+ Menospreciar al electorado, del viejo PRI
México es una nación compuesta de una sociedad tan plural, que reducir el triunfo de un candidato presidencial a la influencia de la televisión, es tan nocivo o inexacto como afirmar que quienes votaron por los partidos de izquierda fueron únicamente “los pobres”. Si eso consideran en los mismos partidos políticos, entonces queda claro que su perspectiva del país es equivocada y preocupante.
En efecto, en su edición de ayer TIEMPO daba cuenta de una serie de declaraciones lamentables del delegado especial del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en Oaxaca, Arturo Osornio Sánchez. Según lo publicado, éste dijo que “fue ‘un voto de la pobreza’ el que provocó el ascenso de la izquierda en la entidad” y que “a pesar de que los niveles de marginación se han elevado de manera significativa, en Oaxaca decidieron continuar con la pobreza, pero se respeta esta decisión”.
Incluso, no conforme con lo anterior, señaló que “en el caso del Distrito Federal, la izquierda obtuvo también el triunfo que no representa más que el privilegio, porque el ingreso per cápita que tiene la gente es cuatro veces más que el de Oaxaca, el voto del privilegio y de la pobreza es de quienes se identifican con la izquierda”. Qué equivocado está el delegado del CEN del PRI al confundir a su adversario. Pues pareciera que, ante la derrota de su partido, la crítica es contra los ciudadanos a los que ellos mismos no pudieron convencer.
Y es que es cierto que Oaxaca es una entidad federativa llena de problemas, y que dos cuestiones fundamentales que resaltan de entre todas las adversidades que enfrenta nuestra entidad, son justamente la pobreza y la marginación en que viven millones de oaxaqueños. Sin embargo, es evidente que su derrota electoral no parte de esas condiciones, sino de la persistencia de un conjunto de prácticas y antecedentes que también los incriminan a ellos como partido. Veamos si no.
En primer término, es claro que si Oaxaca es una entidad plagada de pobreza y marginación, éstas condiciones no fueron generadas hace un año o dos: son condiciones que casi parecen intrínsecas a la entidad, y que durante décadas fueron aprovechadas por su mismo partido para alimentar sus clientelas electorales. Si la pobreza es un problema recurrente, la manipulación y la compra del voto a partir de esa condición fue una característica esencial de la operación electoral priista durante los años que tuvo el control político de la entidad.
Ahora bien, suponiendo que, en efecto, el voto a favor de los partidos de izquierda es una convalidación de la pobreza, entonces el delegado Osornio debe también suponer que todos aquellos que se encuentran en esa condición carecen de capacidad de raciocinio y que por esa razón votan en automático por los amarillos.
Esto, sin embargo, es tan ilógico como suponer que por el PRI sólo votan los manipulados por la televisión o las mujeres que quieren tener como presidente a un político “guapo”; o que los electores de zonas urbanas, o de sectores no “pobres” no tienen una sola razón para votar por la izquierda. Es decir, que desde su esencia, el delegado Osornio niega cualquier posibilidad de que ciertos sectores de la población sí razonen su voto, de que sí tengan cierto convencimiento o empatía por un partido o candidato, o de que cualquier persona simplemente decida con convicción que desea votar por cierta ideología o representación política.
POBREZA DE VISIÓN
En Oaxaca es un problema grave la falta de voto diferenciado. Eso, en efecto, representa a un electorado con poca disposición a discernir su voto en función del candidato, del grupo o del proyecto que representa, y habla de una práctica de votación a favor únicamente de un partido sin diferenciar entre sus abanderados y los antecedentes específicos que cada uno de ellos representa.
Sin embargo, lo que en este caso más debiera preocupar al delegado Osornio, es que al único partido que los electores oaxaqueños sí le dieron un voto diferenciado en estas elecciones, fue precisamente al PRI.
El asunto no es menor. Porque si de por sí el voto diferenciado es casi un sinónimo de razonamiento del sentido del sufragio, en este caso bien pudo haber sido consecuencia no sólo de ello, sino también de una desastrosa operación electoral por parte de su propio partido. Es evidente que los resultados de su partido en esta votación, no cuadran cuando se comparan lo obtenido por el abanderado presidencial, y por los candidatos a diputados federales y senadores.
Alguien les jugó chueco en esa operación. Y no hay por qué no pensar —y lo saben— que fueron ellos mismos quienes se pusieron el pie y llamaron a diferenciar el voto, y que al mismo tiempo hubo muchos electores que, en el caso oaxaqueño, votaron no a favor de los amarillos, sino en contra de los desaseados acuerdos cupulares que llevaron a las candidaturas a muchos de los representantes del peor priismo que recuerdan los oaxaqueños de los lustros recientes.
En todo esto, es claro que hoy es imposible achacar a una sola causa el sentido del voto mayoritario. Es cierto que en alguna medida el sufragio en México sigue siendo de clientelas y de pobreza, aunque es también evidente que de esa situación y práctica se benefician todos los partidos, incluyendo fundamentalmente al PRI.
Por eso, decir que el voto a favor de los amarillos es de la pobreza, parece tan ofensivo e irreflexivo como suponer que la mayoría electoral que eligió como presidente a Enrique Peña Nieto, lo hizo embobado por la televisión, o que lo hizo para tener a su presidente “de telenovela”. Osornio debería tener más respeto por la decisión de todos los electores —incluyendo los que vendieron su voto, o los que son clientela de algún grupo de poder—, porque los ciudadanos no son los responsables de la derrota de su partido, en una entidad federativa a la que mandaron justo a él a componer las cosas. Que voltee a su alrededor. Ahí, y no en el juicio contra los electores, encontrará la respuesta a sus enconos.
REPARTO
El senador Ericel Gómez, con la anuencia del edil citadino Luis Ugartechea, está repartiendo entre sus empleados, los principales puntos de venta del periódico que edita. A cambio de desalojar a los voceadores de cruceros, intersecciones y puntos estratégicos de la vía pública, les ofrece convertirse en comisionistas de Noticias, y recibir el 25% de ganancia sobre el precio de portada. Es decir, que prefiere jugar rudo, antes que ceder a una petición justa de los voceadores.