ASE: ¿Diputados harán otras designaciones farsantes?

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+ Altamirano: Auditor vertical, autoritario e intolerante

 

Si la elección de Carlos Altamirano Toledo como auditor Superior del Estado, estuvo afectada por todos los vicios de legitimidad posibles, hoy la designación de los subauditores parece estar tratando de convertirse en una repetición de aquella farsa democrática. El Congreso local, que debía ser un órgano garante del cuidado y la responsabilidad en los asuntos del Estado, con su actuación sigue siendo no sólo un apéndice de los caprichos del Poder Ejecutivo y de los intereses de los partidos, sino además una auténtica casa de subastas, en la que gana más quien más invierte en las decisiones.

Veamos si no. Altamirano Toledo llegó a la Auditoría Superior cumpliendo con todos los requisitos del autoritarismo. El Gobierno del Estado, directa y verticalmente, dispuso que él fuera el relevo de Rosa Lizbeth Caña Cadeza.

Y aunque, para descalificarla y legitimar el relevo, utilizaron una serie de argumentos relacionados con la sumisión de la entonces Titular de la ASE al Poder Ejecutivo —por proceder ésta de un cargo de subordinación al Gobernador del Estado—, lo cierto es que éste régimen hizo exactamente lo mismo al imponer —no cabildear, ni dejar en manos del Legislativo— la decisión de que Altamirano se trasladara a la Auditoría, directamente desde la Secretaría de Desarrollo Social y Humano del Gobierno del Estado.

¿Cómo lo lograron? Lo hicieron a través de los “acuerdos” con el Poder Legislativo, que en realidad no son sino groseras negociaciones en las que unos ofrecen la posibilidad de compra del voto de los otros. Ese cabildeo aparente, en realidad es una abierta puja en la que se ofrecen concesiones económicas, recompensas en especie y canonjías para el fortalecimiento de los cacicazgos regionales que, irremediablemente, tratan siempre de construir los diputados en las regiones en las que fueron electos, y a las que se supone que representan.

Sólo de ese modo puede explicarse que Altamirano Toledo haya llegado a la ASE cumpliendo, sí, con los requisitos establecidos en la Constitución y la Ley de Fiscalización, pero presentando graves fallas en cuanto a su legitimidad como sujeto no subordinado al poder público al que, se supone, se encargará de vigilar, fiscalizar y sancionar en caso de que no actúe con apego a la norma.

Su sola procedencia lo hizo parecer, desde el primer momento, como un representante más del Ejecutivo en la ASE, cuya permanencia en el órgano estaría —como en el caso de su antecesora— determinada por los tiempos y vaivenes políticos, y no por los tiempos que marca la ley que deberán desempeñar sus cargos los empleados de los órganos de fiscalización.

Hoy, sin embargo, no conforme con eso, en la ASE pretende gestarse un nuevo acto de imposición, combinando no el interés público, sino el de los directamente involucraos en la designación de los subauditores. Queda claro que, por segunda ocasión en unos cuantos meses, todos olvidaron que esos cargos deben estar regidos por el profesionalismo y la demostración de capacidades, y no por el partidismo y los intereses políticos que hoy intentan hacer prevalecer lo mismo el Ejecutivo que el Congreso.

 

¿DADOS CARGADOS?

Desde hace poco más de una semana, en la página web del Congreso del Estado, se encuentra publicada una convocatoria pública para la elección de los dos subauditores con que cuenta el órgano fiscalizador del Congreso del Estado.

En el más bajo de los perfiles, hace unas cuatro semanas presentaron sus respectivas renuncias Ivone Henestrosa Matus y don Emilio García Romero. Y aunque la elección se prevé para la próxima semana, tal parece que en el Congreso pretenden “amarrar” de antemano un acuerdo con el auditor Altamirano Toledo, para hacer designaciones en los dos puestos que están vacantes, independientemente del resultado del proceso de selección, y de la posible conciencia en el sentido del voto que pudiera tener cada uno de los diputados.

¿De qué hablamos? De que, según se comenta dentro mismo del Congreso del Estado, existe ya un acercamiento entre el diputado del PRI, y presidente de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior, José Antonio Hernández Fraguas, y el auditor Altamirano, para que las dos subauditorías queden, respectivamente, en manos de personajes afines a cada uno de ellos.

En efecto, se asegura que dicho acuerdo radica, en un primer momento, en el intento de imposición en una de las subauditorías, de un cercano colaborador de Altamirano Toledo, adscrito temporalmente a la Dirección de Auditoría de Inversiones Físicas; y en la otra, pretenden “acordar” el nombramiento del ex contralor del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez durante la gestión del diputado Hernández Fraguas, Ramón Icazbalceta Carrete.

¿Cómo podrían lograr esto? Bien, pues en un primer momento, el auditor Altamirano Toledo obligó a renunciar —aunque la convocatoria ni la ley obligan a ello— a los empleados de la Auditoría Superior que manifestaron su voluntad de inscribirse al proceso de elección de Subauditores.

Fueron separados “voluntariamente” de sus cargos, sólo por el hecho de querer interferir en un acuerdo en el que, por los presuntos acuerdos antes descritos, de antemano se sabe que ni existe imparcialidad, ni habrá certeza en que los elegidos son los mejores personajes. Incluso, se asegura que existe un acuerdo expreso para no permitir el avance de las candidaturas de Ricardo Hernández Méndez y Leyessef Carrera Carrasco, los dos únicos empleados de la ASE que se negaron a renunciar, y que podrían tener ventaja técnica sobre los demás aspirantes al contar con los conocimientos y la experiencia que requieren cargos como los que ahora están siendo sometidos a “concurso”.

¿Con acuerdos como éstos, se abona a la independencia que requiere la ASE? Si la transformaron, y renovaron su titularidad, fue precisamente para eso. Pero entre el acaparamiento de los agentes del Ejecutivo, y la voracidad del partidismo al que abonan los diputados, tal parece que van enfilados exactamente al rumbo contrario.

 

ALTAMIRANO DISPONE…

Por cierto, aseguran que otro ejemplo de la verticalidad que sigue imperando en la ASE, es el siguiente: Altamirano ya está renovando las direcciones de la Auditoría, aunque por disposición expresa del Reglamento Interior, esto debe hacerse… con el acuerdo de los subauditores. Quiere mandar —o seguir mandando— solo, pues. Como en los viejos tiempos…

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