+ Políticos: “resbalan” al decir sandeces sobre juicio político
Finalmente se hizo público lo que ya se veía venir: Martín Vásquez Villanueva fue “electo” como coordinador de la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional en la LXI Legislatura del Congreso del Estado. Más allá del ex Secretario de Salud, y del edil citadino con licencia, José Antonio Hernández Fraguas —que inicialmente sería el designado para ese encargo—, la cúpula estatal del tricolor debería reparar, con un poco menos de soberbia, en que nada bueno está demostrando con sus más recientes acciones de “imposición democrática”.
A lo largo de su carrera política, el diputado electo Vásquez Villanueva ha demostrado reiteradamente que la ineptitud no se cuenta entre sus defectos. Al contrario. El cargo de secretario de Salud —que es una posición de primer orden dentro de cualquier gobierno— la ocupó sin mayores contratiempos, con prudente discreción, y demostrando pluralidad y eficacia en su labor.
Es una referencia positiva importante, el hecho de que hasta ahora no hayan aparecido en su contra, señalamientos o cuestionamientos probados sobre su actividad al frente de los Servicios de Salud de Oaxaca., y que tampoco sea de los que cuentan entre sus adversarios, o enemigos políticos, a una lista larga de personajes de diversas calañas. Por eso, en rigor objetivo, no extraña la decisión de designarlo como representante de los próximos diputados estatales del PRI.
En la contraparte se encontraba José Antonio Hernández Fraguas. Más allá de las poses, y de los señalamientos “políticamente correctos” con los que algunos de sus compañeros priistas trataron de sobarle el golpe de la traición a los acuerdos iniciales, es evidente que éste es cualquier otra cosa, menos un lastre para su partido, y que tampoco lo habría sido si se hubiera sostenido la decisión de dejarlo al frente de los próximos diputados locales del tricolor.
Al contrario: si por algo Hernández Fraguas fue señalado, recelado y cuestionado por sus mismos correligionarios durante su gestión, primero como secretario de Administración, y luego como presidente Municipal de Oaxaca de Juárez, fue precisamente por la estrecha relación que él había sostenido en otros momentos con el gobernador Diódoro Carrasco Altamirano, y con buena parte del grupo político que primero había servido al cuicateco y luego se identificó con Gabino Cué Monteagudo.
Sus detractores internos, nunca repararon en que los integrantes de un grupo político se diferencian entre verdaderos políticos, y los que son hijos de las circunstancias o de la suerte de otros. Los primeros son aquellos que construyen una carrera política más allá de un gobernador, un grupo o un sexenio. Es decir, que son los que tienen algún valor agregado como para trascender a una administración. Mientras que los segundos, son solamente consecuencia de una circunstancia favorable; pero que si no fuera por esa particularidad, jamás habrían figurado en cargos o responsabilidades dentro de su partido, de los cargos de elección popular, o de la administración pública, y que, generalmente, sólo son “flor” de un sexenio.
Así, lo que queda claro es que, el problema de todo esto, en realidad, no se encuentra en la persona elegida para ostentar una responsabilidad política importante, sino más bien en la forma en cómo el priismo continúa procesando sus decisiones. No es el qué; es el cómo.
SEGREGACIONISMO
Desde el primer momento fue evidente que, particularmente José Antonio Estefan Garfias y José Antonio Hernández Fraguas, fueron los dos personajes que más remaron contra la corriente del priismo, para tratar de participar en aquella vacilada que fue el proceso interno para elegir a su candidato a gobernador.
Aunque quedaba claro desde el primer momento que el senador Adolfo Toledo tampoco era parte reconocida de ese selecto grupo; que para Martín Vásquez era un acto de reconocimiento y aprecio, pero no de posibilidades reales, el incluirlo como aspirante a la gubernatura, y que Jorge Franco sería el gran desplazado, ninguno de estos tres personajes resintió tantas descalificaciones, y segregacionismo, dentro de su mismo partido como Hernández y Estefan.
Hoy es evidente que los dos más aventajados, y peor retribuidos fueron Hernández Fraguas y Toledo. Al primero le han prometido todo y le han cumplido nada, pero ha decidido sostenerse dentro de la disciplina y la institucionalidad, no sin demostrar evidente molestia por las defraudaciones de que ha sido objeto.
Y el segundo ha asumido una actitud voluntariamente indigna, al convalidar y aceptar, risueño, todas las mentiras (como su cargo de “dirigente” del PRI y ahora de la CNC) y las fantasías (como la de poder llegar a ser líder nacional del campesinado priista) que le construyeron, y que tampoco le cumplirán, a cambio de no ser el candidato a Gobernador.
Bien, pues esa lista de promesas incumplidas, que encabezan estos dos personajes, debe irla tomando en consideración, en un primer momento, el propio diputado Vásquez Villanueva, y después, todos aquellos que se encuentran involucrados y que aún creen en las promesas que realiza la dirigencia tricolor, encabezada por el diputado federal Eviel Pérez Magaña.
En ese largo camino, la cúpula tricolor no ha demostrado ni democracia, ni eficacia, ni tolerancia ni mucho menos pluralidad: lo único que ha demostrado, es que son especialistas en prometer y no cumplir. Los antecedentes, hablan por sí mismos, y seguramente serán también tomados en cuenta por sus contrapartes de la oposición. No porque no crean en la palabra del diputado coordinador Vásquez. Sino porque nada garantizará que, en la dirigencia priista y en la cúpula tricolor, respeten la palabra que él empeñe como garantía en la negociación. El problema, de nuevo, no será el qué; será el cómo. ¿Apuestan?
QUE SE PONGAN A ESTUDIAR
La semana pasada, dimos cuenta de cómo el líder panista, Carlos Moreno, cargado de ignorancia, aseguraba en una entrevista que el juicio político tenía como fin retirar el fuero a un funcionario. Existe por ahí, otra perla, en la que el diputado federal del PRI, Héctor Pablo Ramírez, asegura que él y algunos otros legisladores del tricolor “estudian” la posibilidad ¡de iniciar juicio político contra el presidente Felipe Calderón, “por los 28 mil muertos” de la lucha contra el narco! Eso es improcedente. Si no sabe, que estudie, o que pregunte. Para eso, se supone, sirven sus asesores.