+ Deuda, pero que sea para beneficio común
Casi al término de la gestión municipal en la capital oaxaqueña, el edil Luis Ugartechea ha buscado demostrar que su gobierno terminará con finanzas sanas, a través de la denuncia a administraciones anteriores. Sus antecesores le han respondido a través de la demostración de que ninguno de ellos dejó las arcas municipales sobrecargadas. Pero lejos de eso, el dilema de la capital se centra en que, si bien tenemos un municipio sin deudas, también tenemos un municipio sin capacidad de respuesta y sin margen de maniobra en sus finanzas. Por eso, no es ociosa la pregunta: ¿Necesitamos forzosamente un municipio sin deudas, o un gobierno con deudas “sostenibles”?
En efecto, sobre la administración de Ugartechea pesan importantes dudas relacionadas con la administración de los recursos municipales y con las deudas que pudo haber contraído durante su gestión. Se ha afirmado, sin probanzas plenas, que el Munícipe de la capital contrajo deudas millonarias y que no tuvo un manejo del todo responsable de las finanzas municipales. Aunque él asegura lo contrario, hay indicios de que algo no camina bien en el Ayuntamiento citadino, y que por eso están tomando medidas desesperadas (como el despido masivo de personal, del que daba cuenta TIEMPO en su edición del pasado sábado) para tratar de llegar al final de la gestión lo menos enredados posible.
Frente al público, pareciera que la preocupación central de Ugartechea no radica en dejar un municipio con faltantes o con problemas financieros, sino en no dejar un municipio endeudado. Hasta hoy, ha asegurado que entregará un Ayuntamiento con finanzas sanas y ha dicho que, a diferencia de sus antecesores, no habrá préstamos pendientes por pagar ni cuentas vacías a la llegada del nuevo munícipe. A todos los que ha acusado, le han respondido puntualmente asegurando que ellos no dejaron problemas como los que se denuncian actualmente.
Suponiendo sin conceder, demos por hecho algo: que ni Ugartechea, ni José Antonio Hernández Fraguas, ni los otros Alcaldes que ha tenido la capital en la última década, han dejado cuentas pendientes por pagar, deuda pública, o saldos sin comprobar en la administración municipal. ¿Eso es necesariamente algo benéfico para la ciudad? Antes de soltar una respuesta, tendríamos que repensar lo que vamos a responder.
Esto, debido a que si bien todos los Ediles que sucesivamente han pasado por el Ayuntamiento citadino, han tenido como preocupación central el tema de la deuda. Es cierto, las pruebas dicen que ninguno ha sobre endeudado al Municipio. Sólo que, también —y es el punto que a veces no alcanzamos a ver— ninguno de ellos ha tenido la capacidad de generar condiciones distintas en cuanto a la ejecución de obras que sean de beneficio e impacto mayor para la capital.
Salvo excepciones mínimas, Oaxaca de Juárez no sólo no ha tenido grandes obras o grandes beneficios en servicios públicos —que pudieron haber sido conseguidos incluso a través del camino de la deuda—, sino que incluso las últimas administraciones han comenzado a desatender temas que antes eran prioritarios, y por eso hoy vemos una ciudad que tiene serios problemas con temas esenciales que van desde la inseguridad hasta los baches, la basura, el alumbrado y muchos otros que hoy se encuentran en estado de abandono.
En esas condiciones, ¿debemos alegrarnos de que no haya deuda? Quizá sí, porque ello representa cierta “tranquilidad” para quien gobierna y para quienes están interesados en las finanzas de la ciudad. Empero, también debemos tomar en consideración que la palabra “deuda” no es directamente proporcional a “problema” o a “hipoteca del futuro”.
Más bien, lo que ha pasado es que nadie ha querido tomar el paquete de generar deuda responsablemente para dotar a la ciudad de mejores servicios. Y es que la ciudadanía cree que toda deuda es irresponsabilidad y significa “robo” por parte del gobernante. Y éste a su vez cree que toda deuda significará costos políticos para él y su partido. Por eso, a Oaxaca le queda a la perfección aquella perla del refranero que dice que “quien nada debe, nada tiene”.
LA DEUDA
En este punto, es menester recordar una anécdota agridulce ocurrida aquí mismo en Oaxaca: Cuando inició el gobierno de Ulises Ruiz, éste quería hacer muchas obras pero al mismo tiempo le rondaba el fantasma de los duros cuestionamientos que se le vendrían encima a su administración por el endeudamiento. Ellos, en su momento, “resolvieron” el problema a través de la salida fácil de contraer compromisos económicos que no estuvieran catalogados en la ley como deuda pública.
Así, con los esquemas PPS, construyeron Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial. Ambas constituyen una enorme sangría (y por quince años más) a las arcas estatales, además de que en sí no representan obras que generen algún beneficio para la ciudadanía. Sin embargo, en la contratación del esquema y la deuda, pudo más la “tranquilidad” del ex gobernante por dejar una enorme deuda que para efectos legales no es “pública” (e hincharse con eso de dinero, junto con sus socios), antes que contratar una deuda que sirviera para inyectar dinamismo al gobierno y a la sociedad, y que a través de mayor crecimiento y mayor recaudación, dicha deuda pudiera ser sostenible por sí misma y generadora de beneficios para la mayoría.
Ese es el punto que también parece que no pueden cuadrar en la capital. Ugartechea quién sabe si deje o no deuda, pero lo que sí es cierto es que en su administración se incrementó drásticamente el gasto corriente (sólo en el tema de salarios el incremento es exorbitante), a partir de recursos que no sabemos si salieron de una mayor recaudación, del incremento de su presupuesto o de una deuda.
Y si no se endeudó, lo cierto es que su gobierno —como todos los anteriores— no tuvo sino sólo capacidad de hacer lo que pudo, pero no de concretar alguno de los tantos proyectos —muchos de ellos importantes como las vialidades, y otros urgentes, como la basura y demás— que tanto se prometen en campaña, pero que luego se desmoronan ante la incapacidad financiera del Ayuntamiento y los titubeos que tienen los gobernantes frente a la posibilidad de la deuda pública.
AUSTERIDAD
Por cierto, ¿Javier Villacaña sostendrá los estratosféricos salarios y dietas que implementó Ugartechea para sus concejales y empleados administrativos? Ese es un tema que seguro le hará crisis. Más, porque prometió mucho y, sin deuda y sin ajustes, no será posible que le alcance.