El principio de la no reelección en los cargos políticos del país, tiene una larga tradición y antecedentes históricos. En México, hasta el periodo postrevolucionario, prácticamente todas las guerras internas tuvieron como motivo o punto de partida la urgencia de remover a un gobernante de su encargo. Si revisamos la historia, podremos darnos cuenta que desde Agustín de Iturbide, la mayoría de los gobernantes mexicanos trató de perpetuarse en el poder presidencial, y en la mayoría de los casos su deposición se dio en el marco de un alzamiento armado, una revuelta popular o una amenaza velada de las fuerzas armadas para sostener el orden o sus privilegios.

México no pudo sostener sólidamente un principio de la no reelección, sino hasta la promulgación de la Constitución federal de 1917. En la publicación original del Texto Constitucional se señalaba, en el artículo 83 que “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de diciembre, durará en él cuatro años, y nunca podrá ser reelecto…” estableciendo un principio de no reelección relativa a quienes desempeñaran el cargo presidencial bajo la figura de interno o sustituto. Antes de que eso se plasmara como norma constitucional, hubo una sangrienta guerra que duró seis años. Luego del establecimiento de esa norma hubieron intentos por modificarla en términos de regresión al principio de la reelección. Finalmente, el constitucionalismo tuvo uno de sus grandes triunfos en el país ante la consolidación de la no reelección presidencial, que tanto defendemos y nos da identidad a los mexicanos. De hecho, así como la privatización del petróleo o la separación de la Iglesia y el Estado, ese es uno de los grandes temas que no está, ni estará, a discusión entre los ciudadanos, los partidos políticos o los poderes de la República.

Pero, ¿Qué historia está detrás de la reelección de los legisladores? ¿Esta historia es o fue similar a la de las cruentas batallas que ocurrieron para consolidar lo relativo al Presidente de la República? Analicemos el caso.

VIEJA HISTORIA

Contrario a lo que pudiéramos suponer, en el texto original de la Constitución federal de 1917 no aparecía el principio de la no reelección relativa de diputados y senadores. De hecho, lo único que establecía el numeral eran algunos requisitos de edad para que un ciudadano pudiera ser electo para desempeñar alguno de los cargos legislativos en las Cámaras federales. Tal principio se estableció el 29 de abril de 1933. ¿Para qué?

El académico e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; Lorenzo Córdova Vianello da la explicación suscita de las razones. En un texto publicado el pasado 2 de diciembre en el periódico El Universal, editado en la Ciudad de México, da cuenta de lo siguiente: “Esa prohibición (…) en vez de tener una justificación democrática, buscó entonces fortalecer el poder de la omnímoda figura presidencial, incrementando las capacidades de decisión y de control que le daba el ser el ‘jefe nato’ del partido oficial y por ello la prerrogativa de ‘palomear’ a los candidatos a cargos electivos postulados por el mismo. En efecto, la imposibilidad de reelección sucesiva, además de inducir un forzado recambio en la élites gobernantes, permitía al presidente controlar el destino de prácticamente todos los políticos que, lejos de deberle el encargo a sus electores, se debían a la generosa y magnánima voluntad presidencial (detrás de la que se escondía un férreo control político).”

Es evidente que, ante todo ello, nos encontramos frente a una situación que debe ser no sólo comprendida sino modificada: esa bien podría ser una de las razones por las que en México existe una élite legislativa poco vinculada, conocedora y eficiente en sus funciones. Se necesita que exista más estabilidad, experiencia y preparación en los legisladores. El argumento negativo, en todo esto, sería el de la consolidación de los grupos impreparados y ruidosos que hoy aturden mucho y aportan muy poco al país desde el Congreso federal.

Estas posibilidades deben analizarse con más detenimiento, con más frialdad y con menos prejuicios. Habría que ver si de verdad la clase política está preparada para abrir un principio de esta naturaleza a mayores posibilidades. La falta de madurez ha sido manifiesta en ellos. Esto podría dar cuenta de sus avances, o de la voracidad que les caracteriza, al tener enfrente un suculento botín del cual podrían seguir medrando deliberadamente.

POLÍTICA, HOY

A partir de este día, el semanario POLÍTICA editado por este diario, aparecerá los sábados. De este modo nos veremos en la posibilidad de plantear de mejor modo nuestra oferta informativa y de análisis. Agradecemos como siempre, a usted amable lector, por su preferencia.

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