Finanzas y el crack con el Grupo Oaxaca

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+ Martínez Álvarez sólo habla de lo evidente

El martes pasado, a través de su cuenta de Facebook, el contador Jesús Martínez Álvarez relató una anécdota relacionada con el manejo de las finanzas públicas de Oaxaca. Además del contenido concreto de su publicación en las redes sociales, la revelación del ex Secretario General de Gobierno deja ver tres cuestiones concretas: primera, que a pesar de todos los intentos recaudatorios y de “disciplina fiscal”, las finanzas estatales nada más no cuadran; segundo, que los altísimos presupuestos siguen siendo una verdad a medias para la entidad; y tercero, lo desgastadas que se encuentran las relaciones entre la cúpula gobernante y el llamado Grupo Oaxaca.
En efecto, para entender este asunto es necesario ir por partes. En principio, el relato de Martínez Álvarez versa sobre un asunto concreto: a) Que el gobierno estatal tiene —o tenía— invertidos dos mil millones de pesos a plazo fijo, por los que una institución bancaria pagaba rendimientos; b) Que esa cantidad de dinero, otorgaba rendimientos en dinero, pero también permitía que dicha institución bancaria prestara servicios adicionales al gobierno estatal; c) Que al margen de esos rendimientos —ojo— “se deposita una cantidad mínima o adicional para dárselos a quien maneja las finanzas”; d) Que los encargados del manejo de esos recursos habían decidido mover su inversión hacia una institución que no tiene sucursales ni presta servicios en la entidad, y; e) que por ese movimiento se habían beneficiado dos personajes en concreto, a quienes la nueva institución bancaria en la que se hizo la inversión les pagaría una suma adicional “por fuera” .
Esto, al margen del “rendimiento” extraordinario que quizá habrían recibido indebidamente los dos personajes a los que alude Martínez Álvarez, pone en el centro de la atención una pregunta clave: ¿Es posible que el Gobierno del Estado pueda disponer discrecional y libremente de una cantidad tan grande de dinero, proveniente o de los recursos de su recaudación propia, o de las transferencias que recibe de las arcas federales, para destinarlos a una inversión bancaria a plazo fijo sólo para generar intereses?
Este asunto es el que en primera instancia debe ser clarificado. Pues desde el inicio de la actual administración se han venido aplicando una serie de medidas para incrementar el monto de la recaudación estatal, basados en el hecho de que la cantidad de dinero que recauda el Gobierno del Estado es mínima, y que eso les reducía el margen de maniobra para llevar a cabo inversiones propias, o para exhibir los “pari passo” que establecen diversos programas federales para que el gobierno estatal pudiera acceder a recursos extraordinarios.
Esa recaudación se incrementó, es cierto, pero gracias a medidas como la resistencia del gobierno estatal a eliminar o modificar el Impuesto sobre la Tenencia y Uso de Vehículos, la reducción de las exenciones en el Impuesto sobre Nómina para las empresas, o el cobro de derechos por la realización de espectáculos y eventos públicos, que en otro tiempo omitía cobrar el Gobierno del Estado, bajo la lógica de alentar el empleo o diversas actividades que de otro modo no podrían realizarse.
Como dato adicional, a diferencia de los recursos federales que son fiscalizados con mucho más detalle, los recursos provenientes de la recaudación estatal tienen mucho mayor margen de ser destinados con mayor libertad a fines e intereses propios de la administración estatal. Ahora bien, ¿es posible que puedan desviarse dos mil millones de pesos de recursos federales —que generalmente vienen “etiquetados” desde el presupuesto federal— para llevar a cabo una inversión a plazo fijo con el solo objetivo de obtener rendimientos? ¿O es que dicha “inversión” se hizo del “ahorro” realizado con recursos de procedencia estatal, y más específicamente, de los impuestos cobrados a los oaxaqueños?

¿Y EL ESTADO DE LAS FINANZAS?
El mismo martes, el secretario de Finanzas del Gobierno del Estado, Enrique Arnaud Viñas admitió que se va a contratar una nueva deuda para atender los problemas de la entidad. Señaló que “se buscará un financiamiento autorizado pendiente de contratar hasta por 2 mil 400 millones de pesos, que se clasifica como una deuda directa para proyectos estratégicos, infraestructura y reparación de daños causados en 2012”. Ante esta afirmación, no sobra la pregunta: ¿Y los presupuestos históricos de los últimos años para la entidad?
Ese es otro asunto que los oaxaqueños ya debemos ver con mucha menos alegría que antes: en los últimos años, o nuestros legisladores y gobernantes (locales y federales) nos han engañado sistemáticamente con la estratagema de los presupuestos federales “históricos” que se otorgan a la entidad, o en verdad algo ocurre con el gobierno estatal que sigue sin poder encontrar el camino adecuado para ejercer y comprobar, cada año, los recursos que la Federación le otorga, pero que al mismo tiempo le condiciona a la presentación de los proyectos respectivos, a la ejecución en plazos y forma específicos, y a la comprobación del destino que se le dio a dichos recursos.
Este es un tema que viene ligado con el anterior. Pues contrasta fuertemente que, mientras se revela que existen inversiones multimillonarias (dos mil millones de pesos son muchísimo dinero) destinadas sólo a la obtención de rendimientos y servicios bancarios institucionales (considerando en el supuesto, que en dichas operaciones nadie saliera particularmente beneficiado, como no sabemos si en realidad ocurre o no), también se diga que la entidad contratará nuevos empréstitos para hacer frente a sus compromisos y al desarrollo de proyectos estratégicos y de infraestructura que, según pensábamos, serían concretados a partir de los incomparables recursos que en los últimos años se han gestionado, y se han otorgado para nuestra entidad, desde la Federación.
Todo esto, sin duda, merece algo más que silencio…

FRÍAS RELACIONES
Jesús Martínez Álvarez es uno de los integrantes históricos del llamado Grupo Oaxaca. Desde que era servidor público estatal, sus constantes enfrentamientos con otros funcionarios dejaban ver fricciones constantes entre los diversos grupos que tenían influencia en el gobierno estatal. Su salida del gabinete, y la constante revelación de “anécdotas” dejan ver lo fría que está la relación entre quien gobierna y el Grupo Oaxaca, que siempre se ha adjudicado el destino (bueno o malo) de los últimos gobernantes, pero que hoy parece estar irremediablemente relegado.

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