+ Ahora, el magisterio no debe imponer su sola voluntad
En las condiciones actuales, lo único que debiera restar es la desaparición del Legislativo como poder del Estado en Oaxaca. La sumisión que han demostrado sus integrantes, el trato indigno que han permitido por parte de un poder fáctico, y la ausencia total de una noción sobre lo que significa el poder público, hace que sus integrantes hayan degradado al Congreso del Estado a tal punto, que lo único que les faltaría por permitir sería su aniquilación como Poder Soberano.
En efecto, las condiciones actuales no podían ser peores: por segunda ocasión, un poder fáctico como la Sección 22 fue capaz de paralizar por completo sus actividades, en aras del cumplimiento de una pretensión política. La vez anterior, en 2006, la Sección 22 del SNTE trataba justamente de que el Poder Legislativo no cumpliera con sus deberes constitucionales, para demostrar con ello que los poderes no funcionaban y que por tanto la Federación debía desaparecerlos para nombrar un nuevo gobierno en la entidad. Lo paradójico es que, en esta ocasión, la 22 quiere justamente lo contrario: que el Congreso legisle una ley a modo. Sin embargo, presiona haciendo justamente lo contrario. Es decir, impidiendo sus labores.
En 2006, el Poder Legislativo del Estado fue duramente criticado porque, ante las circunstancias de toma de sus instalaciones, la entonces Gran Comisión decidió habilitar sedes alternas en las cuales pudiera funcionar. Aún con el estado de sitio fáctico que imperaba en la entidad, también a manos de la Sección 22 y la APPO, y en condiciones que parecían poco decorosas para uno de los Tres Poderes del Estado, el Congreso sesionó en el patio de una casa, en un salón de fiestas o en centros de negocios de hoteles de la capital oaxaqueña, con tal de no detener el trabajo legislativo.
¿Pero qué pasa ahora? Que, de nuevo, el Congreso se convirtió en rehén de uno de los caprichos de la Sección 22. Y aún cuando en este caso lo que quiere el magisterio —valga la redundancia— es justamente que el Legislativo legisle, lo cierto es que su estrategia ha estado encaminada a arrodillar primero a los diputados, para luego tratar de que éstos hagan no lo que deben, sino lo que los maestros exigen. Lo más grave de todo, es que ante este burdo intento, los diputados no sólo no han mantenido el decoro mínimo de su investidura y del respeto que deben procurar para el Poder Legislativo como ente soberano, sino que además han aceptado a pie juntillas las maniobras de la Sección 22 deteniendo por completo la actividad legislativa.
En estas condiciones, ¿qué es peor: Que en el 2006 el Poder Legislativo sesionara en el patio de una casa o en un salón de eventos sociales legalmente habilitado para esos efectos, o que hoy mantenga todas sus actividades detenidas sólo porque la Sección 22 se niega, en un acto de radicalismo puro y sin ninguna razón válida, a entregarle sus instalaciones?
Por eso, la sola aceptación del documento que contiene el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca, convalidó todas y cada una de las maniobras del magisterio oaxaqueño, y reafirmó el estado de sumisión en que se encuentra el Congreso del Estado en Oaxaca.
¿QUÉ QUEDA?
A pesar de la profunda indignidad que le han profesado al Poder Legislativo, los diputados no se equivocan: legislar en el marco jurídico oaxaqueño un tema educativo es poco trascendente, debido a que la reforma de la materia en el ámbito federal es jerárquicamente superior a la local, en todos los sentidos. Y la única forma en que podrían interactuar una y otra en este mismo momento, tendría que ser a partir de la armonización y coordinación que hubiese entre ambas, pero nunca en el estado de contradicción que pretende la Sección 22.
Y es que el problema es que los maestros oaxaqueños rechazan la reforma constitucional federal, y exigen la legalización y constitucional del PTEO en Oaxaca, no porque en verdad ésta última sea perniciosa para la educación y el plan alternativo sea la panacea, sino porque la reforma federal fue elaborada y pactada por gobiernos emanados de partidos a los que ellos consideran como adversarios, y porque ellos asumen el reconocimiento de su plan como una respuesta política, y no estrictamente educativa, al régimen de poder con el que no coinciden.
Esa es una de las razones torales por la que es doblemente insana la postura de los diputados locales. Pues en su pobre concepción, el Poder Legislativo quedó supeditado a las exigencias de la Sección 22, y lo mismo podría ocurrir con el tema legislativo. Si eso ocurre, no sólo se premiarán los caprichos y las maniobras del magisterio democrático para demostrar su poder, sino que haría entrar a Oaxaca en una contradicción seria con la Federación en cuanto a la aplicación de los lineamientos administrativos y técnicos relacionados con la educación.
¿Qué hará el gobierno de Oaxaca, si se legaliza y constitucionaliza el PTEO por capricho de la Sección 22, si la Federación comienza a recortar recursos por la incompatibilidad de modelos educativos? ¿Qué hará el gobierno de Oaxaca si, finalmente, la Federación deja de financiar paulatinamente la educación en la entidad porque, por capricho de la Sección 22, no se cumplen con las condiciones mínimas que éste impone para otorgar mejores condiciones?
Algo de eso ya ocurre en la actualidad. Pues aunque la Sección 22 lo niega y algunos profesores han aceptado el daño en aras de su militancia y de su fe en el magisterio democrático, lo cierto es que ya ha habido recortes y negativa a mayores recursos en temas como la antes llamada carrera magisterial, que en Oaxaca no ha mejorado en los últimos años, justamente porque el magisterio oaxaqueño no se ciñó a los lineamientos establecidos en la Alianza por la Calidad en la Educación. Lo que sigue, en ese ámbito, es que la Federación comience a recortar recursos en virtud de la falta de evaluaciones y de seguimiento a quienes han sido beneficiados de ese programa, pero que desde hace varios años no pasan por ningún proceso de corroboración de sus conocimientos.
CAPRICHOS, A FUERZA
El gobierno de Oaxaca ha permitido, cada vez en una situación más forzada, que la 22 siga estando al margen de las evaluaciones y los criterios delineados por la Federación. ¿Estará dispuesto a hacer todavía más? Si la respuesta es positiva, entonces ya debería nombrar a Rubén Núñez Ginés como director del IEEPO, y terminar así de institucionalizar este asalto a la educación y al poder público en Oaxaca.