Informe y glosa en Oaxaca: sólo actos de lucimiento

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+ Reformas… pero no para interpelaciones

 

No es la primera vez que se discute en el Congreso del Estado, la necesidad de reformar en la Constitución local la parte relativa al Informe que rinde el Ejecutivo del Estado de la situación que prevalece en la Administración Pública estatal, y la llamada Glosa del Informe, en la que los diputados llaman a comparecer a los Funcionarios del Gabinete de Gobierno para que expliquen el trabajo realizado.

Las discusiones han sido varias. Aunque ciertamente, ninguna ha dado en el punto exacto de proponer que tanto el Informe, como la Glosa, sean algo más que sendos circos en los que, en el primer caso, sólo hay lucimientos; y el que, en el segundo, se atacan y se acusan para finalmente irse todos felices a su casa, sin ningún avance sustancial para los asuntos públicos del Estado.

En efecto, el gobierno de Oaxaca está ya entrando en la ruta de preparación del Segundo Informe de Gobierno. Teniendo ya como antecedente la realización de ese acto constitucional en 2011, claramente podemos prever que, en este segundo caso, de nuevo se buscará una negociación previa para que el Gobernador del Estado pueda acudir personalmente a entregar al Congreso el documento en el que se contiene el Informe, pero también para que pueda demostrar que tiene todos los hilos del poder, y que por eso puede acudir al Recinto Legislativo a presentarse libre y seguro ante los diputados.

De hecho, en 2011 quedó claro que la razón más importante por la que se realizó el Informe de Gobierno como un acto solemne y de franco lucimiento del Gobernante, fue justamente para demostrar que, contrario a su antecesor, él sí era bien recibido en la Cámara de Diputados; que él sí tenía la capacidad y la disposición para presentarse ante ellos; y que, incluso, era capaz de montar luces y cámaras en el Recinto Legislativo, para llevar invitados y hacer testigo al pueblo de Oaxaca —a través del canal oficial de televisión— de ese acto que fue hecho no para informar sobre la administración pública, sino para que él tuviera un escenario en el cuál demostrar su vocación de líder, de negociador y de demócrata que, según el canon político del momento, no tenía su antecesor.

Y es que, de hecho, tal y como está concebido el acto constitucional del Informe de Gobierno, ya no corresponde a las necesidades actuales, porque éste es sólo un acto de lucimiento que sí era acorde a los tiempos del partido hegemónico, en el que el Gobernante era también el Jefe Político, en el que la oposición era testimonial, y en el que, por tanto, el Día del Informe era también el Día del Gobernante, porque ese era el escenario en el que éste podía mostrar su “eficiencia” (de ahí el discurso lleno de números y cifras que, bien a bien, muy pocos entienden); su liderazgo (con un monólogo lleno de aplausos y ovaciones); y su control sobre los demás factores de poder (por la ausencia de detractores o cuestionamientos).

Todo esto, ciertamente, debe cambiar. Pero debe hacerlo de tal modo que el Informe no pierda su naturaleza de acto republicano entre Poderes; pero que tampoco siga siendo el acto de lucimiento con el que fue concebido y mantenido tanto en la Constitución, como en la práctica política del Estado. La posibilidad de una reforma “moderna” al formato del Informe, para que el Gobernante esté presente mientras se le interpela, es equivocada y, en el mismo sentido, claramente con ánimo de lucimiento y de revancha por parte de quienes buscan favores o posiciones a partir del amague o la ejecución de cuestionamientos, y hasta insultos (cobijados los diputados, en la plena libertad constitucional que tienen para manifestar sus ideas en el ejercicio de su encargo), a quien gobierna.

Si una reforma de tal magnitud se hace con esa sola intención, entonces los diputados estarían equivocándose y perdiendo una gran oportunidad de hacer una verdadera reforma de avanzada al formato del Informe.

 

LA GLOSA, OTRO CIRCO

La llamada Glosa del Informe es un auténtico circo. En éstos últimos años, hemos visto que el gran avance democrático que se ha conseguido en Oaxaca, ha sido únicamente el relativo a que hoy los diputados sí tienen la capacidad y la fuerza suficiente como para mandar a llamar a los funcionarios del Gabinete estatal, y conseguir que éstos asistan a la convocatoria. En otros tiempos, había funcionarios que a base de prebendas económicas, o francos desafíos avalados por el Gobernante-Jefe Político en turno, simplemente desoían el llamado —y optaban por negociar su no asistencia, ofreciendo dinero o beneficios oficiales a los diputados, a cambio de su “anuencia”—, o de plano decidían no ir al Congreso.

Hoy eso ya no ocurre. Sin embargo, no por eso el resultado deja de ser desalentador. De hecho, en los últimos años hemos visto cómo toda la glosa se convierte en otro “estira y afloja”, en donde todos los puntos a discusión —y a negociación— son irrelevantes para los asuntos públicos que debieran discutirse, y en el que se entablan sendas negociaciones previas (llenas de oscuridad y de intercambios) para pactar apoyos, silencios e interpelaciones por parte de los diputados.

Esto porque los diputados ocupan la ocasión para hacer gala de sus problemas y débitos personales con los integrantes del gabinete. La glosa sirve para que los interpelen, es cierto, pero también para que los señalen, ofendan y les reprochen asuntos que según ellos son producto de su deficiencia. Los funcionarios por su parte, ocupan el momento para también saldar sus cuentas con los diputados. Se defienden como pueden. Y, de hecho, al final dan gala de contestar lo que quieren y como quieren, y de evadir todos los asuntos que, aunque se los machaquen, simplemente no tengan interés o ganas de abordar.

En eso último, los secretarios Salomón Jara Cruz y Jesús Martínez Álvarez han dado cátedra en sus comparecencias ante los diputados, pues ambos han demostrado ser todo lo demagogos posibles pues dicen lo que quieren, prometen mucho y cumplen poco, y hacen de los diputados blanco de burlas al demostrar que aún frente a sus cuestionamientos, no son removidos de sus cargos, ni son atendidos los puntos que se les exigen.

 

SOLUCIÓN LEJANA

Ese formato no cambiará en el corto plazo, porque así como está les conviene a todos. Le conviene al Gobernante porque así tiene su acto de lucimiento, y sus funcionarios pasan por una glosa que no implica consecuencias ni compromisos. Y los diputados tienen las negociaciones que tanto les gustan, y reditúan. Ojalá hubiera seriedad. No es así.

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