PRI Oaxaca: los comicios de 2013 mostrarán si es un partido grande

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Los comicios intermedios del año próximo en Oaxaca representan el más grande reto para un partido que se dice grande, pero que en los hechos ha demostrado ser un desastre. Ese es el escenario del Partido Revolucionario Institucional en la entidad, que con todo y sus promesas de cambio y renovación, continúa anclado a las más viejas prácticas de socavamiento a la democracia, y no ha tenido la capacidad para generar coincidencias con la ciudadanía. Si todo se lo deja al gobierno y su operación electoral, sería tanto como demostrar que sin el poder público y sus facilidades, el “partidazo” es nada.

La idea del partidazo nació hace años de aquella percepción de que el PRI era invencible. En los años en que el tricolor arrasaba en todos los procesos electorales, a todo aquel que quería incursionar o crecer en política no le quedaba otra que militar en el partido oficial, y ceñirse a todos los designios que éste dispusiera. El partidazo priista era tal, porque no existía una distinción mínima entre lo que era el PRI y lo que era el gobierno, y lo que eran las prerrogativas partidistas que les eran asignadas conforme a derecho, y lo que eran los recursos económicos que, en la discrecionalidad y en la ilicitud, les eran transferidos —de forma secreta, pero a la vista de todos— desde el gobierno en turno.

Por eso el PRI era aparentemente invencible. Eran los tiempos de la intolerancia total a las formas de militar y pensar en política, distintas al tricolor; por esa razón todo era pensado y asignado en función de que el PRI continuara ganando elecciones. Y por eso mismo, todos los recursos del Estado —incluyendo la posibilidad de coacción contra todos aquellos que no se ciñeran al interés superior del partidazo— eran puestos a disposición del PRI, para que éste garantizara los triunfos sin necesidad de ofrecer alternativas reales de solución a los problemas de la ciudadanía, ni democracia, ni gobiernos eficaces. Por eso, cuando la ciudadanía se volvió exigente, en el ámbito nacional, el PRI comenzó a perder el gobierno, en la misma función que perdía los factores reales de su partido.

Esa explicación aplica a la perfección en Oaxaca. De hecho, aquí el despertar de la ciudadanía fue bastante tardío. Mientras tuvo el gobierno en las manos, el PRI lo exprimió todo lo que pudo, y por esa razón pudo mantener el control de ciertos ámbitos. Pero cuando vino una elección definitoria, en tiempos inéditos para la entidad (que estaban ya condicionados por una revuelta social, por descalabros recientes que había sufrido el PRI, y por un gobierno copado de corrupción, totalitarismo e intolerancia, como lo fue el de Ulises Ruiz), la estructura del partidazo no pudo aguantar la presión, y por eso en una sola jornada electoral perdieron el gobierno estatal, la mayoría en el Congreso, y la inmensa mayoría de los municipios importantes que hasta entonces gobernaban.

Ante la derrota, el PRI auguró que en los siguientes comicios estatales se recuperaría. Sin embargo, en estos últimos dos años y medio, la militancia y cúpulas del priismo han demostrado que sin el eje de rotación que era para ellos el Gobernador y el poder del Estado, sus posibilidades de organizarse y funcionar son mínimas. Por eso, luego de los comicios de 2010 no han hecho otra cosa más que pelear entre ellos.

El grupo derrotado de los herederos políticos del ex gobernador Ruiz, han tratado de mantener el control de la dirigencia tricolor, aunque con un costo político incalculable. Y lo más que han logrado hacer es mantener el control del membrete y del reconocimiento de la dirigencia nacional. No ha sido así en la posibilidad de mantener, aunque sea testimonialmente, el control de las estructuras electorales, de la presencia, y del trabajo partidista a ras de suelo que hace  ganar a cualquier fuerza política cuando cumple esas condiciones.

En ese escenario, lo cierto es que el escenario real —fuera de cualquier ayuda externa que pueda recibir el priismo oaxaqueño— es devastador. Y no conformes con ello, la única decisión de verdad trascendental que han tomado en los últimos meses, ha sido por la consolidación de la imposición y la corrupción que representa la permanencia del grupo ulisista en el control de la dirigencia priista. Por eso le apuestan todo a que en 2013 el trabajo real lo hagan las delegaciones federales. Y a que el partidazo reviva con oxígeno artificial transferido desde un gobierno nacional que no está, en estos momentos, para jugarle al padrino electoral de nadie.

 

PERDER EL GOBIERNO

La dirigencia tricolor, y algunos de los sectores que se sienten con ventaja dentro del tricolor, asumen que 2013 será un año de victoria porque ésta vendrá etiquetada con los recursos y la operación que pueda realizarse desde las delegaciones federales fuertes, que disponen de recursos para la asistencia social. Creen, pues, que ellos darán todo, harán todo, y pagarán todo, y que la militancia tricolor estará contenta de ver que, de nuevo, unos cuántos llegan a cargos importantes a cambio de las promesas de democracia que no han sido cumplidas ni en lo más mínimo.

¿De verdad cree un personaje como Salvador Sánchez, a la sazón delegado presidente del “partidazo”, que el PRI en Oaxaca puede ganar solo? ¿De verdad creerá que con el “arraigo” y los antecedentes que tiene el grupo que lo acompaña en la dirigencia tricolor, podrá hacer algo más que repetir las dos derrotas al hilo que llevan en la entidad? ¿De verdad cree que toda la operación electoral, para recuperar la senda de triunfo en Oaxaca, puede quedar en manos de unas delegaciones federales, que ya no son la caja chica del PRI que fueron hace tres lustros, cuando todavía eran gobierno?

El riesgo que corren es altísimo. Porque el PRI necesita legitimar su administración en el gobierno de la República, y por eso no pueden inaugurar su gestión con cochineros como el de la constatación de que las delegaciones y sus recursos seguirán siendo la agencia de operación electoral que han sido también en los tiempos del panismo. El supuesto “nuevo PRI” podría costarles mucho si insisten en que desde el poder se les siga prohijando y se les siga dando lo que solos no han podido ganar en los últimos años.

 

DEVASTACIÓN

Falta menos tiempo del que parece para que inicie el proceso electoral. Y lo cierto es que la dirigencia tricolor en Oaxaca sigue siendo de escritorio, y de negociaciones entre cúpulas. Nada más.

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