Jara y FOSCUPT: es el negocio, no la dignidad

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+ Juntos repartieron recursos, pero hoy se pelean

 

No es un interés o preocupación genuina la que hoy mueve al Frente de Organizaciones Sociales, Campesinas, Urbanas, Pesqueras y de Transporte (FOSCUPT) al exigir la renuncia de Salomón Jara Cruz como secretario de Desarrollo Agropecuario, Forestal, Pesca y Acuacultura (Sedafpa). Más bien, lo que ocurre es el fin de una alianza de que uno y otros salieron inicialmente beneficiados, pero que con el paso del tiempo se fue diluyendo ante los intereses y la voracidad de quien hasta hoy ha sido el funcionario inamovible del campo oaxaqueño.

En efecto, el FOSCUPT se creó al calor de la alternancia de partidos en el Gobierno del Estado, y nació bajo la promesa de que el aglutinamiento de la mayor cantidad posible de organizaciones sociales, les traería a todas mayores beneficios y fuerza suficiente para poder negociar directamente con el gobierno estatal. Si esa era la mano social que sí se veía, la que hasta entonces estaba oculta era la del intento de engatusamiento partidista a favor de la causa del entonces funcionario estatal, y aspirante al proyecto transexenal por el grupo gobernante, Benjamín Robles Montoya.

Quizá fue por eso que la fuerza real que tuvo el FOSCUPT fue sólo al inicio de sus gestiones. Pues a los pocos meses de haber aparecido como Frente de Organizaciones (que incluso intentó colonizar a muchas de las organizaciones identificadas con el PRI, que ante el cambio de gobierno y de partido en el poder se quedaron en la orfandad), se revelaron las prácticas reales de los dos dirigentes reales de ese movimiento.

Por un lado, Jesús Romero López y Karina Barón Ortiz, a través de sus respectivas organizaciones, acapararon la gran mayoría de los recursos gestionados ante dependencias como Sedapfa, utilizando la fuerza de todas las organizaciones que se habían adherido, pero haciendo un reparto discrecional y desequilibrado de los recursos obtenidos (pues sus organizaciones habían obtenido recursos millonarios, pero las demás recibieron menos beneficios incluso que cuando negociaron solas con el actual gobierno, y con la administración ulisista).

Y si eso era grave, las maniobras políticas del FOSCUPT eran aún peores. No pasó mucho tiempo para que, a finales de 2011, comenzara a presionar a sus organizaciones adheridas, para que en contubernio con dependencias como la Sedafpa de Salomón Jara Cruz, se pronunciaran a favor de las aspiraciones políticas de Robles Montoya, y le organizaran eventos y le prometieran votos para su candidatura. La maniobra que intentaban, buscaba intercambiar —y obviamente condicionar— el otorgamiento de recursos económicos de programas sociales del gobierno estatal, a cambio de que las organizaciones sociales apoyaran a Robles Montoya.

Eso provocó el debilitamiento del FOSCUPT. A la luz de muchos de sus integrantes, sus prácticas no sólo eran menos democráticas que en los tiempos del priismo y más acaparadoras, sino que también querían sacar provecho de la manipulación de los beneficios sociales a favor de Robles Montoya, y trataban también de aprovecharse de las ventajas que en ese momento tenían al interior de dependencias “aliadas” que tenían dispuestos el desvío de recursos millonarios —que originalmente para la atención de programas y organizaciones sociales— para fines partidistas.

 

EL FIN DE LA ALIANZA

En nuestra entrega del pasado 31 de agosto, dábamos cuenta de que la dependencia que encabeza Salomón Jara Cruz estaba haciendo todo lo posible por liquidar, para 2013, a la gran mayoría de las Agencias de Desarrollo Rural que habían trabajado exitosamente a lo largo de los últimos años en diversas regiones oaxaqueñas.

Decíamos que pretendía hacerlo aún cuando la gran mayoría de esas Agencias han sido reconocidas y evaluadas positivamente por la FAO, y que pretendía sustituirlas con otras encabezadas por sus aliados políticos, para que sirvan únicamente como justificación para drenar los recursos económicos federales destinados para el Programa Estratégico de Seguridad Alimentaria (PESA), pero sin buscar verdaderamente un beneficio para los sectores sociales a los que PESA está destinado.

En ese sentido, decíamos entonces que la Sedapfa tiene la atribución de ejecutar los recursos económicos de ese programa, que sólo para la entidad oaxaqueña ascienden a más de 350 millones de pesos anuales; que cada Agencia de Desarrollo Rural tiene posibilidad de ejercer directamente recursos por un monto superior a los seis millones de pesos; y que ese monto global es el que fundamentalmente acaparó la Sedapfa, por medio de argucias no sólo para evadir los lineamientos federales del programa PESA, sino también para remover a auténticos despachos, para poner en su lugar agencias “pantalla” que sólo sirvan para operar recursos y generar beneficios económicos para funcionarios estatales con los cuales estaría coludido Jara Cruz para compartir ganancias. ¿Qué tiene que ver esto con el rompimiento entre el impresentable Salomón Jara con el FOSCUPT?

Casi nada: que en el caso de las Agencias de Desarrollo Rural, algunas de las que Jara intentaba liquidar, y que finalmente sí consiguió, eran las que pertenecían a las organizaciones sociales de los líderes de ese Frente de Organizaciones. Por eso, aunque al inicio habían sido aliados casi incondicionales, y a pesar de que Salomón Jara y el FOSCUPT lideraron los intentos por torcer abiertamente los presupuestos destinados a programas sociales y del campo para fines partidistas, finalmente los intentos de acaparamiento del FOSCUPT, y la voracidad de Jara, llegaron a un punto de rompimiento cuando ya no pudieron ser coincidentes.

 

DEMANDA AMAÑADA

FOSCUPT, al final, no está preocupado porque Salomón Jara esté obstaculizando los beneficios sociales de miles de familias oaxaqueñas, sino porque les cortó los recursos a las organizaciones de sus dirigentes. Y Jara está demostrando que sus ambiciones y su voracidad no tiene límites: en el intento de saciar sus intereses y sus afanes económicos, no le ha importado cultivar enemigos en todos los frentes posibles, y provocar alianzas sólo para ver materializada su salida del Gobierno del Estado. Ésta finalmente debe ocurrir por la inoperancia y por la postración del campo que ha provocado. Aunque estas peleas son sintomáticas de la descomposición y de los vicios de anida la “izquierda moderna” tanto del PRD —al que pertenecen Robles y Romero— como de Morena, y el ala perredista que aún controla Salomón Jara.

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