Sección 22: su mejor ventaja es la indefinición

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+ Sindicato o grupo de lucha social, el “dilema”

 

La discrecionalidad de las negociaciones anuales, es sólo una de las aristas del complejísimo problema que representa para el Estado su trato con la Sección 22 del SNTE. El problema de fondo, es que el magisterio oaxaqueño ha capitalizado con enorme ventaja su “indefinición” entre ser un gremio progresista que lucha por la situación y los derechos de los trabajadores, o ser un grupo de lucha social que, según su misma lógica, representa al “pueblo de Oaxaca”. Mientras se siga tolerando esa vaguedad deliberada, el gobierno y los oaxaqueños continuaremos lidiando con un grupo fuerte pero sin moral ni palabra, que es capaz de tomar por rehén a sus supuestos representados con tal de conseguir sus intereses.

En efecto, la víspera el artista plástico Francisco Toledo decía sobre las discrecionales negociaciones “a puerta cerrada” que cada año entablan el gobierno y la Sección 22 que “Las autoridades saben qué pueden ofrecer en las negociaciones, pero los ciudadanos nunca saben lo que se hace, se ofrece o el teje y maneje de los arreglos a los que se llegan; por eso, desde siempre se ha querido saber que ocurre entre ellos”.

Por eso proponía, como conclusión de un foro educativo al que convocó en días pasados, que tanto el gobierno como la Sección 22 “permitan a la sociedad civil participar en los procesos de búsqueda de una solución a la situación de la educación en Oaxaca, a través de realizar una serie de reuniones con miembros de distintos grupos civiles, entre ellos padres de familia, representantes de cámaras de comercio, intelectuales, e iglesia, cada año antes y después del mes de mayo para conocer las peticiones del sindicato magisterial y la postura gubernamental respecto a la mismas. Esto, con el objetivo de dar seguimiento a los procesos de negociación cuya resolución nos impacta a toda la sociedad”.

Aunque es una propuesta sensata, y sin duda democrática desde sus principales flancos, parece a todas luces inviable ante las prácticas intransigentes de la Sección 22 y la tibieza del gobierno estatal para no sólo ceder ante las presiones magisteriales, sino para entablar un auténtico proceso de negociación en el que, idealmente, pudieran concederse múltiples y recíprocas concesiones.

En los últimos años, ha quedado claro que, en ese caso en específico, la Sección 22 se ha negado sistemáticamente a abrir sus procesos de negociación a la sociedad. En ese, y todos los casos que atañen a su relación laboral y económica con el Gobierno del Estado, siempre se asumen simplemente como un gremio que se encuentra defendiendo los intereses de los trabajadores que lo integran.

Por eso, exigen que la negociación no sea transparentada (incluso, para cuestiones como esa podrían servir las señales de radio y televisión gubernamentales) y, hasta hace pocos años, tampoco permitían que los resultados de esa negociación fueran expuestos por la parte oficial. La única verdad válida era la de ellos, aunque en ella no dijeran del resultado completo de sus negociaciones.

Hoy, sin embargo, uno de los máximos logros que ha obtenido la administración estatal radica en poder hacer públicos los resultados de la negociación. El punto clave esta que el problema de fondo no radica en el solo resultado de las negociaciones, sino en el hecho de que nadie sabe cómo se llega a él y, sobre todo, a qué acuerdos extra sindicales llegan los representantes oficiales y los dirigentes sindicales, para poder pactar lo que finalmente informan a la sociedad como resultado de sus negociaciones.

Se engaña todo aquel que crea que las negociaciones anuales del gobierno y la Sección 22 incluyen sólo los contenidos en el pliego petitorio, y que no se valen, unos y otros, de exigencias u ofrecimientos de prebendas como herramientas para “aflojar” una negociación que los mismos profesores paristas hacen cada año más compleja y ríspida.

 

NEGOCIACIÓN TRANSPARENTE

En la negociación anual de la Sección 22 y el gobierno, lo que se transige es la entrega de recursos públicos. Por esa sola razón, un proceso de negociación totalmente abierto y transparente no transgrede los principios sindicales (aunque sí sus prácticas discrecionales, que no son intrínsecas la vida o democracia gremiales) y sí debía ser derecho de conocimiento de todos los oaxaqueños. Finalmente, lo que se negocia son recursos de todos, y todos debíamos saber cómo se alcanzan tales acuerdos.

La finalidad de esa demanda, ciertamente, es política. Y es política simplemente porque nos atañe a todos (pues la definición clásica del hecho político, dice que éste es todo aquel que incumbe al interés general). Sin embargo, eso, que debía ser un acto democrático fomentado por la misma Sección 22, es negado en todos los sentidos posibles. A los maestros “democráticos” no les interesa incluir a la sociedad (o “al pueblo de Oaxaca”, como ellos dicen) en esos procesos, sino más bien les interesa medrar con esa bandera para otros fines, cuando éstos son no políticos, sino de la lucha social que realizan en paralelo a sus prácticas sindicales.

Y es que los maestros de la 22, sólo esgrimen su defensa y representación del pueblo de Oaxaca, cuando se trata de asuntos que rebasan la esfera sindical, pero que también les atraen o les interesa o les conviene. En innumerables ocasiones, los maestros democráticos se han inmiscuido en asuntos que originalmente no les incumbían, y para hacerlo se justificaron en el hecho de que ellos rebasan las solas finalidades sindicales, y son auténticos defensores del pueblo de Oaxaca.

No lo son. Y es que si lo fueran, entonces lo primero que harían es abrir las negociaciones con el gobierno estatal, para de ese modo no solamente permitir que todos los oaxaqueños se enteraran de qué y cómo se negocia, sino también para que a partir de eso se establecieran compromisos firmes no con el gremio o la política o la gobernabilidad, sino con la educación.

 

DEMANDA IMPOSIBLE

No lo hacen, ni lo harán, porque todos los procesos de la Sección 22 están hechos para recibir todo a cambio de nada. Dicen defender al pueblo de Oaxaca aunque nunca le han procurado un verdadero bien. Dicen también defender la democracia aunque, como dice el refrán, sólo en la casa de sus vecinos. Dicen defender la educación. Pero con todo y todo, Oaxaca sigue estando en el cabús de los índices educativos del país. El problema es que a la 22 se le tolera todo. Y como lo saben, van por todo, a cambio de nada. Porque nadie se los puede exigir.

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