Hoy, es quizá más común que nunca en la última década, que millones de mexicanos tengan problemas para afrontar el gasto y la liquidación de sus tarjetas de crédito. Más allá del problema actual respecto a la creciente cartera vencida, parece claro que el origen de esta situación no sólo tiene que ver con la irresponsabilidad de quien emite una línea de crédito y del que la ocupa; también, en esto, se añaden los interminables abusos y excesos que comete la banca al momento en que uno de sus usuarios adquiere la calidad de cliente moroso.
En el último año, según reportes del Banco de México, la llamada “cartera vencida” relativa a tarjetas de crédito, llegó solamente por ese rubro, a unos 20 mil millones de pesos. Ese monto, equivale a la cantidad de pagos que la banca realizó en nombre de sus usuarios, y que independientemente del cobro de intereses y gastos de ejecución, no ha podido recuperar.
El drama, en realidad, no es para las instituciones bancarias. Aunque en realidad mucho podría cuestionarse respecto al modo tan “blando” en cómo la mayoría de los bancos emitieron, a lo largo de más de un lustro, líneas de crédito prácticamente sin realizar investigación alguna a quienes potencialmente convertiría en sus usuarios y clientes, lo cierto es que la irresponsabilidad en el manejo del crédito bancario es compartida entre quien lo usó y quien lo emitió.
Sin embargo, existen diferencias sustanciales entre la situación de la banca y la situación del usuario. Ésta última tiene, en última instancia, ciertas garantías de que el dinero prestado de todos modos será recuperado. Sólo con el acumulado en el pago de intereses en las tarjetas bancarias, habría llevado a cada uno de los usuarios a liquidar los montos prestados. Sólo que, justamente, ese es el negocio del banco. Y por ello, para sus finanzas, independientemente de la cantidad de dinero que un deudor haya pagado por concepto de intereses antes de caer en mora, de todos modos la deuda subsiste.
En este sentido, la situación del usuario es la realmente preocupante. Aunque es responsabilidad de éste el usar correctamente el crédito bancario que se le otorgó, lo cierto es que la emisión de líneas de deuda en personas con dudosa capacidad de pago, y asimismo dudosa cultura y conocimiento sobre cómo funciona el sistema bancario y sus riesgos, equivale a lo mismo que dotar de un arma a un niño para que juegue.
Millones de personas enfrentan hoy no sólo sus deudas, sino también una serie de acosos y abusos que, paradójicamente, no se terminan cuando manifiesta expresamente su voluntad de arreglo y pago. La banca comercial, prácticamente ha dejado en estado de indefensión a los usuarios, que no tienen formas eficaces de evitar los abusos, el engaño y los excesos de una banca que, por su naturaleza capitalista, pretende no sólo cobrar, sino hacerlo con las mayores ventajas posibles.
CRÉDITO, SIN CIUDADO
A raíz de la crisis del sistema bancario, ocurrida exactamente a la mitad de la década anterior, la banca comercial prácticamente cerró las nuevas líneas de crédito a los usuarios, tanto de tarjetas bancarias, como a los solicitantes de créditos hipotecarios o automotrices. No fue sino hasta cuando comenzaron a ser negociables los pagarés validados que emitió el Fondo Bancario de Protección al Ahorro, que la banca comercial tuvo nuevamente liquidez para emitir créditos y tener capacidad de endeudamiento.
Eso ocurrió a principios de la década que está por concluir. A partir de entonces, la emisión de créditos se flexibilizó con tal de alentar el uso de las tarjetas de crédito. Cualquier persona con un empleo más o menos estable, o con formas de demostrar ingresos económicos, se hizo de los plásticos bancarios que quiso.
Las limitaciones se relajaron por completo, y por esa razón había quien acumulaba varios millones de pesos en crédito, gracias al conjunto de tarjetas de crédito que las distintas instituciones bancarias le emitían. Ahí comenzó gran parte de este problema. Durante varios años, fue regla que un banco emitía una línea de crédito, cuando el usuario presentaba otra tarjeta bancaria vigente.
Como un gancho comercial, la institución otorgante de la segunda o sucesiva tarjeta, emitía un límite de crédito mayor a la anterior, como una forma de ganar la preferencia en el usuario. No se exagera, en razón de ello, cuando se afirma que había personas con una capacidad de pago mediana, que acumulaban líneas de endeudamiento por más de uno, o por varios millones de pesos.
Y mientras la consigna fue la de gastar y promover el endeudamiento, las instituciones bancarias fueron las más satisfechas con la forma en cómo se repartió, irresponsablemente, el crédito entre los usuarios.
