+ Además de todo… no olviden función legislativa
Estamos acostumbrados a ver a nuestros diputados como todo, y como nada. Los asumimos como políticos, como funcionarios partidistas, como delegados del grupo en el poder en turno, e incluso como gestores, facilitadores o como “puentes” para que las comunidades, organizaciones o municipios reciban recursos económicos. Pero, ¿les exigimos algo respecto a su trabajo esencial, que es hacer leyes?
La respuesta, tajante, es “no”. Y es así porque durante mucho tiempo los diputados han preferido darnos razones atractivas para entretenernos y para adularlos como grandes personajes, pero no el trabajo sustancial que debiéramos esperar de ellos. Fuera de la fantasiosa “magnanimidad” de un diputado, debía encontrarse un personaje sensible y comprometido, que hiciera todo lo posible para cumplir con su trabajo, y para que su partido asimismo materializara las promesas que hizo en los tiempos de campaña.
Sin embargo, esto no ocurre así. Y la mejor prueba de ello son nuestros diputados locales y federales. Porque hoy que están en tiempo, los federales, de rendir sus “informes de labores” a la ciudadanía, y que los locales están a punto de cumplir su primer año de trabajo (con lo que también organizarán, o ya comenzaron, con sus informes), nosotros los ciudadanos debíamos preguntarles con mayor seriedad si están cumpliendo con las responsabilidades para las que fueron electos, y exigirles que hagan todo lo que hasta ahora seguramente no han hecho. Vayamos a lo concreto.
En sus respectivos informes de trabajo, los diputados han dado cuenta, cada uno de ellos, de una lista enorme de datos cuantitativos. Es decir, cuántos votos emitieron en el Congreso, cuántos puntos de acuerdo presentaron, cuántas iniciativas, cuántas reuniones de trabajo, e incluso cuántas gestiones realizaron a favor de sus ciudadanos, etcétera. El problema, es que ni los ciudadanos, ni el Congreso, y seguramente ni ellos mismos, saben realmente qué impacto cualitativo tiene su desempeño. Esto, en sí mismo, es un problema. ¿Por qué?
Porque, en primer término, trabajar mucho sin saber bien a bien si se generan resultados tangibles —que sean capaces de transformar el estado de cosas de la comunidad, población, sector, región o distrito que representan—, es tanto como apostar a avanzar una amplia distancia… corriendo en una banda sin fin (una caminadora), que cansa mucho pero que no permite avanzar un solo metro al corredor.
En segundo término, porque ese solo recuento de actos realizados, bien puede ser un modo, perfectamente bien encapsulado, de esconder la ausencia de elementos reales para informar: es decir, que se puede decir que se hizo mucho en el ámbito de lo no esencial del trabajo legislativo, pero tener pobrísimos resultados en las tareas sustanciales que debieran realizar los legisladores.
El asunto es más cercano de lo que parece. Al menos en Oaxaca, en los últimos años no ha habido legisladores capaces de incidir en los debates serios, ni de encauzar discusiones, y mucho menos de conseguir fijar temas en la verdadera agenda nacional.
A lo mucho, a lo que han llegado nuestros legisladores, es a utilizar la tribuna legislativa como escaparate para ventilar asuntos políticos o partidistas, para acusar a sus adversarios políticos, para justificar a los dirigentes de sus respectivas facciones, o para descalificar a sus opositores. E incluso, como un trampolín para tratar de conseguir nuevos cargos de elección popular, sin siquiera reconocer o asumir los resultados que llevan en su desempeño actual.
Realmente, desde hace mucho tiempo, Oaxaca no tiene un representante en las cámaras federales que sea capaz de rebasar los temas de la agenda partidista o de sus conflictos locales, para incidir en los verdaderos asuntos de interés y trascendencia para el Estado o la nación.
BOTONES DE MUESTRA
Por enésima ocasión, y ahora con motivo de los “informes legislativos”, debiéramos preguntar a quienes aspiran a escaños en el Senado, o a curules en la Cámara de Diputados: ¿Para qué quieren llegar a esos cargos? La pregunta, necesariamente, debiera ser respondida por tres o cuatro personajes de cada partido, que creen que su sola ascendencia política, pertenencia a un grupo, linaje u origen étnico, los hace merecedores a un espacio legislativo para que luego hagan con éste lo que les venga en gana.
¿Para qué quieren llegar a ser senadores, por ejemplo, los priistas Eviel Pérez Magaña y Héctor Pablo Ramírez Leyva? Hasta ahora, el desempeño del primero ha sido, cuando mucho, el de un diputado promedio, que asiste a las sesiones legislativas, pero que participa poco, que incide poco, y que puede hablar, realmente, de escasos resultados en su labor como legislador (aunque haga mucho alarde de sus gestiones).
Más o menos pasa lo mismo con el segundo aunque, a diferencia del primero, éste tiene más capacidad de posicionarse, mediáticamente, en ciertos temas polémicos. Pero, ¿realmente Héctor Pablo Ramírez y Eviel Pérez, tienen el sustento para aspirar a esos cargos? ¿En qué, más allá de su sola aspiración, pueden fundamentar lo que pretenden?
Algo similar ocurre con los panistas. ¿O a poco no es claro que el ex gobernador Diódoro Carrasco pretende llegar al Senado no para representar a Oaxaca, sino para dirigir desde su escaño al grupo político que hoy ha delegado en la entidad para gobernarla? ¿De verdad le interesan las funciones senatoriales? ¿O es que sólo asume que puede ser Senador a partir de su ascendencia política, pero no de sus resultados, o de lo sustantivo (su “proyecto de trabajo”, pues) que pretenda hacer como representante de la entidad federativa en el Poder Legislativo Federal?
Y qué decir de todos los que hoy son diputados locales, y ya sueñan con conseguir una candidatura para curules federales. El trabajo del Congreso del Estado, hasta hoy, ha sido impulsado por fuerzas extrañas (la cooptación, el chantaje y los trueques de votos por dádivas o recursos), pero no por un trabajo verdadero y eficaz por parte de los legisladores. ¿Para eso quieren llegar a las cámaras federales?
REALIDAD IMPLACABLE
No dudamos que varios de los antes mencionados puedan llegar al Congreso federal el año próximo. El problema es que, de nuevo, seguiremos viendo, y padeciendo, a legisladores que dicen hacer mucho, para engañarnos, pero que en realidad cumplen muy poco con las funciones que nosotros, los ciudadanos, les encomendamos con nuestro voto.