+ Peña no peligra; los demás candidatos, en vilo
Hoy como nunca existe la tendencia, dentro de la militancia y el activismo priista, de tratar de generar el voto diferenciado. Todos coinciden en que Enrique Peña Nieto es el candidato presidencial idóneo. Pero no tienen esa misma percepción de sus abanderados en Oaxaca. Ésta es una consecuencia grave, de la que son responsables aquellos que ningunearon la “operación cicatriz” entre el priismo oaxaqueño, y asumieron que las solas decisiones cupulares son suficientes para conservar el control de ese partido.
Los escenarios nacionales en un partido como el PRI, han cambiado drásticamente en muy poco tiempo para estados como Oaxaca. Hace menos de dos años, el grupo que todavía gobernaba la entidad creía tener todas las seguridades del control y la venia política nacional, por la dirigencia de Humberto Moreira Valdés. Éste llegó al cargo de Presidente Nacional cobijado por los factores de poder más importantes del PRI. Y nos guste o no, uno de esos grupos tenía como miembro preferente al entonces gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz.
Moreira siempre dejó ver las garantías que daba al priismo oaxaqueño. Incluso habiendo perdido la elección, y generando desde entonces las condiciones del desastre en el que luego se convertiría el Comité Estatal de ese partido en nuestra entidad, en la dirigencia nacional nadie nunca cuestionó el “liderazgo” y la hegemonía del Gobernador saliente sobre el partido en esta entidad. Él siguió teniendo el control de la directiva estatal, dispuso de los sectores partidistas para el reparto de las posiciones convenientes a sus intereses, y trató de generar un panorama de ventaja y control sobre todos los demás grupos políticos en la entidad.
Sólo que ese panorama, que parecía tan seguro y que afianzaba a personajes como Eviel Pérez Magaña, cambió radicalmente. Moreira tuvo que salir de la dirigencia por los líos en que se metió como gobernador de Coahuila, y Pedro Joaquín Coldwell planteó escenarios diferentes a los que ya estaban definidos. ¿Qué pasó? Que éste intentó en Oaxaca no una operación cicatriz, sino que asumió el desastre de la dirigencia y la militancia en la entidad y trató de canalizar la solución por la vía de un “reparto” mayor, pero sólo entre los ex gobernadores.
La solución no fue suficiente. El “pastel” de la dirigencia del PRI oaxaqueño (que es codiciada no por la militancia, sino por la posibilidad de acceso que da a candidaturas y cargos de elección popular) se repartió entre más personas; pero éstas no eran las suficientes como para pensar que representan a todo el priismo de la entidad, o que tienen el control de todas las aristas de ese partido. Cada uno de los ex gobernadores tomó su pedazo de dirigencia, su porción de candidaturas, y se puso a hacer lo propio tratando de asumir que para ganar, es suficiente con montarse en la campaña presidencial y tratar de empatar el ánimo por el candidato presidencial, con el de los candidatos a diputados o senadores.
El asunto no ha sido fácil. La definición de las candidaturas se dio a partir de acuerdos cupulares y no de hacer eco a los verdaderos liderazgos y cuadros competitivos que tiene el partido.
Casi en todos los casos, la definición de una candidatura generó polémica y enconos entre quienes se sintieron desplazados, o a quienes les negaron el derecho a participar aún cuando demostraron tener el mejor nivel de aceptación entre los electores potenciales; y eso, aunado a los propios enconos que existen entre quienes se repartieron el pastel priista, está generando una intensa campaña de promoción al voto diferenciado. Eso será brutal para quienes se asumen como ganadores a partir de una posible victoria de Peña Nieto.
CANDIDATOS EN VILO
Quién sabe si esto ocurra en otras entidades. Pero es curioso (visto desde fuera, pero grave para quienes tienen intereses directos involucrados) cómo en el PRI de Oaxaca no hay más que enconos.
Y cómo no, si el coordinador estatal de la campaña presidencial, tiene rencores abiertos con el candidato que encabeza la fórmula al Senado; que éste está distanciado de prácticamente todos los cuadros distinguidos del partido, que lo consideran un farsante, un tibio y un hombre sin palabra.
Por si fuera poco, aquí propios y extraños cuestionan a un Delegado Presidente del partido que, discretamente, intenta verdaderamente generar condiciones de unidad, y que trabaja prácticamente solo; que éste no tiene buen acercamiento con el delegado del CEN del PRI; que, a su vez, éste se encuentra entregado por completo al grupo ulisista.
Y que frente a todos ellos, haya militantes adheridos a todas las corrientes, grupos de ex gobernadores y jefes políticos regionales, que no ven bien a ninguno de todos los anteriores, y piensan emitir su voto considerando otras opciones políticas.
Esto lo único que hace es generar condiciones casi imposibles de victoria para todos. Aquellos que creyeron que subiéndose a la campaña presidencial, y ganando la candidatura, tendrían condiciones favorables para acceder a la cámara baja federal. Ha quedado perfectamente claro que esas condiciones son realmente fantasiosas para cualquiera de los abanderados, y que aquí no sólo el trabajo territorial debe ser intenso, sino también el acercamiento y el pacto genuino con todos los factores materiales de poder dentro de su distrito o circunscripción.
Y es que es tan real la tendencia al voto diferenciado, que basta con hablar con cualquiera de los sectores tradicionalmente priistas que están comenzando el trabajo proselitista a favor del candidato presidencial, para que diga que está dispuesto a trabajar y votar por Peña, pero que meditará con seriedad la posibilidad de apoyar y votar por aquellos que, en el pasado reciente o lejano, les incumplieron, les hicieron promesas fantasiosas, o fueron parte de las tradicionales traiciones que inundan a ese partido.
VOTO DIFERENCIADO
Como ciudadanos, qué bueno sería el voto diferenciado. Sin embargo, para los partidos esto nunca es conveniente. ¿Tendrán claro los candidatos priistas (por ser ellos los directamente involucrados) que ahora no habrá victorias automáticas ni votos incondicionales? Al menos eso es lo que se promueve en el priismo. Están haciendo la chamba que tendrían que hacer sus adversarios. Por eso, ni sorprende que hoy el escenario priista sea de falsas alianzas, y de falsas reconciliaciones.