+ Urgente, ubicar puntos de referencia para discusión
Si ya hace tres días, el gobernador Gabino Cué Monteagudo dijo expresamente que, en lo personal, a él no le gusta la velaria, y anunció que el destino de dicha obra se decidirá a través de una consulta popular en la que se tome en cuenta no solamente no sólo el agrado o disgusto de la población, sino también las posibilidades de retirar la estructura y el uso alterno que pueda dársele, entonces debe ser momento de que tanto el Gobierno del Estado como los sectores de la sociedad, y los expertos —a nivel local, nacional e internacional— interesados en el tema, establezcan los puntos de referencia sobre los cuales podría llevarse a cabo esta discusión sobre la permanencia o retiro de la velaria.
Sin duda, tiene razón el gobernador Cué cuando, al dar su punto de vista personal sobre la velaria, señala que éste no es suficiente para determinar el retiro de la misma, y que incluso también debe valorarse qué desea la mayoría de los oaxaqueños, cuánto costaría quitarla, y qué uso se le debería de dar. En realidad, determinar el destino de esa obra a partir de la percepción o el deseo personal, sería tanto como negar que este sea un asunto de interés general, y que por tanto se deban tomar en cuenta todas las aristas tanto de la población, como del gobierno y los especialistas.
Hasta ahora, la culminación de la obra proyectada e iniciada por la administración del gobernador Ulises Ruiz, ha sido fuertemente criticada; esta crítica ciudadana se ha acentuado, particularmente porque desde los tiempos de las campañas electorales, tanto el ahora Mandatario Estatal, como su equipo de gobierno, dejaron perfectamente claro que ellos no estaban a favor de dicha obra.
Frente a esa postura inicial, parecía un contrasentido, y una falta de congruencia, el decidir terminar una obra que ellos mismos rechazaban. En ese sentido, existe una justificación técnica para haber tomado tal decisión, pero también un aspecto sin duda excesivo, y por tanto ampliamente criticable, de la administración actual del Gobierno del Estado.
¿Cuál es la justificación técnica? Que, de acuerdo con la Secretaría de las Infraestructuras y el Ordenamiento Territorial Sustentable, la obra sólo pasará a ser patrimonio del estado de Oaxaca cuando esté terminada, y su culminación sea validada por el gobierno federal. A decir de la dependencia, los 100 millones de pesos que costó la velaria, provinieron de recursos federales de un fondo denominado Fonregión.
Y, dicen, si se decidía el retiro de la obra antes de su culminación —cuando sólo faltaba la colocación de la membrana, y ya había sido pagada la mayor parte de la obra, por alrededor de 80 millones de pesos—, entonces el gobierno federal exigiría al de Oaxaca la devolución del monto total (100 millones de pesos), lo cual significaría un quebranto para las arcas estatales, y para la posibilidad de hacer más obras prioritarias con recursos de Fonregión.
Esa es la explicación técnica. Sin embargo, junto a esa justificación —que puede tomarse o no como válida—, se encuentra un cuestionamiento que sin duda proviene de los excesos de un sector de la misma administración estatal, que no comprendió la naturaleza de la inconformidad ciudadana:
Hubo funcionarios que promovieron la culminación de la obra de colocación de la velaria como un “reto cumplido” o como un “éxito” de la actual administración. No entendían que independientemente de que ellos tuvieran que terminar una obra heredada de la administración anterior, nada de lo hasta entonces hecho les daba posibilidad de “presumir” una obra que no les pertenece, de la cual tampoco tienen la paternidad, y por la cual seguramente muy pocas personas tendrán la disposición de aplaudir. No queda duda, en ese sentido, que en la insensibilidad y el exceso de presunción, están también llevando la penitencia.
DISCUSIÓN TÉCNICA
Ahora bien, luego de las fiestas de los Lunes del Cerro, habrá de ser momento de ver hacia delante. Esto es, verdaderamente entrar en la polémica, y en la discusión formal, sobre qué pasará con la velaria.
Frente a ello, si de verdad el Gobierno del Estado pretende llevar a cabo un proceso pulcro y ajeno a los cuestionamientos, debe comenzar a generar los puntos de referencias respecto a qué se va a discutir, cómo se va a discutir, y sobre todo, qué voces serán las tomadas en cuenta, qué valorización se le dará a cada percepción, y quién o quiénes serán quienes decidan.
Es claro que este asunto debemos verlo más allá de la demagogia. Es decir, que debemos verlo más allá de la sola opinión de la ciudadanía, o incluso de los “oaxaqueños notables” que, sin excepción, ya opinaron que no les gusta la velaria; también, esta discusión debe estar más allá del solo gusto del gobernante o los funcionarios del ramo.
Tomar esos dos como únicos o fundamentales puntos de referencia, será tanto como tomar una decisión igual de arbitraria y cuestionable, que la que hace unos meses llevó a decidir al gobernante de aquel momento, que se instalaría una techumbre en un Auditorio que esencialmente tenía la virtud de ser a cielo abierto.
Por eso, para centrar la discusión deben promoverse, y sobre todo escucharse y valorarse la opinión de todos los verdaderos expertos posibles de Oaxaca, México, y quizá hasta del mundo; es también necesario tomar en consideración todos los análisis técnicos, presupuestales y de viabilidad sobre un futuro alterno para esa obra.
Y todo eso —que son también cuestiones técnicas, que nunca deben faltar, y que más bien deben ser el soporte de una decisión de esa magnitud—, sin duda debe ser contrastado, con transparencia y pulcritud, con la opinión de la mayoría de la población civil que participe en esa discusión.
Sólo así es como verdaderamente podrá tomarse una decisión condensada, posible y legitimada para el futuro de la velaria. Todos, aisladamente, podemos opinar que la estructura sea retirada. Pero para que verdaderamente se decida eso, debe generarse una discusión mucho más amplia y participativa. Se puede llegar al mismo resultado: que se quite. Pero así se tendrá la seguridad de la decisión y del destino de la estructura, y no será —como su colocación— sólo consecuencia del capricho de una sola persona.
TOC, TOC
¿Alguien sabe dónde está el secretario de Turismo y Desarrollo Económico? El fondo PYME —cuyo convenio está listo desde enero— está en riesgo porque José Zorrilla no tiene ganas de reunirse con la Secretaría de Economía federal. Ver para creer.