+ Estropeada, interlocución entre Federación y GCM
El pasado 30 de marzo, el Congreso del Estado aprobó al Gobierno del Estado la contratación de créditos hasta por 3 mil 690 millones de pesos con Banobras, instituciones de crédito o el mercado de valores para atender a la población afectada por desastres naturales y refinanciar y bursatilizar la deuda pública.
Esta decisión, que enfrentó a las distintas fuerzas y actores políticos en Oaxaca, más bien debería unirlos para protestar por lo que constituye una enorme tomadura de pelo del gobierno federal a los mexicanos, que se supone que pagamos más impuestos para evitar este tipo de deudas, y para permitir que las arcas federales tuvieran recursos para la reconstrucción de las zonas afectadas por los fenómenos climatológicos.
La autorización del Congreso al gobernador Gabino Cué para la contratación de más deuda pública, tiene íntima relación con los desastres provocados por fenómenos naturales el año pasado, y con los acuerdos tomados en la Cámara baja para sostener la tasa del Impuesto al Valor Agregado en 16 por ciento. Hagamos un sencillo ejercicio de memoria para corroborarlo.
Volvamos en el tiempo al momento en que ocurrió la negociación del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2011. Motivados por cuestiones de la agenda pública, de sus promesas de campaña, y de los cuestionamientos ciudadanos por haber avalado, el año previo, el incremento al IVA, a finales de 2010 un sector del Partido Revolucionario Institucional anunció que pugnarían porque dicho gravamen volviera a su tasa original del 15 por ciento.
Ante tal anuncio, el gobierno federal —que no estaba de acuerdo con dicho planteamiento— entabló negociación con la dirigencia nacional del tricolor, para evitar que fuera aprobada tal medida que afectaría la recaudación, en alrededor de 30 mil millones de pesos por cada punto porcentual que se le redujera a dicho impuesto al consumo.
Finalmente, luego de varios días de debate, se dijo que el PRI aceptaba sostener la tasa del IVA en 16 por ciento, a cambio de que se creara un fondo de reconstrucción que beneficiara a las entidades federativas —entre ellas Oaxaca— que habían resultado seriamente dañadas por los intensos fenómenos climatológicos ocurridos el año pasado. Incluso, diputados como el oaxaqueño Héctor Pablo Ramírez Leyva, fueron doblegados por la dirigencia de su partido, en su resistencia de impulsar una reducción de dicho gravamen.
La creación de dicho fondo de reconstrucción no fue gratuita. El mismo PRI —que ya había negociado con el gobierno federal la negativa a la reducción del IVA— necesitaba del apoyo de las fracciones parlamentarias de varias entidades federativas de mayoría tricolor que inicialmente pretendían ir por la reducción del gravamen. Por eso fueron incluidas entidades como Veracruz, Oaxaca, Nuevo León, y Tabasco, entre otros.
La gran pregunta, hoy, radica en qué ocurrió con dicho fondo. Y, sobre todo, por qué el gobierno federal modificó unilateralmente el destino de recursos que ya habían sido pactados no para beneficio de los gobernadores o de los grupos políticos, sino de los habitantes de las entidades federativas beneficiadas con dicho esquema.
¿DÓNDE ESTÁ EL DINERO?
De acuerdo con un documento interno de la Cámara de Diputados, del cual obra copia en poder de esta columna, El 30 de septiembre de 2010, el Grupo Parlamentario del PRI presentó la propuesta de creación del Fondo Nacional de Reconstrucción, para apoyar a estados del país que sufrieron desastres naturales por la temporada de lluvias, huracanes y ciclones.
Según el documento, en esa misma fecha se aprobó en el pleno de la Cámara de Diputados, y se estableció que el Fondo sería etiquetado para el Presupuesto de Egresos del presente año. Y fue para la etiquetación del Fondo de Reconstrucción, que se presionó a la fracción priista para que mantuviera el IVA en 16 por ciento y así obtener recursos para financiar dicho fondo.
Finalmente, se aprobó un presupuesto para dicho fondo de 4 mil 500 millones de pesos, etiquetado en el Presupuesto 2011. A pesar de ello, el 26 de enero fueron aprobadas las reglas de operación en Banobras y ahí se estableció que sería a través de un Fideicomiso de número 2186, y no seria el apoyo directo a las entidades federativas, sino a través de contratación de deuda por parte de los estados mediante el término de “apoyos financieros”.
El documento establece que dicho fondo había sido concebido sin “pari passu” ni reglas de operación, justamente para que no hubiera trabas burocráticas. Sin embargo, estás trabas ya están contempladas en el Fondo por parte de Hacienda y Banobras. Incluso, se establece que en conversaciones que tuvo el actual Subsecretario de Egresos de la SHCP con diputados, aseguró que “ya no había recursos de este Fondo dada la emergencia que hubo”.
Frente a todo esto, no sólo resulta mezquino e innecesario, sino hasta tonto ver el asunto desde una perspectiva partidista o de grupo, como parecen tomarlo algunos funcionarios del Gobierno del Estado. En realidad, por esta cuestión resultamos afectados todos los que somos contribuyentes, pues de nuestros impuestos se prometió la creación de un fondo que ayudaría a las entidades afectadas por los fenómenos climatológicos, y ahora el gobierno federal está tratando de convertir en deuda lo que todos los mexicanos estamos ya pagando a través de impuestos.
¿Qué no un asunto como este debía unir a quienes son adversarios cotidianos, desde el Gobierno del Estado y el PRI? Finalmente, todos resultan afectados. Unos por estar teniendo que contratar deuda —con el costo político que esto conlleva—, y los otros por haber sido abiertamente timados en cuanto al sostenimiento del IVA en su tasa actual.
TIENEN MIEDO…
Es lamentable que Oaxaca tenga que echar mano de deuda para acceder a este tipo de recursos que debían suministrarse por un simple asunto de interés general. ¿Qué el Gobierno del Estado no le puede hacer frente a la administración de Felipe Calderón? ¿Qué le tiene miedo? ¿O prefiere endeudar las arcas públicas con tal de no hermanar una causa, una sola, con los priistas? Tal parece que la mezquindad, que la visión de corto plazo, y los partidismos, le están ganando todo el terreno a una batalla que finalmente, quieran o no entenderlo, no es ni por el PRI ni por Convergencia o el PRD, sino que es por Oaxaca.