Eviel: lo persiguen los ciclos de su historia

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+ Dilema, entre grupos político y económico

La de Eviel Pérez Magaña es una historia de disyuntivas de su padrino político, en la que él ha sido el beneficiario pero también el sacrificado, y de la que ha salido todo menos bien librado. Como en 2010, su grupo político entró hoy en una disyuntiva por la definición de su principal abanderado político. Y como en 2010, la discordancia tiene como punto central la perpetuación de un proyecto político, en contraposición de los socios económicos. Eso es lo que, en el fondo, tiene al priismo oaxaqueño al borde de una nueva crisis de unidad y de credibilidad.
Eviel Pérez Magaña es todo, menos un mal hombre. De hecho, quienes lo conocen en su trato personal, saben que es un individuo afable y bonachón, que incluso tiene esa extraña cualidad de “prendar” a las personas con las que trata. No obstante, es claro que más allá de sus cualidades personales, lo que lo limita como abanderado es tanto su procedencia, como las lealtades, e incluso los intereses que representa. Si en algo le ayuda ser un buen hombre, todo eso sufre una merma mayor por su sola pertenencia política, y por su actitud luego de la derrota electoral de julio de 2010.
Y es que hace dos años salió lo mejor y lo peor del grupo ulisista que abanderó a Pérez Magaña. Lo mejor, porque independientemente de su pasado y trayectoria como funcionario y como político, Pérez pudo remontar tanto la ventaja interna de sus compañeros precandidatos priistas a la gubernatura, como también se pudo convertir en un abanderado competitivo frente al ahora gobernador Gabino Cué. Quedó claro, con eso, que sin tener proyecto de gobierno, y sin tener una trayectoria que lo avalara realmente como aspirante a la gubernatura, de todos modos pudo hacer un papel decoroso como abanderado.
Pero también sacó lo peor de ese priismo. Esto porque para poder imponer a Pérez Magaña en la candidatura a Gobernador, el entonces mandatario Ulises Ruiz pasó por encima de toda lógica política, prácticamente ninguneando, ofendiendo y avasallando a todos los factores internos del priismo, y a todos los demás aspirantes a esa candidatura.
Antes incluso de salir a contender con sus adversarios, el entonces gobernador Ruiz destruyó casi la totalidad del tejido interno del priismo con el que, se supone, pretendían ir en unidad por la gubernatura.
Habiendo eso hecho para imponer a Pérez Magaña, luego su mentor político trató de hacer una forzada y aparente “operación cicatriz”, en la que se supone que se unificaron todos los factores internos, pero en la que, en realidad, lo único que se logró fue generar una percepción de aparente unidad, pero cargada por todos lados de enconos y traiciones que finalmente llevaron todos —por obvias razones—a la derrota electoral.
El priismo, de todo ese proceso, terminó profundamente fracturado. Y terminó así no sólo por la ruptura entre los factores internos que aspiraban a tener una candidatura, sino que también involucraron en esa cadena de traiciones a todos los niveles de la militancia y la estructura priista. Entre ellos se jugaron chueco, entre ellos se traicionaron, entre ellos se engañaron, y entre ellos mismos se quedaron a deber. El resultado es que los 621 mil votos que obtuvieron, fueron apenas una parte de los que pudieron haber conseguido con una unidad no tan ficticia como la que generaron.
Al final, el pagano de todo ese proceso fue Pérez Magaña. Él mismo, en la derrota, ya no tenía las herramientas mínimas para generar unidad dentro del partido. Y es que no había otro factor interno de desunión y encono, más grande que él. Por eso desde el primer momento se exigió su renuncia como factor indispensable para una recomposición interna del priismo, ya fuera del gobierno. Pero por los mismos intereses que él representa, su grupo decidió lucha contra viento y marea para sostenerlo artificialmente como líder priista en Oaxaca.

LUCHA DE INTERESES
Dentro del priismo, siempre se supo que la lucha interna entre los dos grupos del entonces gobernador Ruiz siempre tuvo como centro la candidatura a Gobernador, y ésta siempre se libró entre quienes defendían el interés político del grupo, y quienes representaban el grupo económico que respaldaba al Mandatario.
El grupo político tenía varios representantes. Algunos de los más aventajados eran el senador Adolfo Toledo Infanzón, su secretario de Administración, José Antonio Estefan Garfias, y el entonces edil de la capital oaxaqueña, José Antonio Hernández Fraguas. Pero el grupo económico era representado por otros personajes, con quienes compartía una serie de acciones poco claras relacionadas con la obra pública. Le guste o no, lo reconozca o no, uno de los personajes más representativos de ese otro grupo —que era el que podría haber generado el sustento económico de los principales integrantes del grupo gobernante— era precisamente Pérez Magaña.
La lucha interna fue a muerte, y finalmente se impuso la ambición del ex Gobernante de preservar sus intereses económicos, por encima de las posibilidades de seguir perpetuando a su partido político en el poder estatal. Por eso las definiciones fueron al mismo tiempo tan tajantes y tan claras. Y por eso mismo éstas se sostuvieron, como única opción, independientemente de que se tuviera claro si, aún en esas condiciones, se podía o no ganar la gubernatura del Estado.
Hoy toda esa historia se repite. De nuevo, la necesidad de perpetuar al grupo que garantiza ciertas condiciones, es la condición imprescindible para impulsar al candidato al Senado. No saben si los 600 mil votos del pasado, o cuando menos la mitad, aún existen; tampoco saben si sobre algún sector del priismo prevalecerá la institucionalidad y apoyará de nuevo al candidato, independientemente de las ofensas y avasallamientos del pasado; nadie sabe si éste tendrá aún algo del brío y la frescura del pasado, para convencer a los votantes de un proyecto político y de unas convicciones personales que hoy, de antemano lo sabemos, ha demostrado que no tiene.

MAGISTERIO, ARRANCA
Las manifestaciones de ayer no fueron producto de la casualidad. Temprano, a buena hora, el magisterio inicia su calendario político, teniendo una demanda tan concreta, y al mismo tiempo tan abstracta, como la del rechazo a la Alianza por la Calidad de la Educación. ¿Estará ya preparado el gobierno para las jornadas de lucha del próximo mes de mayo? Por el bien de todos, ojalá que sí.

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