Ambulantes: amor apache con los oaxaqueños

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+ Ciudadanos: ¿a qué tipo de ciudad aspiramos?

Prácticamente desde el inicio de las nuevas administraciones estatal y municipal, la capital oaxaqueña ha tenido como principal problema y asedio a los grupos de comerciantes y vendedores “semifijos”, que ya habían hecho al Centro Histórico su presa constante, y que pretendían seguir instalados en esos espacios que son nada menos que la vía pública.

De principio a fin, el escenario no podría ser más singular: Motivados en alguna medida por cuestiones políticas o partidistas, pero también por el genuino interés de continuar usufructuando esos espacios, desde hace más de treinta días el comercio ambulante es la principal amenaza de la paz y el orden en la capital oaxaqueña. Sin embargo, no deja de sorprender que, a pesar de todas las molestias y perjuicios que ocasiona el ambulantaje a la ciudadanía, a la vía pública, al comercio establecido, y al orden mismo, sigan habiendo muchos que se sienten agraviados por la decisión de la autoridad de no permitir más prácticas de ese tipo.

Los oaxaqueños deberíamos preguntarnos, con verdadera honestidad, qué tipo de ciudad queremos. Porque aún cuando nuestra capital no padece los problemas de ambulantaje de la mayoría de algunas de las ciudades más importantes de la República Mexicana, es claro que tampoco somos ajenos a esas cuestiones y que, al contrario: aún frente a todas las promesas de la autoridad, respecto a la regulación y frenos al ambulantaje, todo indica que ese flagelo ha crecido incontrolablemente, y que hoy hace presa y objeto de negocio a miles de personas que se dedican y estimulan ese tipo de actividades.

¿Por qué preguntarnos, nosotros mismos, qué tipo de ciudad queremos? La respuesta parece obvia: Porque los oaxaqueños de a pie, hemos exigido largamente que tanto la autoridad estatal, como la municipal, tomen decisiones —y las lleven a cabo hasta sus últimas consecuencias— respecto a asuntos como éste.

En general, se ha solicitado, y hasta exigido, durante años, que el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez tome verdaderas cartas en el asunto para atender, y poner solución, al crecimiento del ambulantaje, a las invasiones constantes que ocurren en la vía pública, a las ocupaciones recurrentes del primer cuadro de la capital oaxaqueña, e incluso respecto a la permisividad de actividades ilícitas como los juegos de apuestas o la permanencia de puestos que ensucian, deterioran o verdaderamente destruyen la vía pública, que es patrimonio de todos los oaxaqueños.

Esto lo han exigido recurrentemente, de uno u otro modo, todos aquellos que aún habitan en el Centro Histórico de Oaxaca de Juárez, aquellas personas que tienen comercios establecidos en la zona, hoteleros, restauranteros y todos aquellos que directa o indirectamente viven del turismo y los atractivos históricos que tiene nuestra bella ciudad capital. Aunque se diga lo contrario, a éstos siempre se les ha ninguneado, y para desatender sus exigencias, se les ha tachado de “burgueses”, “ricos”, “extranjeros” o “acomodados”, y se ha privilegiado el populismo, la conveniencia económica, e incluso las decisiones fáciles de sostener el ambulantaje en el primer cuadro, y diversas zonas de la capital oaxaqueña para no generar más problemas.

 

¿SOLUCIÓN EFICAZ?

Desde el primer día del gobierno de Gabino Cué, muchos de nosotros, los ciudadanos comunes, seguramente malentendimos algunas de sus aseveraciones. Como el nuevo Gobernante aseguró que no utilizaría la fuerza pública para reprimir, más de uno consideró que esto equivalía a que no se utilizaría para nada a la policía. Muchos se sorprendieron, y otros más hasta se ofendieron, cuando algunos días después éste envió a elementos de la Policía Estatal a que resguardaran el Centro Histórico de los verbeneros y vendedores ambulantes que ya habían sido desalojados, y que pretendían reinstalarse en el mismo Zócalo y Alameda de León, en el corazón de la capital oaxaqueña.

Lo mismo ocurre ahora respecto al comercio informal: durante seis largos años se le exigió al gobierno de Ulises Ruiz, y a las dos administraciones municipales de la capital asimismo priistas, que no permitieran la instalación de comercio ambulante en Oaxaca de Juárez, y aún menos, en el Centro Histórico. Siempre se pidió mano firme para tratar ese tema. ¿Y qué ocurrió? Que la mano firme no la ocuparon para hacer valer la ley en temas como esos, sino que más bien mal entendieron la exigencia —seguramente de manera voluntaria— y se valieron de la fuerza pública no para contener el ambulantaje, sino para golpear a sus enemigos. El resultado, antes, durante y después del aciago año 2006, es conocido por todos.

¿No los oaxaqueños comunes hemos siempre exigido que se ponga un freno al ambulantaje? Bueno, pues hoy estamos frente a una primer respuesta —no sabemos si del todo eficaz— del gobierno municipal de Luis Ugartechea Begué, que ahora deberá marcar la pauta en relación al respeto y resguardo que debe haber de nuestra ciudad capital, y de los espacios que son de todos.

Si creemos que todo es responsabilidad simple de la autoridad, estamos equivocados. Y si, además, los oaxaqueños queremos vivir en una ciudad convertida en caos, entonces sí tendríamos razones para agraviarnos y dolernos por la decisión de la autoridad, de no permitir que el comercio semifijo se instale hoy por la noche en el primer cuadro de la capital oaxaqueña, para hacer la venta del Día de Reyes. En cambio, si queremos una ciudad con un mayor orden, quizá deberíamos comenzar a ver con mejor perspectiva esta primer respuesta que ocurre a un problema largamente esgrimido, y también recurrentemente desatendido, como lo es el de la invasión a la vía pública.

Es imposible saber si esta solución será eficaz y definitiva. Pero, de entrada, somos de la idea de que como no existe persona alguna que no esté de acuerdo con el orden, entonces esta primera pauta tendría que ser para bien. Si estamos en desacuerdo con el ambulantaje, los primeros que deberíamos poner solución de fondo debíamos ser los mismos ciudadanos, dejando de comprar en comercios no establecidos.

 

¿COMERCIO CRECIENTE?

Por cierto, hace apenas unos días apareció, en plena Calzada de la República, una enorme caseta en plena banqueta, que ya opera junto a un bar también de reciente creación. Éstos se encuentran, sobre la Calzada, entre las calles de Insurgentes y Abasolo. ¿Apareció por “generación espontánea”? ¿O qué la autoridad municipal no se ha dado cuenta de ello?

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