+ Disputa: lo loable contra lo inconfesable
Contrario a lo que se piensa, al magisterio democrático oaxaqueño aún le queda suficiente combustible para continuar su resistencia contra las reformas en materia educativa, y para dar una larga batalla –en Oaxaca o en la capital del país- por la preservación de sus privilegios. Si el gobierno federal y los maestros paristas actúan con inteligencia, pueden desactivar las movilizaciones en la capital del país y conseguir –que es lo más importante- el inicio del ciclo escolar en este estado permanentemente azotado por el huracán magisterial de la Sección 22 del SNTE. ¿Cuál es la fórmula?
En efecto, esta semana es determinante para el conflicto magisterial, si la CNTE y el gobierno alcanzan puntos de coincidencia mínimos que les permitan destrabar este momento crítico que ya está siendo demasiado costoso para todos. Las acciones magisteriales llevan cinco semanas continuas, mismas en las que ha habido comunicación permanente entre los dirigentes de las secciones magisteriales que protestan y funcionarios del gobierno federal y de las entidades federativas involucradas. ¿Por qué, a pesar de tanto diálogo, han sido tan pocos los avances?
Porque queda claro que así como los maestros de la Coordinadora han ido siempre a negociaciones llevando como único punto de discusión que sea cumplido en su totalidad el pliego de demandas que presentaron desde el inicio, el gobierno federal ha llevado una posición más o menos similar a las negociaciones, pues en todo este tiempo han sido más las exigencias que las concesiones, y concretamente no han abierto los suficientes espacios de intercambio para que los profesores de la CNTE asuman que están siendo escuchados y que sus demandas están siendo incorporadas a la agenda educativa del gobierno federal y las entidades federativas.
Sería fácil decir, en este sentido, que lo necesario entre unos y otros es una negociación de intercambio mutuo, en la que se pudieran hacer recíprocas concesiones para finalmente construir un acuerdo que hiciera programático el cumplimiento de dichos compromisos. Esto podría ocurrir si se cumplieran dos condiciones –que no se han dado en este caso. ¿Cuáles son? Primera, que ambos bloques (gobierno y magisterio) estuvieran dispuestos a negociar sin tener como precondición las posiciones inamovibles de sólo ir por todo o por nada en las mesas de negociación. La segunda, que los asuntos a tratar fueran concretos, que no tuvieran dobleces. Y que fueran tan confesables como para hacer de verdad público el diálogo y los acuerdos alcanzados.
No se dan ninguna de las dos condiciones. La primera de ellas está ausente porque hasta hoy el diálogo entre el gobierno federal y las organizaciones inconformes se ha centrado en temas coyunturales, pero no por los asuntos de fondo que son los que se supone que son la razón por la que los maestros viajaron hasta la Ciudad de México.
¿Qué han negociado? El plantón, el paro de labores, las movilizaciones, las fechas significativas, y el posible regreso a las aulas. ¿Y qué es lo que sigue pendiente de ser negociado? Todos los temas de fondo de la reforma educativa, que van desde la evaluación hasta la recentralización del manejo administrativo de la educación, pasando por todos los privilegios que pretenden ver intocados los profesores democráticos.
EL YING Y EL YANG
En medio de todo esto hay un problema que no es menor: por cada tema loable por el que el magisterio de Oaxaca dice estar luchando en la capital de la República, hay otro tema oscuro en el espejo que es el que en verdad ellos quieren preservar. Si los vemos uno por uno podremos darnos cuenta fácilmente de lo que hablamos.
Por ejemplo, los maestros de Oaxaca dicen estar luchando en contra de la privatización educativa, aunque en realidad contra lo que están luchando es la modificación de sus conquistas laborales. Ellos afirma categóricamente que la reforma es parte de una intención del gobierno federal por entregar el rubro educativo nacional a criterios de tipo eminentemente capitalista. En esa “intención” (que en realidad es una mera inferencia, porque la ley dispone, no supone) ellos justifican el rechazo a una norma que sí limita no sus derechos, sino sus conquistas.
Otro ejemplo: la Sección 22 afirma que lucha por el derecho a la educación. Esa es una bandera loable. Pero lo cierto es que tanto la lucha por la educación pública, como la supuesta lucha por sus derechos, son una falacia. En realidad, el magisterio lucha por la preservación de un estado de cosas, pero sin fundarse en un derecho concreto. Su defensa no entraña el derecho a la educación ni de sus derechos laborales, sino únicamente la resistencia a que sea modificado el esquema bajo el cual trabajan.
Uno más: los maestros de la CNTE dicen que no se resisten a la evaluación, pero dicen que la reforma educativa es homogenizadora y desconoce las particularidades de nuestra nación, así como los problemas sociales que existen en varias entidades, y pretende medir a todos los alumnos y a todos los maestros según estándares internacionales que no corresponden a la realidad de infinidad de comunidades de varias entidades pobres o marginadas. ¿Es todo eso cierto? Posiblemente sí. Pero en la supuesta resistencia a la homogenización, lo que buscan es que no se les evalúe, ni se someta a revisión periódica la forma en que realizan su trabajo frente a los alumnos.
Esos son sólo algunos ejemplos que sirven para demostrar lo complejo de la negociación. Este es algo así como un juego de espejos, en el que se esgrimen las razones loables en defensa y justificación de las inconfesables. Es cierto que el gobierno federal ha fallado en su posición de todo o nada. Pero la 22 también falla gravemente cuando pretende engañar a todos con esos argumentos, sin asumir que en las condiciones actuales, ya ni los más crédulos los dan por válido con los ojos cerrados, como era antes.
RELAJAMIENTO
Como no habrá victorias totales, lo único que queda es la parcialidad, aunque a un costo alto. ¿El gobierno federal aceptará algo así como una aplicación paulatina de las nuevas normas educativas en entidades como Oaxaca? ¿Permitirá que el IEEPO se trague –nuevamente- toda la melcocha de posponer de facto la entrada en vigor de la reforma educativa? ¿El magisterio decidirá el regreso a clases a cambio de una medida de distensión de este tipo? Este fin de semana es clave. Ahí sabremos si las concesiones son suficientes para darle cauce a este conflicto.
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