Sección 22 y gobernabilidad: ¿qué ve la Federación?

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+ Lucha social junto a lucha armada: ¿sí lo ven?

Hasta ahora, los profesores de la Sección 22 del SNTE han desplegado una serie de acciones para demostrar fuerza y oposición al gobierno federal y los Poderes de la Unión, que pretenden consumar la aprobación de las leyes secundarias que reglamentarán el nuevo contenido constitucional en materia educativa. Una y otra vez, los maestros oaxaqueños (seguidos por los guerrerenses, michoacanos y de otras entidades que se han unido a la lucha) han dejado ver que tras de ellos se encuentra el fantasma de la ingobernabilidad. La muestra está puesta en los hechos de 2006 en Oaxaca. Sin embargo, en el análisis serio es claro que eso no ocurrió por las solas manos de los maestros, pues junto a ellos hubo un enjambre de organizaciones que contribuyeron al clima de ingobernabilidad. ¿Qué ve el gobierno federal respecto a eso en estos momentos?
En efecto, desde hace dos o tres días, en los medios de información de la capital del país se comienza a hablar con fuerza de la colusión que existe entre los representantes magisteriales de las entidades antes mencionadas, con grupos armados que tienen amplia experiencia en beligerancia. Quienes han denunciado esa relación y la posible presencia de grupos armados organizando las protestas magisteriales, sostienen que sólo a partir de eso puede entenderse por qué los profesores actúan con tanto orden, con tanta disciplina y con tanta capacidad para conseguir sus fines relacionados con la presión social. Empero, parece que si bien aciertan en denunciar esa relación guerrilla-magisterio, erran gravemente en el hecho de creer que éstas son estrategias guerrilleras.
Esto puede asegurarse a partir de la propia experiencia de Oaxaca. Pues en aquellos momentos, el conflicto magisterial y la revuelta social puede dividirse en dos grandes momentos: el primero, el de las protestas orquestadas por la Sección 22; y el segundo, cuando se endurecieron las prácticas de presión, apareció la violencia y comenzó el enfrentamiento abierto entre grupos inconformes y el aparato policiaco del Estado que intentaba enfrentar a los manifestantes.
El primer momento, que fue el puramente magisterial, es prácticamente el mismo que hoy se despliega en la capital del país. Y es que los maestros, con su sola organización y experiencia en la lucha social, son capaces de hacer todo lo que hasta ahora han demostrado. Sin necesidad de que nadie externo los asesore o los dirija, los maestros son capaces de tomar calles, de instalar campamentos y plantones masivos, de cercar edificios, de secuestrar transporte y de hacer presión a partir de su sola superioridad numérica. Hasta hoy, eso es lo que se han “limitado” a hacer. Y de todas las tácticas demostradas en estas jornadas de protesta en la Ciudad de México, ninguna se ha salido del radio de acción conocido del magisterio.
En Oaxaca, en 2006, hubo una segunda etapa que, si la recordamos, debe contarse a partir del 21 de agosto de ese año, que fue justamente el momento en que debería iniciar el ciclo escolar, y al seno de la Sección 22 se discutía si era pertinente o no que un sector del magisterio continuara la lucha y otro regresara a las clases.
Recordemos: cuando en esa consulta estaban a punto de ganar los moderados, y decretar el regreso a las aulas mientras continuaba su curso el conflicto y la demanda de renuncia del entonces gobernador Ulises Ruiz, un grupo de presuntos “infiltrados” del gobierno fue, esa madrugada, a tratar de tomar por asalto las antenas de la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión que se encuentran en el Cerro del Fortín. Ahí hirieron a un profesor.
Y la reacción “natural” –perfectamente calculada del magisterio, que eventualmente podría ser la que están esperando en este momento- fue la de denunciar la agresión, cancelar cualquier medida de distensión, tomar todas las estaciones de radio y televisión de la capital oaxaqueña para hacer una denuncia masiva del conflicto y llamar a la población a tomar parte de las inconformidades, y dar paso amplio a todas las acciones que ya exigían implementar las alas radicales. Ahí comenzó la fase violenta del conflicto, en el que sí tuvieron participación los grupos insurgentes que, hoy se denuncia, se encuentran en la Ciudad de México.

INFILTRADOS, ¿QUIÉNES?
Hoy, por eso, se equivocan quienes creen que hoy son las acciones del magisterio las que demuestran esa presencia presuntamente guerrillera. Esas manifestaciones, en realidad, podrían estar centradas en quienes exigen que el magisterio tome acciones más duras de las que puede desplegar en sí mismo, para que de ahí salgan sus primeras víctimas y entonces todo tome una dimensión distinta. Es una razón de pragmatismo puro, pero sólo a partir de eso puede entenderse la aparente pasividad del gobierno del Distrito Federal, y del Federal, frente a las acciones magisteriales.
Si en realidad uno y otro tienen aparatos de inteligencia e información eficientes, saben que lo único que necesita el magisterio es una chispa que termine de prender las inconformidades. Eso es lo único que tienen que buscar no hacer, para poder continuar sorteando el problema aún frente al costo político que paga la ciudadanía. Es claro que la ciudad de México no es Oaxaca y que los ciudadanos de allá no tienen el alto grado de tolerancia que tenemos los oaxaqueños. Pero debemos entender que una minoría bien organizada, bien disciplinada, y bien asesorada, puede hacer mucho más que una mayoría que es tomada por sorpresa y por asalto. Eso es lo que hoy pasa en la capital de la República.
En ese sentido, la línea que haría el punto de quiebre es delgadísima. En días próximos, el magisterio buscará incrementar el grado de violencia para conseguir las banderas y las justificaciones de represión que hoy no tiene, y entonces sí dar paso a los grupos duros que desplegarían otro tipo de acciones para obligar al gobierno a ceder a sus pretensiones. Todo eso, dados los antecedentes, sólo lo haría un gobierno torpe. Quienes tachan de tibio a Mancera no alcanzan a entender la dimensión que puede tener esta protesta, si teniendo ya un muerto en su seno, reciben el apoyo de otros grupos como el SME, los Panchos Villa, los Atencos y varios otros, además del EPR, que están listos para actuar.

NO HAY RAZONES
¿Bajo qué argumento los diputados de la LXI Legislatura rechazaron las cuentas públicas del 2010? No hay ninguna que sea válida. Sólo buscan encarecer la negociación e incrementar su bono de fin de Legislatura…

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