Sección 22: los 70 mil maestros están solos

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Una de las razones por las que hoy los maestros de la Sección 22 viven un periodo de repudio acendrado, y casi unánime, es que aún cuando ellos lo niegan, lo cierto es que socialmente se quedaron sin banderas de lucha. Y es que según sus propias palabras, el gobierno autoritario y violento contra el que luchaban, se fue; la antidemocracia y las imposiciones que le daban origen a su lucha, también terminaron; la cerrazón y la intolerancia hoy no son tales. Y, de hecho, el gobierno está por completo decidido a no dar una sola razón para diferendos o pugnas con el gremio magisterial que insiste en seguir luchando, solo, contra causas sociales que para muchos ya no existen.
En abstracto, los maestros de la Sección 22 luchan por causas contra las que nadie podría disentir. Cuando no tienen un motivo específico para justificar sus acciones de lucha, dicen que lo hacen por la democracia, por el combate a la pobreza, o por la erradicación de los rezagos educativos, o por la opresión, la marginación, la represión o la corrupción del gobierno o cierto sector de la sociedad.
Sin embargo, en los últimos tiempos los maestros decidieron ponerle nombre y apellido a sus causas, y a establecer vertientes específicas para justificar las luchas sociales que han encabezado. Esa ha sido su gloria y causa del amplio respaldo social que lograron tener, pero también lo es hoy de su soledad y el repudio general a la forma en cómo justifican y llevan a cabo sus acciones de lucha.
El gran detonante, todos lo sabemos, fue el 2006. Ya para entonces, los maestros tenían más de cinco lustros de lucha democrática, y en ellos habían conseguido no sólo el control de su sindicato, sino una serie de beneficios envidiables casi para cualquier trabajador del país: una serie de bonos económicos durante el año, tres meses de vacaciones pagadas, 90 días de aguinaldo, beneficios sociales extraordinarios a los que tiene cualquier otro maestro del país, y una relación a la que el gobierno le ha puesto particular cuidado por la capacidad de movilización, disciplina y organización interna alcanzada por la Sección 22.
Aún con todos esos beneficios, en 2006 el magisterio de la Sección 22 alcanzó nuevos máximos históricos en el respaldo social en Oaxaca, debido a que variaron y renovaron sus banderas de lucha. Ya para entonces dejaron de decir que luchaban por sus beneficios y por la democratización interna de su sindicato, y entonces se asumieron como líderes de la lucha social en Oaxaca. Por eso dijeron que luchaban contra la antidemocracia priista, contra la corrupción de los últimos gobiernos, y contra el asesino y represor del gobernador Ulises Ruiz. Así, indirectamente, se hicieron aliados de los partidos que entonces eran de oposición, y así hicieron juntos la revuelta, y las luchas políticas y partidistas que luego desembocaron en el triunfo electoral del bloque opositor en los comicios de 2010.
Cuando vino la alternancia de partidos en el poder en Oaxaca, muchos pensaron de forma simple, y creyeron que con la victoria la Sección 22 tambien se replegaría y asumiría la calidad de aliada del gobierno que estaba por asumir. Se equivocaban desde entonces, porque no distinguían que la vocación del sindicato magisterial en Oaxaca es eminentemente de lucha y de logro de beneficios, y que por eso no sólo no dejarían de exigir al gobierno, sino que lo harían con mayor denuedo y ya sin el riesgo de se reprimidos, encarados o cuestionados por el gobernante en turno, y más bien con la ventaja de que la victoria les daría débitos y mayores márgenes de negociación y maniobra.
Lo que no calcularon es que con esa victoria electoral, ganada a pulso, sus banderas se desacreditarían aceleradamente, para quedar en la situación de soledad e “incomprensión” que hoy le profesan a los profesores de la Sección 22 del SNTE, hasta quienes fueron sus aliados.

ESTÁN SOLOS
En 2006 hubo manifestaciones genuinas de la ciudadanía en su apoyo. No en balde se realizaron varias megamarchas, después del desalojo del 14 de junio de ese año, en las que participaron varios cientos de miles de oaxaqueños en cada una de ellas, que genuinamente salieron a las calles a repudiar las acciones de fuerza del gobierno estatal, y a exigir justicia y la renuncia de los funcionarios responsables de los actos de represión. Hoy, sin dudarlo, no podrían convocar ni a una cuarta parte de los que los apoyaron hace apenas seis años. ¿Por qué?
La respuesta está en la procacidad de los acuerdos, y en las cesiones hechas por el gobierno en turno para alcanzar la paz en aquellos tiempos, y en la imposibilidad de la actual administración por evadir los réditos que aún tiene pendientes con la Sección 22. En el primero de los casos, los acuerdos eran en sí mismos impresentables porque implicaban el otorgamiento de todas las exigencias que ellos plantearon, entre ellas la de la persecución y desaparición de todos los módulos que estaban en manos de los maestros que eran sus opositores. Era, pues, un acuerdo en el que el gobierno daba todo a cambio del solo no hacer por parte de los maestros.
En el segundo de los casos, el asunto no es menos sencillo. Pues resulta que el gobierno actual sí se benefició de todas las arengas y llamados a la lucha de la Sección 22 para construir su plataforma política a ras de suelo. El gobierno, pues, asumió también la lucha magisterial contra la corrupción, la antidemocracia, la corrupción, el autoritarismo y la represión. Y ha hecho hasta lo imposible —entre eso, permitir la impunidad ante los hechos de violencia de la Sección 22, con tal de no aplicar la ley y que los tachen de represores o intolerantes— y a partir de ello ha justificado la alternancia, su triunfo y la permanencia del régimen en el poder.

ROUNDS DE SOMBRA
Por eso hoy la Sección 22 hace costosos rounds de sombra. Luchan solos, contra causas que sólo ellos ven y por intereses que sólo a ellos les conviene. Por eso hoy, a diferencia de hace seis años, la sociedad ya no los ve como los garantes luchadores por la democracia, sino como unos voraces y violentos que van por todo sin importarles encima de quiénes tengan que pasar para conseguir sus fines. Están lejos aquellos tiempos en los que tenían gran respaldo social y banderas genuinas por las cuales justificar su decisión de cerrar calles, bloquear oficinas, marchar, parar clases, agredir y todo lo que hoy siguen haciendo aunque ya sin el respaldo incondicional, y más bien con el rechazo abierto de la ciudadanía.

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