+ La causa: los rencores del proceso sucesorio
Podría no creerse, pero además de los grupos de priistas inconformes que son tutelados y sostenidos desde el gobierno estatal, existen otras expresiones del tricolor que también comulgan con la causa de los que pretenden derrocar al dirigente Eviel Pérez Magaña. En ese grupo, participan “delegados” no declarados de prácticamente todos los grupos, incluidos aquellos que parecen simplemente mantenerse al margen, e incluso de los que han tratado de mantener cierta discreción y apariencia de institucionalidad respecto al Comité Directivo Estatal.
Queda claro que, por tanto, la guerra interna del priismo es, literalmente, de “todos contra todos”. Y es que al ver hoy el tamaño de la oposición interna, y la cantidad de grupos que se aglutinan en contra de su dirigente, no puede más que pensarse que hoy Pérez Magaña paga las consecuencias del atropellado proceso interno por el que se convirtió en candidato a Gobernador; y también enfrenta las consecuencias de ser un dirigente que no ha sabido bordar los propios términos y los acuerdos de inclusión respecto a la representación partidista que ostenta.
En efecto, en un primer plano se encuentra la parte estruendosa de este rompimiento fáctico del priismo oaxaqueño, la cual radica en personajes como el diputado federal Jorge Franco Vargas, o el director del Colegio de Bachilleres, Germán Espinosa Santibáñez, quienes tienen un largo historial de rencores personales, traiciones —y ambos, a pesar de haber estar haciendo un trabajo abierto de destrucción del priismo, se asumen como militantes tricolores—, y que ahora mismo, impulsados desde el poder gubernamental, han pretendido asaltar a la dirigencia priista, para cumplir un afán engañosamente democrático de “apertura” a todas las corrientes del partido.
Sin embargo, desde el frente opositor existen otros grupos no ligados ni al diputado Franco ni a Espinosa Santibáñez, que también están abonando, discretamente, los cuestionamientos hacia el líder Pérez Magaña. Esto porque, independientemente de los ex Gobernadores que tienen a sus representantes —bastante identificables— en el llamado “Frente Renovador”, también se encuentran los grupos de cuando menos dos de los ex aspirantes a la candidatura a Gobernador, que aún cuando formalmente no han roto con la dirigencia, sí buscan silenciosamente abonar a la inconformidad para ver si logran derrocar a su líder estatal.
En efecto, en el Frente Renovador existe representación discreta tanto del diputado local José Antonio Hernández Fraguas, como del senador Adolfo Toledo Infanzón. Lo “curioso” es que ambos sólo han manifestado —como en el caso de Hernández Fraguas—, ciertos destellos de crítica hacia la situación actual de su partido; y como en el caso del senador Toledo Infanzón, simplemente se han mantenido alejados de toda actividad relacionada con la dirigencia estatal.
¿Por qué ninguno de ellos ha roto con su dirigente estatal? Una opción no cercana, es la que podría apelar a su institucionalidad. En este sentido, lo que más bien parecen estar demostrado, es la enorme capacidad que tienen para sostener una posición doble de cierto respeto a las determinaciones de su partido, aunque tras bambalinas están abonando a su descrédito.
Otra posibilidad, podría radicar en que están esperando “algo”. Esto es, alguna negociación para guardar sus cañones y aprestarse a tomar alguna candidatura que les fuere ofrecida a cambio del apoyo a la dirigencia estatal de su partido. El problema para ambos, y en general para el dirigente Pérez Magaña, es que ante su debilidad política —por no tener el poder gubernamental y por no haber logrado cohesionar a su clase política—, en Oaxaca ya no existen márgenes de negociación.
Nadie negocia con Eviel Pérez Magaña —y éste tampoco desea ya negociar con nadie— porque ya ninguna de las decisiones importantes del tricolor se encuentra en Oaxaca. Todas las determinaciones serán tomadas desde la capital del país. Y por eso todos tienen tanta avidez por dejarse ver, por demostrar fortaleza, y por querer hacerla valer —para que los vean en el CEN priista— manifestándole oposición a su Comité Directivo Estatal.
RESABIOS DEL 2010
Eviel Pérez paga hoy los costos de su poca capacidad para generar vasos comunicantes con todas las fuerzas fácticas del priismo; aunque, fundamentalmente, es él quien está pagando las facturas por la forma en cómo fue impuesto como candidato a Gobernador. Es ampliamente conocida, la forma tan poco política no sólo en cómo se tomaron las decisiones, sino en cómo se las hicieron saber y asumir a todos los demás aspirantes priistas a la gubernatura.
Hoy, Pérez Magaña se encuentra solo. Y es que de los cinco personajes con los que “compitió” por la candidatura a Gobernador, ninguno se encuentra ni medianamente cercano a él. Y no, no se trata de que cada uno de ellos —José Antonio Hernández Fraguas, Adolfo Toledo Infanzón, Martín Vásquez Villanueva, Jorge Franco Vargas y José Antonio Estefan Garfias— tengan alguna aversión personal —e incluso política— contra el Dirigente Estatal del PRI.
Más bien, su lejanía y cuestionamientos radican en que Pérez Magaña continúa representando al 100 por ciento los intereses del ex gobernador Ulises Ruiz, quien a cada uno de ellos los marginó, hostigó y descalificó, para “hacerlos entender” que el elegido como candidato era quien finalmente fue ungido como tal.
Por eso, aunque todos sin excepción opinan que Eviel Pérez es un buen hombre, e incluso un personaje de gran carisma entre los electores, nadie lo quiere ver. Y nadie quiere respaldarlo, porque hacerlo significaría continuar convalidando a las prácticas y personajes que, detrás de él, hicieron del priismo —de la campaña a Gobernador, de la unidad priista y del poder que tuvieron en las manos y lo dejaron ir— el desastre en que se convirtió el priismo a partir de julio, cuando fueron derrotados en buena medida por los excesos y errores que cometieron en todos los frentes del priismo.
NO A CONVALIDACIÓN
Del mismo modo, en el fondo todos los priistas inconformes con su dirigencia, aseguran en público o en privado no respaldar a su Dirigente Estatal porque, dicen, hacerlo sería también legitimar el “más de lo mismo” que tanto daño les ha causado. ¿De verdad yéndose Eviel Pérez, ello cambiaría? ¿O, de nuevo, esto sólo significaría cambiarle el nombre y la corriente interna al nuevo tirano avasallador del priismo oaxaqueño? En el fondo, luchan contra su propia naturaleza.