LA CRISIS Y LA MORA
Hasta hace algunos años, los problemas de la cartera vencida no representaban mayor relevancia en el país. Han sido, particularmente, los últimos dos años, en los que los usuarios de servicios financieros han acumulado una tendencia sostenida a caer en mora. En la gran mayoría de las ocasiones, esa fala de pago tiene que ver directamente con la falta también de liquidez, y no con la renuncia a afrontar las obligaciones financieras.
Las causas de este problema, evidentemente, son variadas. Sin embargo, para efectos prácticos todas caen en la misma situación: que el mexicano común, cada vez tiene menos capacidad económica, y por tanto, más dificultades para hacer frente a sus pagos. Ahí es cuando, en realidad, comienza el vía crucis de quien se convierte en un cliente moroso de la banca comercial.
Ante el incremento de la cartera vencida, las instituciones de crédito comenzaron a vender sus respectivas deudas, o a contratar a despachos de cobranza, para que lograran la mayor cantidad posible de créditos recuperados. Así, se volvió práctica común que cualquier deudor comenzara a recibir llamadas de todo tipo, haciendo invitaciones, o exigiendo de forma violenta el pago. Tuvieron que pasar bastantes meses, antes de que la Comisión reguladora de las instituciones de crédito, tomara cartas en el asunto y tratara de regular ese tipo de maniobras.
Sin embargo, eso no significa que los abusos se terminaron. Hoy es también una práctica común que terceros llaman a nombre de las instituciones bancarias; en las conversaciones pactan arreglos con los deudores, y los invitan a pagar directamente en la institución. Incluso, hacen valer propuestas por escrito sobre los descuentos en la liquidación de los créditos.
El problema, en realidad, no se da en esas negociaciones, sino en los engaños e incumplimientos que las mismas instituciones bancarias, hacen de los convenios que terceros signaron en su nombre, con los usuarios morosos. Hoy, es una historia que se repite todos los días, la de personas que pagan montos para liquidar deudas, y semanas, o meses después, se enteran que dichas deudas subsisten, nuevamente cargadas de intereses, y que tienen sendos reportes en el Buró Nacional de Crédito, como usuarios altamente morosos, o que incluso provocaron defraudaciones al sistema bancario nacional.
EL USUARIO, EN INDEFENSIÓN
El Buró Nacional de Crédito, es una de varias instituciones que existen para registrar el historial crediticio de los alrededor de 20 millones de usuarios de servicios financieros del país. Dicha institución privada, dice llevar el registro puntual que las instituciones crediticias les proporcionan respecto a sus usuarios. ¿Qué ocurre en realidad?
Ocurren, en la mayoría de los casos, abusos. El Buró Nacional de Crédito contempla por lo menos dos mecanismos de defensa para los usuarios que estén inconformes con sus registros. Sin embargo, lo cierto es que esa institución brinda a la banca comercial, todas las posibilidades de confirmar datos irreales, o que fueron asentados en niveles altamente negativos, como una forma de resarcimiento frente a los arreglos privados, en los que los usuarios terminaron pagando, aparentemente, montos menores a los que debían. El problema, en realidad, no radica en el Buró, sino en quienes le allegan datos que ésta no puede corroborar, pero que sí determinan los registros del usuario para el futuro, y también perjuicios que éste podría resentir.
Evidentemente, quien debe y no paga debe asumir las consecuencias. Sin embargo, aún frente a las deudas, todos deberían tener la posibilidad de aportar elementos a su favor, y defenderse conforme a las reglas mínimas del derecho. En este sentido, es también claro que las instituciones bancarias actúan arteramente en contra de quienes, en efecto, tuvieron problemas de liquidez, pero también tuvieron voluntad de pago e hicieron esfuerzos importantes por limpiar su nombre y su historial crediticio. Hoy, sin embargo, en este ambiente de aridez y posibilidades de defensa que no siempre se encuentran al alcance o la sencillez que requieren los usuarios de servicios financieros, el mayor amague y la mejor herramienta de las instituciones de crédito, se llama Buró de Crédito.
Sinceramente Primazo, la cuestión de los endeudados con los créditos es sin duda un gran problema que aqueja al ser humano…. Lo generalizo, porque no es secreto el endeudamiento de USA en cuestión de las inmobiliarias que recayó en la crisis que estamos sintiendo también nosotros.
Tarjertas de crédito que rebasan el 70% del CAT y sin nadie que alce la voz!!! Pero en fin: La pregunta es quién tiene la responsabilidad de esto: El que lo hace o el que lo permite???
Un abrazote y estamos en comunicación!