Bares: otra promesa incumplida en Oaxaca

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+ En la incertidumbre, todo lo que se autorizó

El no autorizar más licencias para consumo de alcohol en la capital oaxaqueña no sólo fue, en algún momento, promesa de campaña, sino también un acuerdo de Cabildo que, se supone, tiene vigencia desde la administración anterior en el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez. No obstante, pareciera que en nuestra ciudad es imparable la inercia que busca convertirla en una enorme “ciudad cantina”.
Esta historia, para variar, no es nueva en Oaxaca. Teniendo como causa el ser una ciudad declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y también la exigencia ciudadana de mantener cierto control sobre los establecimientos donde se expende alcohol, desde hace ya varios años existe un acuerdo de Cabildo a través del cual se dispuso que no se concederían más permisos de ese tipo, y que se hicieran revisiones periódicas a los establecimientos que ya contaran con licencia para venta de bebidas embriagantes, para verificar que cumplieran con los requerimientos de protección civil, sanidad y demás, o proceder a la cancelación de las mismas.
Eso generó, por lo menos, dos efectos inmediatos. El primero de ellos, fue la especie de “explosión” habida de bares, centros de diversión, “after night’s” e incluso prostíbulos, en los más de veinte municipios conurbados a la capital oaxaqueña. El segundo de esos efectos inmediatos, fue la aparición del tráfico de licencias de manejo, cooptación, presiones e incluso complicidades habidas en el mismo Ayuntamiento citadino, para continuar autorizando bares y cantinas fuera de la norma. Pero vayamos por partes.
En el primero de los puntos establecidos, no existe un solo municipio conurbado a la capital oaxaqueña —aunque los “table dance” y bares de ese tipo, proliferaron particularmente en Santa Cruz Xoxocotlán y Santa Lucía del Camino, dejando a su paso una larguísima estela de corrupción, complicidades y actos delictivos— en el que no existan bares en los que se permiten todo tipo de actividades y prácticas que están prohibidas en la capital oaxaqueña. Veamos.
En la capital oaxaqueña está formalmente prohibida la prostitución, porque —aunque es letra muerta— la norma penal considera esa práctica como un delito; no se persigue a quienes ejercen esa práctica en las calles, pero no existe un solo bar dentro de la capital oaxaqueña en el que sean visibles actividades como los desnudos, los bailes de mesa, y todo lo que ello trae aparejado. Aquí en Oaxaca de Juárez, también está regulada la hora límite hasta la cual puede haber actividad en los bares y cantinas.
Todo eso no ocurre en los municipios conurbados. Porque además de la existencia de innumerables bares en donde lo mismo existen bailarinas, que mujeres y hombres ejerciendo abiertamente el fichaje y la prostitución, también existen otro tipo de centros nocturnos conocidos como “after night”.
La particularidad de éstos, es que inician actividades después de la medianoche, y las concluyen hasta después del amanecer. Esas cantinas, buscan captar a todos aquellos que inician la noche de diversión en algún bar de la capital oaxaqueña, y al cerrar éste (normalmente por ahí de las dos de la madrugada) se trasladan —normalmente ya en algún grado importante de embriaguez— a alguno de estos sitios en los municipios conurbados, para continuar ahí ingiriendo bebidas alcohólicas.
Por eso, es en los accesos a la capital oaxaqueña en los que ocurren con mayor frecuencia, fatales accidentes automovilísticos en los que pierden la vida, o resultan gravemente lesionadas personas jóvenes, y en los que el común denominador es que el conductor de alguna de las unidades, lo hacía en estado de ebriedad.

CORRUPCIÓN MUNICIPAL
Desde principios de 2007 aparecieron en Oaxaca algunos bares en los que se realizaron fuertes inversiones de dinero, y que iniciaron operaciones ante la mirada atónita de todos aquellos que sabían que no habría más autorizaciones de licencias para consumo de alcohol en la capital oaxaqueña. El más famosos de esos bares fue el ahora desaparecido, pero también tristemente célebre, conocido como “El Circo”.
Ese, y otros bares (como “La Bola”, que originalmente estaba ubicado en la calle de Heroica Escuela Naval Militar, y actualmente se encuentra por los rumbos de San Felipe del Agua), rápidamente se convirtieron en los bares de moda entre los jóvenes oaxaqueños, hasta que alguien tuvo la duda de cuestionar bajo qué normas y autorizaciones operaban.
Grande fue la sorpresa, cuando se supo que no existía licencia alguna de operación, que los permisos provisionales otorgados a sus manejadores tenían serias irregularidades, y que esencialmente se mantenían abiertos gracias a la influencia del poderoso grupo de abogados fiscalistas que los había financiado, y a la complicidad y sumisión de quienes en su momento ostentaban la calidad de autoridad municipal en la capital oaxaqueña.
Esos cuestionamientos no eran ocurrencias o infundios. De hecho, uno de los cuestionamientos de fondo que se hacían al respecto, era que los permisos de operación se habían otorgado por la autoridad municipal de aquel entonces (el ahora diputado federal Manuel de Esesarte Pesqueira se encontraba a la cabeza del Ayuntamiento citadino) sin que las instalaciones en esos sitios cumplieran con los requisitos mínimos exigidos obligatoriamente por Protección Civil a todos los demás establecimientos del tipo. No había, pues, ni legalidad ni garantías de seguridad para los usuarios, e incluso tampoco equidad en el trato para todos los dueños de esos establecimientos.
Sin embargo, no hubo poder humano que lograra detener el funcionamiento de esos sitios. Lo más lamentable, fue cuando en una sesión de Cabildo, se determinó otorgar sendas licencias a varios establecimientos, aún reconociendo que había una prohibición expresa al respecto. El Circo, por ejemplo, dejó de funcionar cuando sus dueños lo decidieron, pero no por alguna disposición de una autoridad que, entonces y ahora, siempre pareció estar a su servicio.

¿Y CALDERÓN?
En aquellos momentos, en calidad de particular, Irineo Pablo Calderón González —hoy síndico municipal y encargado del despacho de la Presidencia Municipal en el Ayuntamiento citadino— era quien defendía los intereses de algunos de esos bares irregulares. Seguramente, de modo indirecto eso es lo que explica los señalamientos del regidor Giovany Vásquez Sagrero sobre la multiplicación de bares, ocurrida en estos últimos tres años en Oaxaca de Juárez.

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