+ También hay damnificados, pero no hay interés
Desde hace más de una semana, cuando las torrenciales lluvias provocaron cientos de miles de damnificados en toda la costa del Pacífico, el Presidente de la República envió a prácticamente todo su gabinete a atender las zonas siniestradas y, personalmente, ha estado unas seis veces en entidades como Guerrero, fuertemente lastimadas por los efectos del clima. Llama la atención que en este momento, como en muchos otros, la Federación ha desplegado sobre Oaxaca sólo la atención necesaria, pero sin que eso pueda llegar a confundirse con cercanía e incluso con un trato justo hacia nuestra entidad.
En efecto, como bien se sabe, la semana pasada las tormentas Ingrid y Manuel dejaron una enorme estela de destrucción y pérdidas humanas, que hoy son consideradas por el gobierno federal como los más devastadores de los últimos tiempos, por la vasta extensión territorial que afectaron las lluvias. Esto generó, en los días siguientes, un importante despliegue de acciones del gobierno federal, que en el momento apenas si pudo reaccionar en proporción a la crisis, pero que conforme han ido pasando los días ha ido creciendo a grado tal de que hoy no existe otro tema prioritario para la Federación que pueda considerarse que se encuentra al mismo nivel de la crisis provocada por las lluvias.
En este escenario, el presidente Enrique Peña Nieto ha entendido bien el momento por el que atraviesa el país, y desde el primer día de la crisis se dedicó a atender el problema de forma personal viajando a los lugares con afectaciones y llevando un mensaje concreto de que el gobierno federal asumirá la responsabilidad por la atención a los damnificados y por la reconstrucción de las zonas devastadas. Eso lo ha llevado a estar en todas las entidades con fuertes afectaciones, menos en Oaxaca en donde hay decenas de comunidades que estuvieron varios días incomunicadas y que requieren no sólo la atención de la Federación, sino el refrendo simbólico del Jefe de la Nación.
Ese refrendo simbólico es el que ha llevado al presidente Peña Nieto a estar seis días seguidos en las zonas devastadas de Guerrero. Es lo mismo que, en los últimos días, lo llevó a Sinaloa y a otras entidades federativas con afectaciones por las fuertes lluvias. Políticamente, el Presidente debe hacer presencia periódica en todas las entidades que integran el Pacto Federal porque a través de eso se hace el refrendo del acuerdo fundacional que le dio vida y que mantiene unida a la nación.
Por distintas razones, Oaxaca estuvo lejos de las administraciones federales panistas, que nunca le pusieron mayor atención a ese simbolismo político por las diferencias partidistas entre los Mandatarios federales y los estatales. Y hoy, esa lejanía sigue siendo tanto o más perceptible que en los tiempos de los gobiernos estatales priistas, y de las administraciones federales del PAN.
INDOLENCIA FEDERAL
Las tormentas Ingrid y Manuel vinieron a romper la agenda nacional. Hasta hace unos diez días, las prioridades federales se centraban en el conflicto magisterial y en las reformas hacendaria y energética que se siguen discutiendo en las cámaras legislativas. Las lluvias y las afectaciones vinieron a cambiar esa dinámica y a imponer la necesidad de que toda la alta burocracia del gobierno federal se dedicara a atender las afectaciones y a los damnificados, y a que esos dos temas otrora prioritarios fueran “administrados” hasta que esta contingencia pasara.
Esa es la razón por la que, hasta en los noticiarios de televisión, el tema de las reformas que se discuten en el Congreso tengan una atención en segundo plano y a que, en los hechos, esos temas se encuentren en una especie de “stand by”, mientras existen las condiciones para volverlos a subir al primer plano de la agenda legislativa. Por eso, ni en esta semana y posiblemente ni en la siguiente, se discuta o se decida sobre temas como la reforma hacendaria (a ésta sólo la determinarán los plazos constitucionales) y menos la energética, que habrá de requerir operación política al más alto nivel entre el gobierno federal, las cámaras legislativas y los partidos.
Pero en el caso del conflicto magisterial, que concierne directamente a Oaxaca, sí se vio una nueva actitud de desdén hacia la entidad por la distancia que existe entre el régimen del Presidente de la República y el Gobierno de Oaxaca. Para muestra, los hechos: mientras la entidad tenía más de 130 municipios fuertemente afectados por las lluvias, nadie en la Secretaría de Gobernación quiso o pudo operar con la prontitud y la capacidad debida, como para convencer a los grupos de maestros inconformes de que el Gobernador de Oaxaca podía ya no estar en las mesas de negociación con la Sección 22 y la CNTE, y dedicar ese tiempo y atención para atender a los damnificados, que por simples razones humanitarias están por encima de cualquier conflicto de intereses, como el de los maestros.
De hecho, fue hasta antier lunes que el gobernador Gabino Cué Monteagudo pudo establecer que el diálogo con los profesores en paro estaba agotado, y que quedaba en la decisión de ellos continuar con su paro de labores o regresar a clases. Implícitamente, lo que el Mandatario quiso decir es que ya no habría más mesas de negociación y que por tanto ahora sí podría dedicarse a atender otros asuntos que también son de prioridad para la administración estatal. En el pináculo de esos temas se encuentra la atención a los damnificados de la entidad, que siguen esperando una respuesta de mayor nivel de los tres ámbitos de gobierno.
¿Vendrá a la entidad el Presidente? Hasta el momento no hay noticia sobre eso. Es cierto que han estado aquí algunos de los integrantes de su gabinete. Pero queda claro que en la agenda nacional Oaxaca sólo es foco de atención por el conflicto de los maestros, pero no porque haya voluntad por demostrar que el gobierno federal está también presente en las zonas siniestradas por los fenómenos de la naturaleza. El pacto federal, al final, está esperando un mejor momento para hacerse visible entre la Federación y el estado de Oaxaca.
SOMOS REHENES
Ayer Oaxaca vivió una mañana de locura. ¿Por qué? Por tres temas que demuestran que aquí las minorías mandan: gran parte de la capital fue sitiada por los integrantes de la impresentable CNP; el llamado “Paso Deprimente” (en Cinco Señores) fue bloqueado por materialistas; y Ciudad Administrativa por un pequeño grupo de inconformes. Es claro: aquí hay todo, menos autoridad.